Colombia

Petro, entre el “golpe blando” y el fuego amigo

La movilización para apoyar las reformas de Gustavo Petro fue una bocanada fresca para el presidente, cuyo mandato está en grave crisis debido a la filtración de grabaciones en las que se afirma que su campaña recibió fondos ilegales, y que él considera un "golpe blando" de las élites.
sábado, 17 de junio de 2023 · 09:45

La masiva movilización del miércoles 7, en Bogotá y en otras ciudades, para apoyar los proyectos de reformas de Gustavo Petro, fue una bocanada fresca para el presidente, cuyo mandato está en grave crisis debido a la filtración de grabaciones en las que se afirma que su campaña recibió fondos ilegales. En realidad, dice Petro, las élites y los órganos de control del Estado han puesto en marcha un “golpe blando” contra su gobierno, para evitar que las reformas se aprueben y modifiquen la desigual e injusta estructura de la economía colombiana.

BOGOTÁ.- Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, enfrenta una crisis política de tal gravedad que muchos sectores se preguntan si tendrá la capacidad para dar gobernabilidad al país en los tres años y dos meses que le restan de mandato.

El mandatario, un exguerrillero que llegó al poder con la promesa de cambio en un país con poderosas élites conservadoras, afirma que es víctima de un intento de “golpe blando”, aunque muchas voces sostienen que lo que sucede es que el gobernante ha cometido errores que hoy le pasan la cuenta.

Uno de ellos habría sido aliarse con políticos tradicionales para ganar las elecciones de hace un año. El exsenador Armando Benedetti, quien fue su jefe de campaña, entra en esa categoría. Y fue quien puso a Petro en el centro de una crisis al afirmar, en audios filtrados a un medio afín a la extrema derecha, que a esa campaña entró dinero ilegal.

Esa aseveración, que Benedetti hizo en aparente estado de ebriedad y en el contexto de una retahíla de acalorados reclamos a la exjefa de gabinete, Laura Sarabia, cuya voz nunca se escucha, puso a Petro contra las cuerdas.

Los audios, divulgados por la revista Semana, parecen haber sido grabados en diferentes momentos, pues el ruido ambiente varía y aún no está claro si fueron entregados a ese medio por el exsenador o por algún organismo estatal con capacidad de interceptar llamadas telefónicas.

En esos audios, Benedetti, a quien Petro envió como embajador a Venezuela al inicio de su gobierno, reclama con encono un puesto en el gabinete, se dice maltratado, afirma que él recaudó 15 mil millones de pesos para la campaña (3.5 millones de dólares) y amenaza: “¿Qué tal que uno diga quién fue el que puso la plata?”.

Luego, con lenguaje soez, el exsenador reclama que no le han dado puestos para su gente de la costa caribe, y advierte: “Yo no me voy a dejar mamar gallo (vacilar), Laura, te lo juro por la vida de mis hijos que no pasará nunca; nos hundimos todos, nos acabamos todos, nos vamos presos”.

Los audios se convirtieron en la principal noticia de Colombia el pasado lunes 5, cuando todos los medios y las redes sociales se ocuparon de la enorme trascendencia política de las afirmaciones de Benedetti, quien tres días antes había sido cesado por Petro como embajador en Venezuela, decisión que también incluyó la salida del gobierno de la joven y poderosa Laura Sarabia por el soterrado enfrentamiento que ambos sostenían.

Políticos de extrema derecha exigieron la renuncia de Petro y lo denunciaron penalmente ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes (de diputados) por la presunta “financiación irregular” de su campaña política; el Consejo Nacional Electoral (CNE) llamó a declarar a Benedetti y a Sarabia, y la Fiscalía tomó nota del caso.

Petro respondió que sus rivales políticos se apresuraron a denunciarlo en la Comisión de Acusaciones, instancia que investiga a los presidentes en Colombia, a pesar de que “en ninguna entrevista o en audios se ha mostrado que he cometido un delito”.

“Se trata –dijo en su cuenta de Twitter– de un simple intento de golpe blando para detener la lucha contra la impunidad.”

Benedetti también sostuvo, en un mensaje en Twitter, que los audios divulgados por Semana fueron “manipulados” y pidió excusas al presidente y a Sarabia –quien trabajó con él en el Senado– “por la agresión y el ataque malintencionado”. Además, sostuvo que “en un acto de debilidad y tristeza me dejé llevar por la rabia y el trago”.

Semana divulgó después una entrevista en la que el exembajador admite ser consumidor de cocaína –factor que habría impedido que lo designaran ministro– y sugiere que Petro también ha usado esa sustancia.

“Esto es un ejemplo claro de lo que en política se denomina ‘fuego amigo’”, dice a Proceso el politólogo Mauricio Jaramillo Jassir.

¿Ruido de sables?

El pasado martes 6, comentaristas de medios y políticos de oposición mencionaban la posibilidad de que Petro optara por renunciar ante la gravedad del escándalo. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, aliado del presidente, señaló incluso que “será un milagro si termina su periodo”.

El mandatario insistió en que a su campaña nunca ingresaron dineros ilícitos y convocó a una marcha a fin de respaldar las reformas sociales que tramita en el Congreso, en especial las de la salud, las pensiones y la laboral, que amplios sectores critican por considerarlas inconvenientes para el país o estatistas o lesivas para el sector privado.

El miércoles 7, Petro encabezó en Bogotá una masiva movilización que se replicó en las principales ciudades del país, y dijo que las miles de personas que salieron a las calles a apoyar sus reformas estaban enviando “un mensaje al Congreso de Colombia”, donde su coalición no tiene mayoría.

“Les solicitamos (a los congresistas) con todo el respeto, con humildad, desde nuestras ganas de justicia y de paz, que aprueben las reformas que le garantizan al pueblo colombiano sus derechos”, dijo.

Además, acusó a “la prensa” –en general– de “odiar” a la vicepresidenta, la afrocolombiana Francia Márquez, por su color de piel, y culpó a la revista Semana de actuar en sintonía con la Fiscalía, cuyo titular, Francisco Barbosa, electo en el gobierno del ultraderechista Iván Duque (2018-2022), ha mantenido una dura confrontación con Petro.

El mandatario insistió en que hay sectores que buscan “tumbar” sus reformas y destruir a su gobierno en la Comisión de Acusaciones, de la misma manera en que se hizo en Perú con el expresidente Pedro Castillo, destituido y encarcelado por “rebelión” en diciembre pasado.

Afirmó que en Colombia se busca hacer “un golpe blando… un golpe de Estado”. Algunos de sus aliados políticos recordaron que el mes pasado militares en retiro se manifestaron en el centro de Bogotá para exigir la salida de Petro del poder y que el coronel retirado John Marulanda dijo que, así como fue “defenestrado” Pedro Castillo en Perú, “aquí vamos a tratar de hacer lo mejor por defenestrar a un tipo que fue guerrillero”.

El politólogo Mauricio Jaramillo Jassir explica que en Colombia “hay una élite que se resiste a aceptar que perdió las elecciones” y que los ciudadanos eligieron una opción de cambio.

Esa élite y sus voceros, señala el profesor de la Universidad del Rosario, tienen “urgencia” de deshacerse del presidente y por eso piden su renuncia cada vez que asoma una crisis, cuando “en realidad los audios de Benedetti no comprometen a Petro en términos de pruebas”.

Para el doctor en ciencia política de la Universidad de Toulouse, lo que sí hay es “una Fiscalía y una Procuraduría (cuya titular es Margarita Cabello, también electa en el gobierno pasado) que están atacando al gobierno con la intención de hacerlo inviable”.

La Fiscalía ha allanado oficinas de la Presidencia en busca de equipos de intercepción telefónica, que no encontró, y la procuradora Cabello, quien fue ministra de Justicia de Duque, investiga a seis congresistas de la coalición de Petro con miras a su inhabilitación o destitución.

La bancada petrista solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares para proteger los derechos políticos de sus integrantes y la voluntad popular.

Jaramillo Jassir dice hay en el país “una doble moral” y recuerda que la Fiscalía y la Procuraduría fueron complacientes con Duque ante las denuncias de que ingresó dinero del narcotráfico a su campaña y, también, cuando en 2021 el entonces presidente ordenó reprimir las protestas sociales, en las que murieron decenas de jóvenes. “Son crímenes de lesa humanidad que están impunes, y esto lo omiten muchos medios”, señala Jaramillo Jassir.

Dice que, en cambio ahora, “cuando uno ve las portadas de la revista Semana en contra del gobierno, la difusión de noticias falsas… Semana, por ejemplo, publicando los audios de Benedetti a cuentagotas; es evidente que quieren hacer de cada cosa un gran escándalo y hacer pasar la idea de que es insostenible este gobierno”.

Oxígeno en medio de la crisis

La multitudinaria movilización del miércoles 7 en apoyo a Petro fue una bocanada de aire fresco para el presidente, quien además recibió un espaldarazo de dirigentes progresistas de varios países.

En una misiva, diversos personajes, como el excandidato presidencial francés Jean-Luc Mélenchon, el parlamentario inglés Jeremy Corbyn y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, señalan que los poderes tradicionales de Colombia se organizaron “para restaurar un orden marcado por la desigualdad extrema, la destrucción del medio ambiente y la violencia patrocinada por el Estado”.

Los dirigentes progresistas, entre ellos la secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, llaman “a los amigos del pueblo colombiano y a los aliados de la democracia de todo el mundo a oponerse a estas infames tácticas e impedir el avance de un golpe blando en Colombia”.

La investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Silvina Romano, estudiosa del tema de los “golpes blandos”, afirma que Petro tiene razón en plantear que a eso se enfrenta, porque hay en marcha “un amedrentamiento a su gobierno por el espíritu reformista que plantea”.

Ese tipo de golpes, señala la doctora en ciencia política, ya se han puesto en práctica en algunos países, como Brasil (con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff y el encarcelamiento del hoy mandatario Luiz Inácio Lula da Silva) o Ecuador (con los procesos contra el expresidente Rafael Correa), y tienen como sello el uso de la justicia y del linchamiento mediático como armas políticas.

Dice que en Colombia se despliega “una estrategia que busca desestabilizar, desacreditar y desmoralizar al gobierno de Petro para evitar que lleve a cabo reformas que modifiquen la estructura de una economía absolutamente desigual e injusta”.

A su vez, el politólogo Mauricio Jaramillo Jassir señala que, si bien hay intereses que se sienten amenazados por el gobierno de Petro, el mandatario ha cometido errores, como el de haberse rodeado de políticos tradicionales del corte de Benedetti, quien enfrentaba un proceso penal por violación de comunicaciones, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias e injuria.

“Era difícil para Petro ganar, sobre todo en segunda vuelta, si no pactaba con el establishment, pero en el caso de Benedetti (quien fue su colaborador más cercano durante la campaña) se le fue la mano”, sostiene.

Otro “error” que se le atribuye al mandatario es su proclividad por tuitear de manera poco reflexiva, lo que lo ha obligado a rectificar y a cazar peleas innecesarias con medios de comunicación. Al portal La Silla Vacía, un medio independiente, serio y crítico con varios gobiernos, le ha reprochado notas basadas en hechos en las que el gobierno sale mal parado.

El profesor de la Universidad Nacional (Unal) de Colombia, Fabio López de la Roche, dice por su parte que al presidente “no le queda bien, por el deber ser ético y por el poder que tiene, mostrar intolerancia frente a las críticas que, con sustento documental, le han hecho algunos medios”.

El coordinador del grupo de investigación “Comunicación, Cultura y Ciudadanía” de la Unal señala que en Colombia hay medios tradicionales que hacen “periodismo militante”, como la revista Semana, que “está a favor de la extrema derecha”, o el diario El Tiempo, que es “órgano de los grupos dominantes de la economía y la política” y que “cada vez es más antipetrista”.

Pero Petro, dice, “no ha encontrado la manera de articular un relato persuasivo en favor de sus propuestas de reformas y esto, junto a la campaña en su contra de gran parte de la prensa tradicional, ha minado su popularidad”.

Las encuestas divulgadas en días recientes indican que es más alto el número de colombianos que desaprueban la labor del mandatario que el de quienes lo respaldan.

López de la Roche dice que “Petro es la única posibilidad real de cambio que ha tenido Colombia en muchas décadas, y al país no le conviene que la esperanza se diluya, sino que se consolide con un cambio ordenado y concertado”.

Reportaje publicado el 11 de junio en la edición 2432 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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