Desde hace año y medio Chiapas enfrenta una creciente ola de secuestros, homicidios, desapariciones, enfrentamientos y cobro de piso, principalmente en las zonas fronterizas con Guatemala, causada por la lucha para controlar espacios que sirven en el trasiego de droga. La pugna armada, como ocurre en otras entidades mexicanas, está protagonizada por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación

TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis (Proceso).– Enfrentamientos, secuestros, desapariciones y desplazamientos forzados… Degollados y narcovideos. Además, aeronaves con cargamentos de droga que aterrizan en la Selva Lacandona, donde las pistas clandestinas de aterrizaje han proliferado en los últimos años.

La narcoviolencia que se desató en Chiapas desde hace 18 meses no para y se recrudece alcanzando regiones como la Sierra y Frontera. Es como un cáncer que se expande.

En la región central del estado la violencia ya se vive en Berriozábal, Ocozocoautla, Jiquipilas y Cintalapa. Desde octubre de 2022 esta región ha sido escenario de enfrentamientos entre grupos armados antagónicos.

Entonces subsecretario de seguridad pública federal, Ricardo Mejía Berdeja dio a conocer en la conferencia mañanera del 13 de octubre que el Ejército y la Guardia Nacional intervinieron tras un enfrentamiento entre dos grupos armados y fueron capturados 13 sicarios que tenían en su poder un arsenal y equipo táctico. “Los detenidos presuntamente pertenecen al grupo delictivo Los Valdovinos, afín al Cártel del Pacífico”.

A la par, organizaciones civiles y feligreses católicos, con marchas en diversas regiones del estado, han exigido a las autoridades el fin de la violencia y la inseguridad pública que rebasa a los alcaldes de Chiapas, al gobernador Rutilio Escandón Cadenas y a funcionarios federales. Al mismo reclamo se sumaron esta semana los empresarios de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

Otro síntoma de que el problema se agrava es el incremento reciente de decomisos de droga y aseguramiento de narcoavionetas y pistas clandestinas en la región de la Selva Lacandona. Si antes las aeronaves del narco aterrizaban en la frontera guatemalteca, para luego ingresar sus cargamentos a México vía terrestre, ahora ya aterrizan directamente en territorio nacional.

Apenas el miércoles 22 la Marina reportó que en dos operativos diferentes interceptó tres embarcaciones en altamar y detuvo a 10 personas que trasladaban 2 mil 400 kilogramos de cocaína; la droga y las personas fueron aseguradas y enviadas a Puerto Chiapas.

A principios de febrero, en la Reserva de la Biosfera de Montes Azules, corazón de la Selva Lacandona, el Ejército incautó 223 kilogramos de cocaína y una aeronave que aterrizó en una pista clandestina. Sólo hubo un detenido.

Operativos como éstos en tierra y mar se han hecho cada vez más frecuentes en territorio chiapaneco.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2417 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 26 de febrero de 2023.