Cultura
Irma Pineda: Poesía, búsqueda del padre, lucha indígena
El investigador Francisco López Bárcenas se interesó por la vida y obra de esta mujer zapoteca que, además de haber producido una vasta obra poética desde muy joven, ha sido activista y defensora de la justicia indígena.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Para conmemorar los 50 años de vida de la poeta mexicana en lengua zapoteca (o diidxazá) Irma Pineda, además de ser ensayista, docente y defensora de los pueblos originarios, el investigador y asesor de comunidades nativas, Francisco López Bárcenas, dio a conocer un libro: Irma Pineda o la poesía como resistencia. Conversaciones con Francisco López Bárcenas, que es distribuido por Pluralia Ediciones e Impresiones.
El autor platica a este medio:
“Tengo poco de conocer el trabajo poético de Irma, y me ha sorprendido. Antes no había estado cerca de algún poeta y pensaba que vivían de la venta de sus libros.¡Error!, no es así. Hay cosas muy interesantes en la vida de Irma que se conocen poco; por ejemplo, ella sólo contaba con cuatro años de edad cuando desaparecieron a su papá, Víctor Pineda Henestrosa, conocido como Víctor Yodo, se lo llevó el Ejército Mexicano, y ella cuenta que por eso perdió el habla y padeció problemas de salud, y muy joven, en la primaria, ya era locutora porque el Ayuntamiento Popular de Juchitán incluyó una barra de niños y los preparó Martha Acevedo de Radio Educación.
“Irma formó parte del Escuadrón Mosquito de la COCEI (Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo), donde la estaban entrenando para la lucha, y creo que es de las mejores poetas, me gusta mucho su obra, lo cual me llevó a preguntarme: ¿Qué es la poesía indígena?
“Además me agrada la postura política de Irma: es muy congruente. Por ejemplo, actualmente es diputada en Oaxaca, del Partido del Trabajo, pero eso no le quita su independencia de pensamiento y de trabajo. En el libro hay una Irma Pineda que por lo menos yo no conocía, y la finalidad es mostrar todo lo que ella es”.
El tomo contiene una serie de entrevistas que López Bárcenas le hizo a lo largo de varias sesiones y en distintos lugares, sobre su itinerario emocional, formativo, laboral, político y creativo, acompañado de fotos desde pequeña hasta la actualidad.
Señala López Bárcenas, también oaxaqueño, además, abogado y profesor investigador en el Colegio de San Luis:
“Es una forma amorosa de valorar su hondo compromiso con la cultura binnizá, y sus avatares como escritora y luchadora por los derechos de los pueblos indígenas”.
Desde el origen
Nacida en la ciudad de Oaxaca el 30 de julio de 1974, Pineda fue registrada en Juchitán, tierra de su padre. Estudió la licenciatura en comunicación y la maestría en educación y diversidad cultural. Ha trabajado como profesora en la Universidad Pedagógica Nacional. Y fue presidenta de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, AC.
Realizó residencias artísticas en el Centro Internacional de Traducción Literaria del Banff Centre of the Arts, en Alberta, Canadá (2004), y en la Casa de Arte Calles y Sueños, en Chicago, Estados Unidos (1998), además de participar en importantes foros como el Festival Mundial de Poesía en Venezuela (2009), el Festival Internacional de Poesía en Medellín, Colombia (2001), el Congreso de Oralidad y Literatura en Siena, Italia (2010), el Coloquio sobre Memoria Indígena en la Universidad de Bolonia, Italia (2011), y el Coloquio Internacional de Escritoras Indígenas en Ecuador (2011). Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), en los programas de Escritores en Lenguas Indígenas y Jóvenes Creadores.
Y representó a los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe en la ONU. Esta es su producción literaria: Chupa ladxidua-Dos es mi corazón, Naxiña’Ruilui’ladxe-Rojo deseo, Guie’ ni zinebe-La flor que se llevó, De la casa del ombligo a las nueve cuartas, Canción de medianoche para el juglar, Hablo de un corazón, La nostalgia no se marcha como el agua de los ríos, Nostalgias del mar y En el vientre de la noche, entre otros.
A su vez, la también poeta, narradora, traductora y socióloga Elisa Ramírez Castañeda (Ciudad de México, 1947) escribe en la presentación de Irma Pineda o la poesía como resistencia:
“La poesía de Irma es denuncia y placer, herida y sanación, pronunciamiento y júbilo, limpia y maldición, visión del mundo y catarsis, cachondería y bandera”.
Una sorpresa
En entrevista, Pineda cuenta que López Bárcenas primero no le dijo que crearía un ejemplar:
“Me decía que me invitaba a la Huasteca y me preguntaba cosas, o me comentaba: ‘¿No quieres ir a conocer el desierto?’, y me sacaba plática. Después, cuando vi que me cuestionaba más y más, me expresó que deseaba hacer un libro, y que sería por mis 50 años. Como una manera de festejar la vida. Es que en mi tierra los 50 años son mucho más importantes que en otras culturas, que el 52, por el ciclo de cuatro veces 13.
“En mi tierra cuando una persona, varón o mujer, cumple las cinco décadas se hace una gran fiesta porque se celebran el tapadomi, una medica que es doce punto cincuenta. Entonces cuatro veces doce punto cincuenta son los cincuenta. Se dice que el trece es el número perfecto de las deidades, y las personas deberíamos de quedarnos a un paso de la perfección, por eso es el doce punto cincuenta. Yo no quise hacer una fiesta con música y comida, y Francisco me hizo un libro, ya después me preguntó si estaba de acuerdo. Fue un regalo bonito”.
-Existen varios volúmenes de su poesía, ¿qué tan difícil ha sido publicar para usted?
-A estas alturas ya no es tan difícil publicar mi poesía, pero te estoy hablando de más de 30 años de trabajo. Recuerdo que en los noventa, cuando quería empezar a publicar, realmente era muy complicado porque no había espacios. En los noventa todavía no llegaba el boom del internet, entonces las posibilidades de publicar eran que te hicieran un libro impreso o que accedieras a periódicos o revistas también impresos. Yo mandaba a periódicos y a revistas, era imprimir y meter en el sobre e ir al correo postal, y no les interesaba, porque estaba mandando poesía bilingüe. Un poco más adelante conocí a la gente de Ojarasca, un suplemento del periódico La Jornada, que prácticamente fueron los primeros que nos abrieron las puertas a escritores en lenguas indígenas, y publicar libros era muy difícil, todavía es complicado porque las editoriales grandes no le apuestan, incluso ahora, 30 años después.
“Las editoriales de renombre siguen sin querer apostarle a la literatura en lenguas indígenas porque no tiene un público muy amplio. En términos de venta quizá no les funcione. Y lo que nos ha salvado quizá es la existencia de algunas editoriales pequeñas que sí le han apostado a nuestra literatura, y le han invertido”.
La charla es en la librería El Péndulo, de la colonia Roma, donde también asiste López Bárcenas. Ella, sonriente, continúa:
“La editorial Pluralia es una de ellas, hay otras pequeñas editoriales, pero realmente es un riesgo para ellos difundir la literatura indígena. Ahora, después de varios años de caminar, de buscar los espacios de publicación, ya tengo la suerte de que a veces me hablan para ofrecerme los espacios, a veces me hablan y me dicen que desean publicarme tal cosa o queremos publicar mujeres, en fin, o me preguntan: ‘¿Tienes material?’ y ya es una ventaja”.
Rememora:
“Desde los años ochenta hubo todo un movimiento importante de escritores indígenas que hizo que algunas instituciones se vieran obligadas a publicar, por ejemplo, lo que era antes el INI (Instituto Nacional Indigenista) que después se hizo INPI (Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas), la Dirección de Culturas Populares, la Dirección General de Educación Indígena, en fin, pero únicamente publican y ya cumplieron. Hasta ahí dejan la cadena, porque ya no continúan con la parte de distribución, difusión, venta, que también podría hacerse, y eso hace que no se conozca en muchos lados lo que hacemos. Y seguimos insistiendo”.
Además menciona que La Gaceta de la Universidad Autónoma de México también les abrió las puestas a los escritores oriundos, y agrega:
“La UNAM creó lo que se llamó programa universitario México, Nación Multicultural, lo dirigía José Manuel del Val, y después cambió a programa de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, y ha publicado algunos materiales en lenguas indígenas o sobre temas de educación indígena, y luego más instituciones se abrieron a publicar, como la Universidad Autónoma Metropolitana, la cual tiene una revista que se llama Temas y variaciones de la literatura. Lo mismo sucedió con la revista Blanco Móvil, un poco por ahí vamos permeando.
“La Universidad de Guadalajara convoca al Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA) y a quien resulte ganador le publican un libro. Si se dan cuenta seguimos sin acceder a las editoriales grandes, siguen siendo las pequeñas editoriales las que nos abrazan. Pero lo que ha ocurrido es que la tecnología ahora nos ayuda, creo que los pueblos nativos supimos aprovechar muy bien la tecnología, y la han usado para difundir lo que hacen. No sólo en cuestión de literatura, igual hay muchos jóvenes haciendo música rock en tzotzil, rap en zapoteco, ska en zoque, en fin, ellos mismo hacen sus videos, los suben a Youtube, Instagram, Facebook, X. Yo subo un poema al Facebook y a X, y de pronto alguien en Australia me escribe y me dice: ‘Te leí’, y digo qué bonito”.
Las temáticas y el estilo
En tanto, López Bárcenas, también escritor de las publicaciones El pensamiento indígena contemporáneo y Las rebeliones indígenas en la mixteca, destaca así la poesía de Pineda:
“Por un lado creo que la poesía de Irma, y de otros escritores indígenas, son como de otra generación. Pienso por ejemplo en los primeros poetas que veían más al pasado, hacia lo prehispánico, y ahora ven más el presente y el futuro. Si uno ve la poesía de Irma es muy temática: migración, violencia contra las mujeres, erotismo, la violencia de la guerra contra el narco. El libro La flor que se llevó es muy fuerte, contra la violencia , sobre todo de los soldados en las comunidades indígenas”.
A Pineda se le interpela si su situación la hace escribir poesía y por qué escogió la poesía, y relata:
“Yo creo que por necesidad, como no podía hablar empecé a escribir. Encontré que la manera de comunicarme con el mundo era a partir de la escritura, pero también tuve el gran privilegio de que mi mamá y mi papá, además de maestros, fueran lectores, y eso hizo que en casa hubiera algunos libros, y se suma a que en mi pueblo hubo un escritor, poeta y periodista, Macario Matus, quien creó una biblioteca infantil, de libre acceso para niñas y niños. Podíamos entrar llenos de lodo o descalzos, pero era un espacio para nosotros, y eso me permitió tener acceso a los libros. Y como me gustaba leer, leía mucho, empecé con cuentitos y poemas, y me di cuenta que eso me hacía sentir bien, que me sanaba mucho, me aligeraba cosas que yo sentía. Dejé Juchitán para irme a Toluca”.
Al instante cuenta que comenzó a tomárselo más en serio:
“Empecé a publicar de manera más sistemática a los dieciocho años en una revista universitaria que hacía una amiga, Georgina Jiménez, en Toluca, donde después de terminar mi carrera me vine a vivir a la Ciudad de México y empecé a buscar los circuitos culturales literarios aquí. Me asomaba a las lecturas en la Casa del Poeta López Velarde, aquí en la Roma, las casas de cultura, como la de Santa María la Rivera, La Pirámide. Tomaba talleres, porque vi que no sólo bastaba con querer escribir, sino que también había que leer, estudiar, aprender, hacerlo bien, y tomé talleres con grandes maestros, como Oscar Wong, que ya falleció, Alberto Blanco, en fin. Y eso me fue conectando también con más gente que me invitaba a publicar en revistas.
“Y ya, sin darme cuenta, me organicé para escribir, para tener cosas nuevas, estar alerta cuando había oportunidad o convocatorias para publicaciones, y noté que me funcionaba mejor no sólo estar escribiendo por inspiración, de cosas que ves y te duelen o cosas que te emocionan, sino que empecé a descubrir que había temas que me preocupaban mucho:, la violencia, la migración, y fue como empecé a pensar ya en libros temáticos, a decir: ‘Durante este año quiero trabajar este tema o problema porque me movió mucho, que me parece importante hablarlo’. Y con estas dos formas es como voy trabajando ahora, pero algo que sigue siendo importante para mí es que la poesía ha sido muy purificadora, muy sanadora, de las cosas que sentimos”.
-Como activista, ¿cómo ha sido enfrentar los obstáculos?
-Sí ha habido mucho trabajo de mi parte, pero también hay que reconocer a la gente que me ha cobijado. En ese sentido pienso en mi familia, mi madre, en Las Doñas que estuvieron con ¡Eureka! Incluso gente de la Iglesia, porque a mí me tocó crecer con una Iglesia que era partidaria de la Teología de la Liberación con un obispo como don Arturo Lona Reyes. A su vez llegaban al itsmo otros obispos como don Samuel Ruiz, Sergio Méndez Arceo, por mencionar algunos de esta corriente.
“Fue una formación donde nos enseñaban que no había que estar callados ante las injusticias o que no había que estar pasivos, y que el reino de Dios se construye en la tierra y luchando. Toda esa compañía me sirvió mucho para poder caminar y tener la fortaleza. Eso no significa que el camino haya sido totalmente liso y llano, vas encontrando obstáculos que tienen que ver con el hecho que ser mujer, a veces te dicen que como mujer no puedes estar en ciertos sitios o lugares o hacer ciertas cosas. Y eso ha sido complicado”.
Continúa:
“Ha habido dificultad cuando las instituciones han querido cooptar o condicionar, de ‘Te damos estos apoyos, pero a cambio de que no digas esto, sino lo otro’. Tratar de mantener esa coherencia entre lo que pienso y lo que hago a veces es complicado, porque siempre hay gente diciéndote: ‘Por acá y te damos todo’. Luchar también contra esas tentaciones se vuelve algo complejo, pero creo que fui formada con bases fuertes que me permiten sostenerme hasta ahora”.
Su papá, Víctor Pineda Henestrosa, participaba en la COCEI y fue secuestrado el 11 de julio de 1978 en el Centro de Juchitán “por soldados”. Organizaba y dirigía a los campesinos que luchaban por la defensa de la tierra e igual defendía a los pescadores.
-¿Sigue buscando a su papá?
-¡Claro!, es una lucha permanente. Hace un par de días todavía tuvimos diligencias con la Fiscalía General de la República, seguimos demandando acciones de búsqueda, acciones que permitan no solamente encontrar a mi padre, sino también encontrar justicia, porque no desapareció por su voluntad, sino por un entramado de fuerzas que tienen que ver con el Estado, la participación evidente del Ejército, como lo atestigua mucha gente.
“Es la búsqueda de la persona y de la búsqueda de justicia, y no sólo para el caso de mi padre, sino también para muchas otras familias que siguen en el camino de búsqueda de seres queridos. Por suerte nos hemos ido encontrando familias, madres, abuelas, hijos, esposas que hemos tratado de tejer redes para sostenernos mutuamente, porque no es fácil vivir con una desaparición y menos cuando es forzada, no terminas de cerrar ciclos de duelo, siempre está la herida abierta, no la puedes cerrar mientras no sepas la verdad, mientras sientes que hay algo pendiente que es el tópico de la verdad y el tema de la justicia”.
Al final, López Bárcenas acentúa sobre qué puede ofrecer el libro en este momento:
“Se trata de conocer a Irma. Normalmente se le ve como la poeta, pero a mí me interesa mucho que se conozca el esfuerzo que ha sido para ella llegar a ser la poeta, me importa el papel político también de la poesía y de rescatar las lenguas originarias”.