Cine/Aún no
“Armand”
Este primer largometraje del noruego Halfdan Ullman Tondel, "Armand", quizá peca de ambicioso en la medida que acumula temas de conflicto familiar e institucional, y que se asume como microcosmos de la sociedad actual.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A Elisabeth (Renate Reinsve) la convocan para reunirse con el director de la escuela de su hijo de seis años, la maestra y una pedagoga, además de los padres de un compañerito de la misma edad a la que el chico parece haber agredido sexualmente.
En el transcurso de la reunión salen a relucir los problemas entre los adultos, el tema de los niños queda atrás, mientras que rencores, inseguridades, heridas profundas, provocan una espiral cuyo fondo se hace más y más oscuro.
En ese ambiente de escuela, vacío y solemne, de atmósfera gótica, claustrofóbico, cada quien delata una dosis de mala fe en la postura que defiende; el director (Oysten Roger), por ejemplo, pretende defender la reputación de la escuela antes de caer en un escándalo mayor; la madre del niño agredido delata un profundo resentimiento hacia Elisabeth, mientras que el esposo mantiene una total distancia emocional.
Este primer largometraje del noruego Halfdan Ullman Tondel, Armand (Noruega/Holanda/Suecia/Alemania, 2024), que lleva como título el nombre del chico agresor, quizá peca de ambicioso en la medida que acumula temas de conflicto familiar e institucional, y que se asume como microcosmos de la sociedad actual, con sus obsesiones sobre la cultura de lo políticamente correcto en la que los adultos moralizan y se dan baños de pureza para cubrir sus propias fallas.
La crítica, en general, se muestra un tanto decepcionada, por un lado, pienso, porque no se reivindica un proceso de cancelación cultural, más bien ridiculiza esta postura; más a fondo, porque cinéfilos auténticos esperarían que Ullman Tondel, nieto de dos monstruos sagrados de la historia del cine como Liv Ullmann e Igmar Bergman, lograra una coherencia poética y metafísica a la altura de sus abuelos. Cierto que este joven, no tan joven a sus 35 años, empaqueta demasiados temas en esta apuesta cinematográfica; pero a su generación le corresponde ya la actitud crítica, satírica incluso, que exponga la falsa moralidad con la que se disfrazan instituciones como la educativa.
Aunque habría nacido con la cámara en la mano, Ullmann Tondel resistió convertirse en director, antes fue maestro de escuela de niños con problemas por varios años; tuvo tiempo, como declara en entrevistas, de observar las actitudes defensivas e insidiosas de los padres de familia. Además, la anécdota de un chico de seis años atacando a otro en un baño fue algo real que escuchó.
Armand debe evaluarse como una película experimental, de ahí el aparente desequilibrio del drama, la extraña resolución y, sobre todo, las rupturas de tono como el baile de Elsabeth con un trabajador de la escuela, número musical impensable en uno de los dramas existenciales de Liv Ullman o de Bergman, o el largo e insoportable ataque de risa de Elisabeth, secuencias cercanas al cine del malayo Tsai Ming-liang (El agujero, 1998). En Armand no cuenta tanto la desarticulación (deconstrucción) de los códigos sociales, de risa loca, como del género del drama oscuro en el que se ha destacado el cine escandinavo.
Aunque incipiente como cineasta, y ojalá que crezca, Halfdan Ullmann se inscribe en la misma corriente de La peor persona del mundo (2021), también protagonizada por Renate Reinsve, en la que se muestra el desgaste y la claustrofobia de conductas sociales, y donde la solución propuesta no busca imponer otra forma de moralismo, sino de encontrar nuevos caminos.