Energía

La histórica Necaxa, también en manos de una empresa extranjera

La hidroeléctrica Necaxa quedó en manos de Generadora Fénix, cuyo socio principal es la trasnacional portuguesa Mota-Engil. En su nómina está el dirigente del SME, Martín Esparza, quien sin trabajar en la planta recibe un salario de 2 mil 500 pesos diarios.
sábado, 24 de septiembre de 2022 · 09:07

NUEVO NECAXA, Pue. (Proceso).– En 1910, cuando la planta hidroeléctrica Necaxa logró producir 100 mil caballos de fuerza, fue considerada una de las generadoras de electricidad más potentes del mundo, sólo comparable con la capacidad que tenían las cataratas del Niágara.

En 2009, cuando el entonces presidente Felipe Calderón decretó la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC), este sistema de generación de electricidad, pese a su antigüedad de casi un siglo, aún operaba a más de 90% de su capacidad instalada.

Luis López Hernández, quien fue operador de la subestación El Salto y hoy está jubilado, recuerda que en su tiempo este conjunto hidroeléctrico fue reconocido mundialmente como un prodigio de ingeniería. Y tan lo fue que a la fecha sigue funcionando, aunque ahora en manos de Generadora Fénix, cuyo socio principal es la trasnacional portuguesa Mota-Engil.

Tras la extinción de LFC, electricistas, académicos, ingenieros y pobladores de esta región salieron a reclamar el valor social, histórico, técnico y económico de Necaxa como “Cuna de la Electricidad de México y Latinoamérica” y uno de los logros más importantes del sistema eléctrico mexicano aún activo.

Mario Govea Sansón, jubilado de LFC y miembro del Comité Nacional de Estudio de la Energía (CNEE), señaló que la importancia de este sistema no puede medirse por la cantidad de energía que genera (apenas 3% de lo que producía el organismo liquidado), sino porque con él comenzó a estructurarse la red eléctrica nacional.

De igual manera, historiadores destacan que la construcción de la planta Necaxa es el parteaguas para que México iniciara su revolución industrial, pues a partir de esto el país tuvo condiciones de generar electricidad a gran escala y para el alumbrado público de la Ciudad de México, con lo cual Porfirio Díaz celebró el Centenario de la Independencia.

Para Puebla, este sistema hidroeléctrico es tan relevante en su historia que es uno de los cuatro elementos de su escudo de armas.

Ya antes de que Calderón tomara la medida de desaparecer LFC había académicos como Ernesto Godoy Dárdano, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que propusieron declarar a Necaxa como zona típica del Estado.

En 2010 el CNEE elaboró una publicación con la colaboración de extrabajadores, como Víctor González y Luis López Hernández, llamada El Sistema Hidráulico de Necaxa, patrimonio histórico, social, cultural y tecnológico del pueblo mexicano.

En ese mismo año se creó la Asociación Civil Comité para la Defensa del Patrimonio Cultural Tecnológico e Industrial, la cual ha solicitado ante el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios declarar el sistema Necaxa como Patrimonio Industrial de la Humanidad.

Mario Benítez, extrabajador de LFC, señala que estas plantas, que en 2015 fueron entregadas por el expresidente Enrique Peña Nieto a Generadora Fénix, más que ser un patrimonio de los electricistas son un bien que pertenece al pueblo de México y por eso no debería estar en manos extranjeras.

“Maravillosa obra de ingeniería”

En 1895 el francés Arnoldo Vaquié creó la Societé du Necaxa, al amparo de una concesión otorgada por el gobierno de Porfirio Díaz. Sin embargo, por falta de capacidad técnica y presupuesto no concretó el ambicioso proyecto de aprovechar el potencial hídrico de esta región para producir electricidad.

Fue el estadunidense Frederick Stark Pearson quien, con capital canadiense, fundó en Toronto el 10 de septiembre de 1902 la empresa The Mexican Light and Power Co. Limited, considerada el antecedente de LFC.

Con 50 ingenieros y 2 mil 300 trabajadores, Stark Pearson inició en noviembre de 1903 la construcción de la presa Necaxa, cuyo dique es catalogado como una “maravillosa obra de ingeniería”, pues ante la carencia de piedra y de materiales, como concreto, de esa época, se utilizó arcilla de la región para revestir su núcleo.

El sistema, concluido en su totalidad en 1954 y en el que se estima que participaron unos 10 mil trabajadores, comprende mil 376 kilómetros cuadrados y 275 kilómetros de líneas de conducción, donde se capta el flujo de unos 40 ríos de la Sierra Norte de Puebla.

Cuenta con cinco presas, dos de ellas en Hidalgo –Laguna y Los Reyes– y otras tres en Puebla –Nexapa, Tenango y Necaxa–, donde se aprovechan las condiciones topohidrográficas de la zona, con un desnivel de casi mil 700 metros entre la primera presa y la última planta, para activar en cascada las turbinas.

Presas de almacenamiento y regulación de agua, canales, túneles, compuertas, obras de toma y tuberías de presión conducen el líquido hasta tres centrales generadoras: Necaxa, Tepexic y Patla.

Uno de los túneles de este complejo mide 30 kilómetros y fue considerado entonces como el más largo del mundo, mientras que la galería filtrante, que reúne los aportes de corrientes de aguas subterráneas que alimentan el embalse de la presa, junto con la solución de instalar una casa de máquinas a 450 metros de profundidad, igual son considerados prodigios de ingeniería.

También se construyeron 50 kilómetros de carreteras y ferrocarriles que representaron grandes dificultades técnicas por la geografía de esa zona; se tuvo que reubicar a las poblaciones de Necaxa, San Miguel Acuatla y Patoltecoya.

La presa Necaxa empezó a generar electricidad para la Ciudad de México el 6 de diciembre de 1905. En 1910 su operación al máximo se consideró un paso hacia la modernización de México.

A la fecha, este complejo es considerado uno de los siete puntos medulares del país para un “arranque negro”, que es restablecer el servicio de cero en caso de un apagón generalizado, pues sólo se necesita el paso de agua para activar las turbinas, y de ahí enviar la energía a plantas carentes de esa capacidad de arranque.

En Necaxa, las redes de conocimiento para operar la planta se tejieron de abuelos a padres y a hijos. Los extrabajadores sostienen que siempre privó el “amor a la camiseta”, pues a pesar de que a veces carecían de materiales suficientes o adecuados, lograron mantener las plantas a 95% de su capacidad. Así ocurrió hasta la madrugada del 10 de octubre de 2009, cuando los desa­lojó la Policía Federal.

Los privilegiados

En 2012 Luis López elaboró un manual para demostrar no sólo el valor histórico y social de este sistema, sino también que aún era una planta rentable, pues en promedio había producido, hasta antes de la desaparición de LFC, 870 millones de kilowatts-hora (kh) anuales.

En ese entonces, el trabajador jubilado, quien conocía palmo a palmo el sistema, calculó, con una tarifa promedio de 1.60 pesos por kh y un costo de producción de 80 centavos por kh –previstos salarios, mantenimiento, suministros y demás–, que Necaxa aún podía generar una utilidad de 696 millones de pesos por año.

En su estudio indicó que las instalaciones eléctricas y mecánicas se habían reemplazado en 1999 en Necaxa y Tepexic, y que la central de Patla se había modernizado, por lo que sólo requeriría de una inversión de 10% anual (69 millones 600 mil pesos) para reparar las instalaciones hidráulicas. Así, la utilidad neta se colocaría en 626 millones de pesos.

Además, estimó que, con algunos trabajos de modernización e incremento de almacenaje a través del desazolve de vasos, la producción podría aumentar a mil millones de kh, lo que generaría mayores ganancias.

López entregó esta información a la dirigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), quienes a su vez lo presentaron ante diversas autoridades y foros como una alternativa de reinserción laboral de los trabajadores de LFC.

Nadie supo después cómo Mota-Engil se asoció con la dirigencia del SME para tomar el control de la Cuna Nacional de la Electricidad.

Bajo la administración de Generadora Fénix, sólo fueron recontratados 330 trabajadores de los 600 sindicalizados que trabajaban en Necaxa hasta antes de la liquidación.

En la nómina están el dirigente del SME, Martín Esparza, sus familiares e integrantes del comité directivo sindical. En el caso de Esparza, sin trabajar en la planta, recibe un salario de 2 mil 500 pesos diarios.

Otros, entre 100 y 200 extrabajadores, pueden emplearse a través de la Cooperativa LF del Centro, pero carecen de prestaciones y derechos laborales.

Pobladores señalan que esta reducción de personal ha hecho que Generadora Fénix –que reconoce que las plantas Necaxa y Lerma le producen ingresos por mil 600 millones de pesos al año– descuide labores que eran consideras prioritarias por LFC, entre ellas el cuidado y la reforestación de los bosques de la región.  

Reportaje publicado el 18 de septiembre en la edición 2394 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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