Violencia
Jesuitas por la Paz, la policía de Dios
En la idea de que “la comunidad por sí sola no puede resolver el tema de la seguridad, y la policía por sí sola no puede hacer sostenible la seguridad”, la Compañía de Jesús y el gobierno federal trabajan en un inédito programa de capacitación para corporaciones municipales del país. En una primera etapa prepararán a policías de Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Habla en entrevista Jorge González, principal promotor del proyecto.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Con el fin de contribuir a la pacificación del país, la Compañía de Jesús acaba de elaborar un proyecto de capacitación policiaca, el cual se prevé implementar entre las corporaciones municipales –pues considera que “la seguridad se construye de abajo hacia arriba”–, en coordinación con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), a cargo de Rosa Icela Rodríguez.
Elaborado concretamente por Jesuitas por la Paz, el proyecto, Programa de Fortalecimiento de la Función Policial y su Vinculación con la Comunidad, parte de la idea de que sólo se puede “construir la paz” mediante la estrecha “colaboración” entre la comunidad y su policía municipal, de ahí que, asegura, “la comunidad por sí sola no puede resolver el tema de la seguridad, y la policía por sí sola no puede hacer sostenible la seguridad”.
El principal promotor de este proyecto, el jesuita Jorge Atilano González Candia, comenta: “En las distintas propuestas sobre policías municipales se tiene claridad respecto de las características de proximidad y resolución de conflictos comunitarios que deben tener estas policías. Sin embargo, siempre han faltado los ‘cómos’, el cómo hacerle para llevar estas ideas a la práctica. Y esto es justamente lo que ahora aporta nuestra propuesta: mostrar y ofrecer los ‘cómos’”.
–¿Qué ha pasado entonces con la figura de “policía de proximidad”, que ya se ha aplicado anteriormente? ¿No ha funcionado?
–Se ha quedado en el puro nombre de “policía de proximidad”, un término que incluso le gusta mucho a la ciudadanía. Es una policía que, por ejemplo, anda a pie y saluda a la gente. Pero hasta ahí se queda. ¡No! Aquí lo importante es que ayude a resolver los conflictos comunitarios, vecinales y familiares. De ahí que nosotros ofrecemos una formación para obtener las habilidades que precisamente permitan la resolución de estos conflictos.
González Candia dice que, a diferencia del “modo militar” de formación policiaca, el cual se “rige por la lealtad al mando, la disciplina, el control social y el cumplimiento de la ley”, la propuesta de los jesuitas es totalmente opuesta porque se sustenta en la participación comunitaria.
“Proponemos una cultura de deliberación participativa, que le dé prioridad al diálogo con la población, a lo local, a la evaluación de la policía municipal por parte de la propia comunidad. Ese es el modelo de nuestro proyecto”, dice.
Aclara que sólo se enfocan a la formación de las policías municipales –descartando a las estatales y a la federal– porque consideran que la “seguridad se construye de abajo hacia arriba”. Además de que el trabajo en el ámbito municipal es la labor que durante años viene realizando Jesuitas por la Paz, un “centro de investigación y acción social” perteneciente a la Compañía de Jesús.
Expulsión de narcos
En 2016 Jesuitas por la Paz comenzó por emprender el Programa de Reconstrucción del Tejido Social en algunos municipios azotados por los cárteles del narcotráfico, proyecto en el cual colaboran la propia población, gobiernos municipales, policía, empresarios, Iglesias y otros actores locales. Con base en esa coordinación comunitaria, algunos municipios, como el de Tancítaro, Michoacán, pudieron expulsar a los cárteles de la droga de su territorio.
Alrededor de ese poblado se edificaron altos torreones de concreto o piedra, con un mirador techado, desde el cual elementos de la policía municipal vigilan las 24 horas. Junto con la comunidad, estos guardias lograron bloquear el paso a Los Zetas, La Familia Michoacana y a Los Caballeros Templarios, que anteriormente tenían aterrorizada a la población, al grado de que atacaban las oficinas de la alcaldía y quemaban empacadoras de aguacate (Proceso 2158).
Y fue con este programa de reconstrucción del tejido social que se empezó a dar un adiestramiento distinto a las policías locales, lo cual hizo “bajar los índices delictivos”, y le abrió la puerta a este nuevo proyecto “enfocado exclusivamente a la capacitación de las policías municipales, con base en toda nuestra experiencia previa”, explica González Candia.
–¿A los policías municipales se les debe capacitar para combatir al crimen organizado?
–No. Ese trabajo le corresponde a las policías estatales y a la federal. La naturaleza de la policía municipal es otra, es realizar más bien un trabajo preventivo y desarrollar habilidades que tengan que ver con el diálogo y la empatía con la comunidad. Y, claro, resolver los conflictos comunitarios que ya le comenté.
Mas no por eso, advierte González Candia, debe soslayarse la importancia que tienen las policías municipales, pues son las que viven permanentemente en las comunidades y, por tanto, tienen la ventaja de entender mucho mejor las condiciones de cada localidad.
“Por ejemplo, el Ejército y la Guardia Nacional no tienen la capacidad de entender las situaciones locales. Los elementos de esas corporaciones realizan de pronto rondines a bordo de sus vehículos. Pasan por las comunidades y se van. No tienen mayor contacto con la población, a diferencia de la policía municipal.
“Ésta, por ejemplo, conoce muy bien la llamada microdelincuencia que prolifera en el país, y sabe cuáles son los grupos que la manejan. Me refiero a robos a casa-habitación, robo de vehículos, asaltos a mano armada y homicidios relacionados con estos hechos, pues no todo son los grandes cárteles que controlan grandes extensiones de territorio.
“Por eso, ante todo este conocimiento que tiene la policía municipal de su región, el crimen organizado siempre busca cooptarla, para luego utilizarla como eslabón para controlar a la comunidad. El narcotráfico tiene una gran flexibilidad para adaptarse a las circunstancias locales. Este es un grave problema a nivel nacional. De ahí la importancia de tener buenas policías municipales.”
–¿Qué medidas deben tomarse para impedir esta cooptación?
–De acuerdo con nuestra experiencia en reconstrucción de tejidos sociales, es la misma comunidad organizada la que protege a su policía, y ésta protege a su vez a la comunidad. Unos a otros se protegen de los cárteles de la droga.
–¿Y qué debe hacerse con los elementos policiacos ya cooptados o que han caído en malas prácticas?
–En este caso sí hay necesidad de hacer una depuración, pero sobre todo de los altos mandos. Después se necesita seleccionar, contratar y capacitar a nuevos elementos policiales. Y en este proceso debe participar la comunidad.
–¿Ustedes también capacitarán sobre el tipo y uso de armamento?
–No, en ese ámbito no nos metemos. Eso compete a los gobiernos municipales. Pero sí reconocemos que hace falta una policía de reacción para enfrentar y replegar a la delincuencia… Y obviamente que, para ello, necesita armamento. En fin, todos esos puntos se especifican en el programa.
El Programa de Fortalecimiento de la Función Policial y su Vinculación con la Comunidad explica lo siguiente en su presentación: “Este programa es un camino para disponerse a la colaboración y mejorar la organización interna de las policías municipales”.
El programa se estructura con base en las “18 dimensiones” que se requieren para tener una eficiente policía municipal vinculada a su comunidad. Y éstas son las siguientes:
Crear “espacios de encuentro” entre policías y ciudadanía, capacidad policiaca para “atender problemas y generar confianza”, conocimiento y familiarización con los jóvenes, tener habilidades de colaboración con las instituciones de gobierno, organizaciones civiles, empresarios, iglesias y otras; crear “instancias” interinstitucionales para que la policía rinda cuentas, implementar mecanismos para la transparencia.
Igualmente, asegurarse de que la policía tenga una “ética de servicio”, conocimiento del territorio y comprensión de la violencia, satisfacción de sus elementos de pertenecer a la corporación policiaca, crear una “cultura de la deliberación participativa”, dar formación en derechos humanos y perspectiva de género, que haya liderazgos que favorezcan al “enfoque comunitario”.
También se requiere una “organización comunitaria” para realizar tareas de prevención del delito, participación de la ciudadanía en la selección del personal policiaco, lo mismo instancias de análisis, planeación y evaluación externa de las estrategias de seguridad; mecanismos para atender conflictos vecinales, incorporación de la tecnología para la prevención y la reacción y –como último punto del programa– se necesitan estrategias de seguridad contextualizadas y flexibles.
Separación Iglesia-Estado
Jesuitas por la Paz indica que estos 18 puntos son producto de sus “aprendizajes” en la reconstrucción de tejidos sociales que realizó en varios municipios que padecían violencia. Y ahora, agregan, “con este programa queremos contribuir al reconocimiento de la policía municipal y a la organización territorial como clave fundamental para la construcción de la paz en México”.
Y a fin de que el programa se aplique en el mayor número posible de corporaciones policiacas municipales, tomando en cuenta que en México hay 2 mil 471 municipios, González Candia ya sostuvo una primera reunión, el 29 de marzo, con dos funcionarios de la SSPC: Antonio Hazael Ruiz Ortega, titular de la Unidad de Política Policial, Penitenciaria y Seguridad Privada, y Tania Enríquez Mier, a cargo de la Unidad de Prevención de la Violencia.
“A esa reunión no pudo asistir la titular de la Secretaría de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, porque estaba enferma de covid-19. De manera que les entregué nuestro proyecto a Enríquez y a Hazael Ruiz. Los vi muy abiertos, dispuestos a adentrarse en el tema porque creen que nosotros podemos aportar elementos importantes en la formación policial.”
–¿Y llegaron a algún acuerdo?
–Sí, nosotros vamos a elaborar una propuesta de taller para la policía. Será un taller que sirva para sensibilizarlos. Nos dijeron que empezaríamos con policías de la zona centro del país: Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Morelos. Y para finales de mayo próximo tendremos una primera reunión con policías.
“También acordamos que nos reuniríamos con la secretaria Rosa Icela. De manera que, por lo pronto, elaboraremos una propuesta muy específica de fortalecimiento policial. Apenas estamos en el inicio del diálogo con estas autoridades de gobierno.”
–¿El hecho de que sea un proyecto eclesiástico no infringe la separación Iglesia-Estado, estipulada en la Constitución?
–Mire, nosotros hemos adquirido experiencia en ese tipo de capacitación policial. Lo único que nos interesa es compartirla para poder alcanzar la paz en México. Eso es todo lo que podría decir al respecto.
Estas pláticas para llegar a una cooperación entre la Compañía de Jesús y la SSPC se dan en medio de una alarmante escalada de violencia en el país, ya que –según estadísticas de esa dependencia federal– marzo fue el mes más violento en lo que va de 2022.
En el reciente informe mensual de incidencia delictiva, dado a conocer el 20 de abril por la SSPC, se señala que Guanajuato, Michoacán y el Estado de México fueron los tres estados que encabezan el aumento de asesinatos.
En ese mes sangriento, en Guanajuato se registraron 766 homicidios dolosos; en Michoacán, 756, y en el Estado de México, 629.
Historiador en materia de relaciones Iglesia-Estado, Roberto Velázquez Nieto advierte que “no existe ningún precedente de colaboración institucional en materia de capacitación policiaca entre ambas instancias. Es algo inédito, muy novedoso”.
El autor de la investigación Los caminos de la justicia en los documentos de Ezequiel Montes Ledezma –donde se abordan las ríspidas relaciones del gobierno juarista con la Santa Sede–, recuerda que la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público delimita las atribuciones de las iglesias en México. “Y esa legislación no considera la posibilidad de que las iglesias participen en asuntos de seguridad. Éstos competen sólo al Estado”.
La capacitación policiaca es una de las actividades que la Compañía de Jesús realiza en México; esta congregación ha venido trabajando en ámbitos que van de los derechos humanos, la educación, migrantes, pueblos originarios, refugiados, laboral, reconstrucción del tejido social y medio ambiente a la economía social.
Actualmente los jesuitas operan 43 “obras” –como llaman a sus distintas organizaciones con funciones específicas–, de las cuales 13 pertenecen al “sector de educación” (universidades y colegios), 16 al sector de “pastoral” y 14 al “sector social”, según la lista actualizada que proporcionó a este semanario Narce Santibáñez, encargada de Comunicación Social de la Compañía.