Arte
El pintor oaxaqueño José Manuel Montes presenta su exposición “Hombres y Patronos” en Barcelona
La muestra, que consta de 14 piezas de retratos en técnica mixta con grafito, dorados, tintas y acuarelas, hace un “reconocimiento a la gente del campo, a esa parte de México que está olvidada tanto en el norte como en el sur", expresó el artista plástico.BARCELONA, España. (apro) .- “Un día agarré mis cosas y decidí, me voy a probar suerte. Me tocó picar piedra mucho tiempo, pero he conocido a personas que han creído en mí, en mi trabajo, en mi obra y, con los años, sí he podido exponer en galerías y espacios públicos en España”, confiesa el artista plástico mexicano José Manuel Montes Nicolás.
Y hace referencia que es el único pintor mexicano que tiene obra en un recinto del Ejército de España porque su cuadro con la representación del general Prim a su paso por México se encuentra en el Palacio de Capitanía de Barcelona.
Luego de presentar su obra en la Galería de Casa México y en la Galería Pixán en Madrid, ahora inauguró su exposición “Hombres y Patronos” en la BiblioMusiCineteca de Barcelona.
La muestra que consta de 14 piezas de retratos en técnica mixta con grafito, dorados, tintas y acuarelas fue inaugurada el pasado fin de semana por el artista José Manuel Montes Nicolás, originario de Oaxaca.
En la exposición, dice, hace un “reconocimiento a la gente del campo, a esa parte de México que está olvidada tanto en el norte como en el sur, que no nos volteamos a ver y que tan necesarias son, pero no le damos el valor adecuado a toda esta gente el campo. A mí, en lo personal, sí me llega, me toca el tuétano”.
Hace 16 años, José Manuel Montes Nicolás, dejó Oaxaca, se “auto desterró” dice y ya le ha tocado exponer en México, Estados Unidos, Francia, Perú, España, República Checa y en los Emiratos Árabes.
“He picado piedra en muchos sitios, pero yo no soy de las personas que es conformista, sino al contrario, me dicen, ‘no puedes’ como chingados que no podemos. Quizás hoy no pueda, pero mañana sí o pasado sí, hay que seguir trabajando por conseguir lo que lo que uno quiere”, comenta en la entrevista.
Confiesa que “yo ya tenía ese gusanito o ese chip en la cabeza de decir, algún día me voy a ir. Llegó esa fecha, mi cerebro dijo, se alinearon las estrellas y pues venga, pues me toca ir. Vendí obra suficiente, conocí a las personas adecuadas, trabajé en el negocio de mi padre (José Montes Vásquez), di clases también en Oaxaca y dije, listo, tengo el dinero, me voy para Europa a picar piedra, como muchos otros artistas lo han hecho”.
Sin embargo, revela que fue su madre, doña Cristina Nicolás Velasco, la que marcó su vida porque por su trabajo conoció a personas de otras nacionalidades que a la fecha lo motivan y le inspiran ayudar.
Se conmueve hasta las lágrimas al hablar de su madre, quien es su orgullo porque formó parte del equipo de Médicos Sin Fronteras que el 10 de diciembre de 1999 recibió el Premio Nobel de la Paz en Oslo, Noruega, por su pionera labor humanitaria en todo el mundo.
Con la voz entrecortada y sin poder contener el llanto recuerda: “Mi madre entró a trabajar a Médicos Sin Fronteras cuando el alzamiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en 1994 y cuando Médicos Sin Fronteras ganó el premio Nobel, fue algo muy bonito porque la invitaron dentro de esta premiación y le entregaron un reloj que yo conservo”.
Narra: “Mira, me estás tocando el tuétano porque mi madre y mi familia han sido muy importantes en mi vida, y con los años me doy cuenta más. Mi madre es el mejor ejemplo que tengo para mis hijas y para cualquier persona. Mi madre ha sido desde albañil, paleta aquí en Europa, ha trabajado en casas limpiando, ha trabajado la tierra. Mi madre siempre fue apoyaba por mi padre. Llegaron del pueblo de una parte de la sierra de Oaxaca, que se llama Teojomulco y mi padre de Cahuacuá. Llegaron con una mano enfrente y con otra atrás. Y trabajaron todo el tiempo.
A mi madre yo la acompañaba las 5:00 de la madrugada al rastro, a matar pollos, a despacharlos y a cocinar.
Sin embargo, el hecho que cambio su vida fue “un periodo de conflicto en México que fue en el 94 cuando el movimiento zapatista, que llegó el EZLN, que estaba Carlos Salinas en esa época. Llegó lo que es la organización Médicos Sin Fronteras y buscaron alguien que les cocinara y quien les limpiara y esa persona fue mi madre”.
“Ahí fui conociendo a todas esas personas europeas, eran españoles, holandeses, italianos, de todos lados y fue tan bonito porque ellos nunca decían te discriminaban ni aceptaban les dijeran, ‘El jefe’, ‘el director’. Siempre decían ‘yo soy Carlo, yo soy Jan, yo soy Mónica y aquí todos somos iguales’”.
Entonces, mi madre entró a trabajar a Médicos Sin Fronteras y cuando Médicos Sin Fronteras ganó el premio Nobel por la ONG que contribuía tanto el mundo, invitaron a mi madre a recibir ese reconocimiento al reconocer a esa persona que les limpiaba la casa y les hacía de comer.
Considera que eso marcó su vida porque “yo escuchaba a todos ellos que se iban a diferentes países, que apoyaban y alguna vez dije: Voy a ser voluntario de Médicos Sin Fronteras. No sé cuándo, no sé cómo, algún día a lo mejor, a lo mejor como contribuyente, porque a lo mejor ya dentro de la edad ya no voy a poder hacerlo, pero como contribuyente de ayudar a esta ONG que ha estado en tantos países apoyando y que ha hecho por tanta gente”.
A tantos años de distancia, esas personas, dijo, “curiosamente son de mis mejores amigos. Una fue mi profesora de inglés y el otro fue jefe de mi madre. Ellos viven en Barcelona y cuando me platican su historia que siguen ayudando y que le están pagándole la carrera a estudiantes de Perú o Ecuador, me motivan a apadrinar a personas con ciertas necesidades.
“Yo creo que esa parte sí me marcó, yo creo que sí porque se siente muy bonito cuando a fin de año te llega una carta redactada por un niño que yo ni conozco y me dice, ‘Gracias porque este año terminé mis estudios’. Dices, guau, así tiene que funcionar el mundo, así nos tenemos que apoyar de todo”.
En su obra hacen una relación de la gente del campo con las festividades del pueblo y no le puso ficha técnica porque lo que busca es que el espectador le ponga el nombre que quiera o con quien lo relacione, por eso hay muchos elementos que identifican a México, como los hombres y mujeres de maíz. Ahí también incluyó a un muxe (homosexual en zapoteco) de Juchitán, Oaxaca.
“Es darle el valor a la gente del campo, del pueblo, la que nos alimenta, son los que rompen el lomo y no se les da el valor”.
Y viene de la mano con la fiesta de los patronos que es una obra de 2002 y va relacionado con los carnavales, con las máscaras, las tonas, los nahuales y las prácticas rituales que tienen los pueblos.