Música

Iván Rosas y Toño Canica, en la intimidad del espacio cultural Cuba 74

En relevos entre rola y rola, se presentó Rosas y Canica, en una bohemia rupestre deleitando a los asistentes.
lunes, 18 de diciembre de 2023 · 23:20

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los cantautores Iván Rosas y Toño Canica ofrecieron por primera ocasión un recital a dúo, la sensibilidad musical llenó el espacio cultural Cuba 74 en el Centro Histórico de esta ciudad.  

El ambiente de intimidad este fin de semana cautivó a los reunidos en halos de comadrería y hermandad, característicos del recinto que lleva el nombre de su calle y número, Cuba 74.

El concepto del lugar abriga a artistas independientes. Es dirigido y fue fundado por Marlon Berlanga en su propio hogar. Ha sido visitado por el compositor Carlos Arellano y el hidalguense Francisco Barrios “El Mastuerzo”.

En relevos entre rola y rola, se presentó Rosas y Canica, en una bohemia rupestre deleitando a los asistentes. Con guitarra acústica en mano, el show avanzó ágil departiendo ambos músicos.

El buen humor de Toño, también director musical de La Compañía Teatral La Trouppe, hizo navegar la celebración entre sonrisas y aplausos. En tanto Iván, actualmente radicado en Milán, Italia, delineó remembranzas de sus orígenes musicales en México.  

A Toño Canica se le escuchó rasgar “Rolero”, “Chilango universal”, “Chilango malango” y “Detrás del zaguán”. Autodenominadas algunas de sus creaciones como sones “afrochilangos”, compartió “La reina de Portales” y “La chilanga que se fue a Madrid”.

Así se expresó:

“Me encanta cantarle a esta ciudad, aunque la aborrezco, pero en el fondo la adoro. Así es el amor”.

Durante su acto tocó “Sólo dijo ya no” y “Humito de Copal”, siendo loado por los congregados.

Por su parte, Iván Rosas se entregó a los ritmos de “La canícula”, recordando que la pieza fue realizada para el Coro Polifónico del Estado de México. Sin faltar se oyó la clásica “Es” y “Tráfico pesado”, convidando al trompetista César Alcázar.  En los muros de la sala se podía apreciar una exposición pictórica del artista Salvador López.

El tiempo se fue volando, Rosas delineó “Junior”, “El hombre en la luna”, “¿Qué vas a hacer?” y “El barrendero”.

Entre los invitados en el público se observaba al poeta veracruzano infrarrealista Rafael Catana. Iván aprovechó en rendirle tributo dedicando “El bato”. El convite culminó con “El diablo y yo”.

Nacido Chihuahua hacia 1969, Iván Rosas, en charla para Proceso rememoró que el legado de su padre fue el que le permitió forjarse en una identidad musical revolucionaria, a su vez, de empezar a radicar en la capital del país:

“La Ciudad de México es un reflejo de la nostalgia, me recuerda cómo nació mi inspiración, cuando participaba en marchas y viendo los rupestres, era el más chico de ellos, yo venía de escuchar música de protesta, no era música que escucharan mis compañeros de escuela, eso me hacía diferente”.

Dijo que su familia en su itinerar le permitió crecer en la colonia Lomas de Sotelo, Roma y San Rafael. Sin embargo, apuntó que conocer a Rafael Catana le cambió la vida:

“Me abrió un mundo, yo escuchaba música de protesta y rock, entonces a través de él conocí a todos los que hacían música urbana y rupestre, consolidó mi apertura hacia otra música, no hacia el sueño revolucionario, sino estar en la calle, lo mejor es que se podía hacer con una guitarra”.

De los gustos musicales de las actuales juventudes definió:

“Veo que nuevas generaciones tienen interés por los rupestres, pero el mundo se ha hecho muy grande. Los chavos en el rap están diciendo mucho, me gustan que digan muchas cosas, está bien que suelten la lengua, que pueden crecer hablando. En Italia hay jóvenes muy influyentes, son escuchados y tienen su mercado”.

Concluyó que para el crecimiento de la escena independiente son necesarios espacios alternativos como Cuba 74 y el Sindicato Rupestre, entre otros:

“Son lugares con esfuerzo. Para que haya música y buena música, es necesario que existan estos foros, porque como se ha visto, no hay un mercado musical alternativo en México”.

Nacido en 1958 en la colonia Morelos, Toño Canica narró en entrevista que su enfoque lúdico tiene un origen:

“Ver la ciudad no dramática se debió por haber sido payaso, el convertirme a esa profesión de la cual vivo en la La Compañía Teatral La Trouppe. Me abrió un mundo diferente para entender la vida de otra manera, tratar de dar una visión lúdica a la ciudad, pero no superflua, sino con profundidad, entender cómo somos los chilangos”.

Luego de habitar en la colonia Morelos, después en el Centro Histórico, la Portales y Coyoacán, añoró:

“Mis padres fueron costeños de Guerrero, mamé su cultura, mi abuelo fue afrodescendiente. Me encuentro que la música afro es divertida, en el son jarocho y huasteco. Entiendo la vida divertida, lúdica, poética y lo aplico a la Ciudad de México. Eso me ha hecho endentar que la ciudad tiene una diversidad, una sabrosa revoltura, es una revoltura de cultura, como el mole, revuelve ingredientes y se lograr un sabor exquisito. La ciudad logra incorporar ingredientes, aquí se fermentan en una sabiduría chingona. Me siento exponente de esa saborosa revoltura, que es incorporar todos los ingredientes que nos llegan, traemos una deliciosa y sabrosa identidad”.

Habló del entorno actual:

“En las generaciones se pierde la memoria de antes. Son historias que hay que reivindicar, contestatariamente dar conocer las luchas sociales, la de los músicos, poetas, de quienes han querido encontrar una voz propia. Sin adoctrinar y meter rollos, hay una razón por la que están aquí”.

Y remató celebrando la existencia de espacios independientes:

“Bienvenidos estos espacios como Cuba 74, lástima que cerró el Alicia tengo la esperanza que vuelva a reabrir. Son espacios importantes para la Ciudad de México. Los jóvenes están creando, construyendo su enditad y hay pocos lugares. Momentos importantes en la cultura de la ciudad ahí se crearon”.

 

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