Carlos Martínez Assad
El pueblo de los uigures túrquicos en el Gran Medio Oriente
Los uigures han sido confinados a campos de internamiento masivo, prisiones y trabajos forzados, tal como lo dio a conocer la BBC desde 2014. En ellos las mujeres son forzadas a agresivos programas de control natal.El gobierno de China sigue diezmando a los uigures, una minoría étnica musulmana originaria de la región de Turquestán Oriental. La mayor parte habita en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, al noroeste de China, pero también están asentados en Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán. El lugar ha sido tradicionalmente un foco de tensión étnica y, como en el Tíbet, la propuesta china es la de una integración completa y forzada, que borrre no solamente sus rasgos étnicos sino los culturales y particularmente los religiosos, los que se recrudecieron luego de varios atentados en China entre 2013 y 2014 atribuidos al radicalismo islámico de los uigures, aunque nunca se logró demostrar.
Los uigures tuvieron su origen en Anatolia hace varios siglos sin haber recibido la influencia de Bizancio o de la cultura del Mediterráneo y, en cambio, fueron conquistados por la prédica del islam, adheridos a la rama del sunismo bajo el ritual sufi más cercano a la Turquía actual. Su desplazamiento hacia China está relacionado con la amplia zona árida del mundo árabe que incluyó Etiopía, Turquía, Irán, Afganistán, el Cáucaso y Asia Central. Se trata del “...mapa recorrido por Herodoto y Alejandro Magno. Con frecuencia los sitios más antiguos e historiados son los que han proporcionado lugar y fecha para los peores horrores modernos” (Roberto D. Kaplan, El telar del tiempo, RBA, España, 2024).
Los uigures constituyen un pueblo singular por tratarse del único que conserva en su religiosidad influencias de los maniqueos que siguieron la prédica de Mani, quien fuera una de las mayores influencias en el pensamiento de san Agustín, aunque pronto se deslindó. Esa doctrina tuvo ragos del cristianismo gnóstico, del zoroastrismo y del budismo, sus textos guardan alguna relación con los coptos de Egipto, y su influencia alcanzó a la India, hasta donde llegó Mani y su teología abarcó del Turquestán y China. La emperatriz Zenobia de Palmira fue una reconocida seguidora, aun habiendo nacido bajo el Imperio Romano. El escritor libanés Amin Maalouf dedicó a Mani la hermosa novela Los jardines de luz en 1991.
Con todos esos atributos, un millón de uigures conforman la segunda etnia predominantemente musulmana más grande de China, y su lengua es hablada por diez millones. Los uigures han sido confinados a campos de internamiento masivo, prisiones y trabajos forzados, tal como lo dio a conocer la BBC desde 2014. En ellos las mujeres son forzadas a agresivos programas de control natal que buscan impedir el crecimiento de su población y convertirla a la que desciende de importante dinastía Han. Y resulta notable que se les prohíba el uso del velo.
Es considerada como la mayor detención a gran escala de una minoría religiosa después de la Segunda Guerra Mundial, debida al actual presidente de la República Popular China y secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping. Se informa que 16 mil mezquitas han sido destruidas o dañadas para complementar su política de asimilación forzada religiosa, cercana a lo que se practica también en el Tíbet.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, declaró que lo que acontece en Sinkiang puede ser un crimen de lesa humanidad. La cual fue apoyado por unos 50 países. El canciller chino Wang Yi consideró absurdo el llamado genocidio uigure en Sinkiang el 8 de marzo de 2021. Y, aunque se menciona menos, entre los motivos de la política china hacia ese grupo están los económicos, por las características de la ciudad de Kashgar, donde radican más de medio millón de uigures.
Está situada en la frontera con Kirguistán, por donde pasaba la antigua Ruta de la Seda, con una carretera que la une con Islamabad, la capital de Pakistán, en la frontera que separa de China a Tayikistán y Afganistán. Por lo que al parecer la iniciativa china llamada la Franja y la Ruta, con una inversión de un billón de dólares, permitiría una moderna red de comunicaciones, ferrocarriles, carreteras y, fundamentalmente, oleoductos para conectar a China con Europa por mar y por tierra para cruzar el Gran Oriente Medio. Y pasarían por Irán, el mar Arábigo, cerca del golfo Pérsico.
Lo único que podía significar un tropiezo en los planes de China son los uigures, porque se considera que la religión musulmana es propicia a los separatismos. De allí la represión y los controles que impone a Kashgar, donde se localiza el nudo de el proyecto del Gran Oriente Medio que cuenta con dos sitios de importancia crucial, como Pakistán e Irán. “El corredor de oleoductos que parte de Kashgar, en el oeste de China, discurre hacia el sur atravesando Pakistán y llega a Gwadar, situada en el mar Arábigo”, y concluye Robert D. Kaplan: “Conectará las Rutas de la Seda terrestre y marítima, mientras que la alianza estratégica entre Irán y China convertirá a esta últina en el principal socio económico y político de un país que, temido por casi dos generaciones de estadounidenses a causa del terrorismo y de la política radical, es el principio organizativo geográfico tanto de Oriente Medio como de Asia Central”.
Las intenciones imperiales que incluyen también la herencia en Turquía de lo que fuera el Impero Otomano, parecen vivas, aunque las potencias sustentadoras hayan quedado en el pasado. Están vivas, pero ya no es la Compañía Británica de las Indias Orientales cuando por el Gran Medio Oriente avanzó hacia China, ahora China se desplaza en el sentido contrario hacia el oeste con los mismos motivos comerciales estratégicos que han movido y mueven al mundo, aunque actualmente en otra dirección.
Aunque nos parezcan posiciones tan alejadas geográficamente las de Irán y China con más de 3 mil kilómetros de distancia, paradójicamente se acercan en sus intereses e intenciones a mediano y largo plazo, cuando subsisten sus aspiraciones imperiales. La situación por la que pasan los uigures es apenas una de las alertas. Habrá que profundizar más para saber hasta qué punto en ese proyecto esté parte de la explicación de los conflictos que acontecen con tanta frecuencia en el Medio Oriente. Y se puede citar, además, que Occidente ha advertido a China que se desmarque de la coalición que ha llamado de “renegados” que integran Irán, Rusia y Corea del Norte en el contexto de la guerra en Ucrania.