Jorge Bravo
Cómputo, conectividad, convergencia
Los semiconductores son la base sobre la cual se construyen los procesadores que alimentan nuestras computadoras, teléfonos, dispositivos, automóviles y muchísimo más. En 2023 el mercado mundial de semiconductores alcanzó un valor de 555.9 mil millones de dólares.El mundo se está transformado por una profunda revolución tecnológica, la cual tiene como pilares tres conceptos fundamentales: cómputo, conectividad y convergencia. Estas tres “C” son la base sobre la cual se construye la economía digital y la sociedad conectada del siglo XXI, pues habilitan desde dispositivos inteligentes hasta infraestructuras y Estados digitales.
La primera “C” es el cómputo: la capacidad de procesamiento de datos. La Ley de Moore, propuesta en 1965 por Gordon Moore, cofundador de Intel, ha guiado la expansión exponencial del poder de cómputo. Según esta ley, el número de transistores en un chip de silicio se duplica cada dos años, lo cual ha permitido que los dispositivos se vuelvan más poderosos y eficientes.
Aunque se ha debatido la obsolescencia de la Ley de Moore debido a los límites físicos del silicio y de la miniaturización, el avance en la tecnología de semiconductores continúa a un ritmo vertiginoso, hoy marcado por la inteligencia artificial (IA). Los semiconductores, microprocesadores y unidades de procesamiento gráfico (GPU) permiten que los dispositivos realicen cálculos complejos en milisegundos.
Los semiconductores son la base sobre la cual se construyen los procesadores que alimentan nuestras computadoras, teléfonos inteligentes, dispositivos del internet de las cosas, automóviles y muchísimo más. En 2023 el mercado mundial de semiconductores alcanzó un valor de 555.9 mil millones de dólares, una demostración de su relevancia para la economía global, además de que es uno de los sellos distintivos de la nueva geopolítica digital.
Esta capacidad de cómputo creciente permite procesar datos masivos en tiempo real, ejecutar algoritmos complejos de IA y habilitar innovaciones y la transformación digital en la Nube. El cómputo es esencial para la conectividad y la convergencia. Sin un procesamiento rápido y eficiente de datos, la sociedad digital simplemente no podría funcionar a la velocidad a la que lo hace actualmente.
La segunda “C” es la conectividad, que va más allá del acceso a internet. Con la llegada de 5G y el despliegue cada vez mayor de fibra óptica, ocurre una expansión masiva de la capacidad de conexión. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, 67% de la población mundial estaba conectada a internet en 2023; este porcentaje crecerá hasta alcanzar una conectividad universal.
5G es clave para la expansión de la conectividad. Proporciona velocidades de descarga que pueden superar los 10 Gbps y latencias inferiores a 1 milisegundo. Esto no sólo mejora la experiencia del usuario en dispositivos móviles, también habilita una revolución en el internet de las cosas. Se calcula que para 2025 habrá más de 30 mil millones de dispositivos conectados a escala mundial, con múltiples sensores en fábricas conectadas, vehículos y ciudades inteligentes.
La conectividad también se ve impulsada por un uso cada vez más eficiente del espectro radioeléctrico, un recurso limitado pero esencial para la transmisión de datos. La gestión efectiva de este espectro permite que cada vez más dispositivos estén conectados simultáneamente, lo cual es posible gracias a la capacidad de cómputo.
La conectividad universal es esencial para el crecimiento económico y para la inclusión social. La conectividad global, inclusiva, accesible y significativa está en el centro de la transformación digital. Permite que personas de todo el mundo puedan acceder a servicios digitales, educación y salud en línea, oportunidades económicas y para que ejerzan sus derechos fundamentales en internet.
Finalmente, la tercera “C” es la convergencia, la integración de tecnologías, redes, dispositivos, plataformas y servicios en un ecosistema digital único. La convergencia es el punto culminante de la revolución tecnológica: la capacidad de combinar múltiples redes, sistemas, funciones y servicios en un solo dispositivo o plataforma, lo cual simplifica y mejora la experiencia y la vida de las personas.
Un ejemplo cotidiano de convergencia es el smartphone: no sólo es un dispositivo para hacer llamadas, también es una cámara, un banco, una consola de videojuegos, un aula, una plataforma de video y un gadget para prácticamente todo. Otros casos son las redes sociales o las plataformas de streaming como Netflix, que convergen contenidos de televisión, cine, medios digitales y hasta videojuegos en un solo entorno accesible desde múltiples dispositivos.
La convergencia también se observa en la integración de redes e infraestructuras de telecomunicaciones fijas y móviles. Estas tecnologías se adaptan a las necesidades cambiantes de tráfico y mejoran la calidad del servicio.
En la industria, la convergencia redefine sectores enteros, desde la manufactura hasta la salud. Las fábricas inteligentes combinan sistemas ciberfísicos, big data y análisis en tiempo real para optimizar la producción y la cadena de suministro. En el sector salud, la telemedicina, los dispositivos portátiles y las plataformas de inteligencia artificial convergen para mejorar el diagnóstico y la atención al paciente. Lo mismo ocurre en el ámbito educativo.
La convergencia es posible gracias a la conectividad y la digitalización, que a su vez son impulsadas por una capacidad cada vez mayor de cómputo. Este ciclo de innovación ha dado lugar a un ecosistema digital interconectado donde los datos fluyen y generan nuevas oportunidades económicas, científicas y sociales. Según McKinsey, la economía digital global podría alcanzar un valor de 20 billones de dólares para 2025, es decir, 24% del PIB mundial.
La revolución tecnológica está impulsada por la interacción de cómputo, conectividad y convergencia y seguirán siendo los pilares del futuro digital. Estas tres “C” transforman industrias, economías y Estados. La capacidad de cómputo permite procesar cantidades masivas de datos, la conectividad garantiza que esos datos puedan compartirse instantáneamente en todo el mundo y la convergencia integra todas estas capacidades en productos y servicios que mejoran nuestras vidas.
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