Migración

Amargo despertar en la frontera

Los venezolanos que cruzaron Centroamérica y México con el propósito de entrar a Estados Unidos se topan en la frontera con nuevas disposiciones legales: no pueden solicitar directamente asilo, sino que deben volver a la Cuidad de México para solicitar pasaporte y aplicar para las visas humanitarias
viernes, 4 de noviembre de 2022 · 06:44

Los venezolanos que cruzaron Centroamérica y México con el propósito de entrar a Estados Unidos se topan en la frontera con nuevas disposiciones legales: no pueden solicitar directamente asilo, sino que deben volver a la Cuidad de México para solicitar pasaporte y aplicar para una de las visas humanitarias que anunció el gobierno estadunidense, o bien retornar a Venezuela. En tanto, Tijuana está abarrotada y los tres niveles de gobierno apenas empiezan a coordinarse para evitar que la situación derive en otra crisis humanitaria. 

TIJUANA, BC (Proceso).— “Fueron asaltados, presenciaron violaciones a mujeres, vieron gente muerta y cadáveres entre el fango”, pero atravesaron el Darién, la peligrosa selva que divide Colombia y Panamá. Fue su primera parada de terror en la travesía que venezolanos, haitianos, cubanos y africanos enfrentan para llegar a Estados Unidos.

El relato es de Soraya Vázquez Pesqueira, subdirectora de la organización no gubernamental estadunidense Al Otro Lado, que el jueves 27 inició unas jornadas de información y orientación para venezolanos varados en el cruce más conocido a su país de destino: Tijuana.

Soraya, abogada con mucha experiencia en materia de migración y con tres décadas ayudando a deportados y a miles de migrantes que arriban a Tijuana para lograr cruzar la frontera, prosigue:

“Quienes lograron su objetivo y llegaron a Estados Unidos se toparon con algo peor que el muro: serían retornados a México. Aún sin recuperarse de la sorpresa, las autoridades migratorias del vecino país los tomaron, los enfundaron en un traje de preso, les destruyeron sus documentos, los encadenaron de pies y manos para luego mandarlos aquí, a Tijuana.

Algunos llegaron con apenas unas chanclitas, destruidos, con el llanto a flor de piel, y ahora el gobierno mexicano quiere que en 25 días tomen una decisión de vida: o se van a la Ciudad de México en busca de un pasaporte e intentan tramitar una de las 25 mil visas humanitarias que ofrece Estados Unidos o piden refugio en México. Y en el peor de los casos piden que los regresen a Venezuela.”

Enrique Lucero, director de Atención al Migrante en Tijuana y a quien le ha tocado hacer frente a las caravanas de haitianos, 20 mil en 2016, en el campamento del Chaparral; en 2021, donde confluyeron salvadoreños, hondureños y mexicanos que huían de la violencia, y 15 mil ucranianos y rusos en 2022, habla sin tapujos:

“Tijuana es un simple espectador de todos estos flujos, porque no depende de nosotros resolver los conflictos que provocan las migraciones. Por otro lado, Estados Unidos… últimamente ha endurecido su política migratoria, ha estado tomando decisiones no muy claras que provocan más migración.”

Y advierte: “Mientras Estados Unidos no sea claro en sus mensajes, la migración va a seguir llegando a nuestra ciudad. Nosotros hacemos el mayor esfuerzo para atenderlos de manera humana, pero a veces nos vemos rebasados porque Tijuana es una ciudad de origen, de tránsito, de destino y retorno de personas.

“Recibimos desplazados, deportados ucranianos, rusos, venezolanos, haitianos, centroamericanos, africanos, de todos los continentes, porque Tijuana se ha convertido en la ruta internacional de la migración.”

Travesía inútil

Cada día pequeñas caravanas de venezolanos, centroamericanos, haitianos y africanos inician su travesía en Capurganá, la localidad de entrada al llamado Tapón del Darién, una selva tropical de 575 mil hectáreas que divide Colombia de Panamá.

Ahí, los viajeros se enfrentan a integrantes de la guerrilla, a pequeñas bandas que los roban una, dos veces, animales venenosos y peligrosos como el puma, pero también a tierra pantanosa y grandes pendientes que los hacen resbalar una y otra vez (Proceso 2364 y 2382).

Su objetivo es llegar a Panamá, pasar a Costa Rica y sumarse a las caravanas de centroamericanos. Luego, algunos se suben a “La Bestia”, el tren de carga mexicano que siempre deja mutilados o muertos en su camino.

En el caso de los venezolanos, uno de sus objetivos es llegar a Ciudad Juárez o Matamoros, principalmente, para de ahí cruzar a Estados Unidos, entregarse a la Patrulla Fronteriza del vecino país y, ya dentro, pedir asilo.

Pero todo cambió el 12 de octubre, cuando en forma sorpresiva México emitió un comunicado para anunciar un nuevo acuerdo con Estados Unidos en materia de migración.

Además de dar a conocer que el vecino país entregará 65 mil permisos para trabajar en el agro, de los cuales 20 mil serán para centroamericanos y haitianos, 24 mil para venezolanos y el resto para mexicanos, se anunció implícitamente que se harían deportaciones de venezolanos a México.

A partir de hoy, las autoridades de Estados Unidos comenzarán a gestionar el acceso de 24 mil personas migrantes de nacionalidad venezolana por vía aérea. El nuevo proceso aceptará únicamente a las y los solicitantes que cumplan con las reglas del programa y que no se presenten en la frontera entre México y dicho país.

“Las personas migrantes que se encuentran en territorio mexicano deberán comprobar su ingreso a México previo al día de hoy a fin de poder solicitar de manera ordenada su acceso a Estados Unidos. Aquellas personas que ingresen a México a partir del día de hoy no podrán presentar su solicitud desde nuestro territorio nacional.”

De inmediato, el anuncio generó la expulsión de venezolanos que habían logrado ingresar a Estados Unidos por cinco puntos de cruce mexicanos.

Enrique Lucero, el director de Atención al Migrante, detalla que al siguiente día, el 13 de octubre, Tijuana ya estaba recibiendo a 140 venezolanos provenientes del vecino país y para el lunes 17 de octubre fueron 200.

En total, del 13 de octubre al 27 del mismo mes, cuando se realizó la entrevista, Tijuana ya contaba con 891 venezolanos que habían cruzado el Darién, Panamá, Costa Rica, Centroamérica, México y estaban ya en Estados  Unidos. Actualmente en Tijuana hay 300 venezolanos repartidos en algunos de los 32 albergues para migrantes que hay en la ciudad.

La organización Al Otro Lado, que encabeza Soraya Vázquez en Tijuana, detectó que varios de esos 300 ya tenían tiempo en Estados Unidos; es decir, llegaron antes del 12 de octubre.

“Eran venezolanos que habían ingresado un mes atrás y les aplicaron indebidamente la ley. México indebidamente también los aceptó, pero debió haber dicho: ‘A ver, tú me vas a devolver a los que ingresaron a partir de esta fecha y estas personas lo hicieron hace un mes y no les aplica el acuerdo’. Pero ya están aquí y hay que darles información y orientarlos”.

El programa habla de 24 mil visas para venezolanos, pero sabemos que son muchos más, dice Vázquez. Y para muestra están los miles varados en las ciudades fronterizas de Ciudad Juárez y Matamoros.

Cruzando el Darién

En Tijuana, dice Enrique Lucero, se espera que este fin de semana arriben otros 200 venezolanos expulsados de Estados Unidos. El funcionario ya tiene callo en cuanto a las crisis de migrantes, pero en el caso de los venezolanos la situación cambió, primero porque a quienes están deportando no ingresaron por la garita de Tijuana, y porque no se quedan en la ciudad. De los 900 que llegaron, sólo 300 permanecen.

Para evitar una crisis como las anteriores, ya se está preparando un albergue en la Unidad Deportiva Reforma. Enrique Lucero detalla que si no se ha logrado instalar es porque la federación no ha cumplido su parte: “En Tijuana contamos con todo un sistema de gestión que hemos ido conformando. Ahí participan los tres órdenes de gobierno, las organizaciones internacionales que tenemos asentadas aquí en la ciudad y las organizaciones no gubernamentales mexicanas”.

En este caso, el municipio pone el albergue, seguridad y personal; el estado aporta camas, colchonetas, personal y atención médica, y a la federación le tocan los insumos y comida. Pero esta última parte no se ha cumplido:

“El planeamiento era que la Secretaría de la Defensa Nacional pusiera una cocina y los insumos; sin embargo, nos respondió que por ahora no tenía. La cocina con la que cuenta está en el Centro lntegrador para el Migrante Carmen Serdán y la otra es para los militares designados a la ciudad.”

Pero aclara que el ayuntamiento ya logró obtener dichos insumos con organizaciones de la sociedad civil y espera abrir el albergue esta semana.

Lucero también explica cómo los venezolanos ya tienen trazada su ruta para ingresar a Estados Unidos por El Paso, Texas. Llegan a Ciudad Juárez, donde hay una zona sin muro fronterizo (por un asunto ecológico y de propiedad privada); cruzan por ahí la parte del río donde el agua les llega a las rodillas. Ya del otro lado se entregan a la Patrulla Fronteriza.

“Por eso no llegaban a Tijuana –comenta Lucero–. Aquí hay un muro que es muy difícil pasar. Entonces agarraron Ciudad Juárez y ahí es donde tuvieron las complicaciones las autoridades migratorias; se les juntó el grupo de venezolanos y de ahí comenzaron a pedirle el apoyo a México.”

Ahora Estados Unidos está expulsando a los venezolanos a México por las garitas de Ciudad Juárez, Matamoros, Nogales, Piedras Negras y Tijuana, pero los que llegan a Tijuana no cruzaron por aquí, relata Lucero.

También es importante aclarar, dice, que no se están quedando en la ciudad, se están yendo a la Ciudad de México para ver si desde ahí pueden obtener un boleto de avión e ir al consulado de Venezuela y que les den un pasaporte. Sólo así pueden aplicar a las 24 mil visas que Estados Unidos anunció para ellos.

Otros aceptan el retorno asistido a Venezuela y los menos se están quedando en México.

Sin embargo, es difícil que tramiten estas 24 mil visas humanitarias, advierte Soraya Vázquez, quien describe la mala situación psicológica en que se encuentran los venezolanos varados en Tijuana: la aplicación vía internet es difícil de entender y hay mucha confusión, pues enfrentan el dilema de quedarse en México o regresar a su país.

Detalla que México les da 25 días de permiso de estancia. En ese plazo deben conseguir el pasaporte y un patrocinador en Estados Unidos, para luego tramitar su visa humanitaria. Pero si vencen los 25 días y no han logrado los requisitos son regresados a Venezuela. Entonces pueden optar por el estatus de refugiados, pero si lo hacen, les puede afectar a la hora de aplicar para la visa humanitaria.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2400 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 30 de octubre de 2022, cuya edición digital puede adquirir en este enlace. 

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