Ajedrez
Perder y ganar en ajedrez
Kasparov dice en su libro “Deep Thinking: “Soy un terrible perdedor. Quiero aclarar eso desde el principio. Odio perder. Odiaba perder mucho juegos y odiaba perder los buenos. Odiaba perder contra jugadores débiles y odiaba perder contra campeones del mundo".CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Es bien sabido el dolor que causa una derrota en ajedrez y la inmensa alegría que significa ganar. No hay medias tintas y claramente el fenómeno de la derrota o victoria se observa mucho más amplificado en los ajedrecistas de elite. Kasparov, por ejemplo, cuando perdía, aceptaba la derrota dando la mano a su rival pero no se detenía al post mortem. Se levantaba y se iba echando humo en la cabeza. Fischer, en su momento, declararía que “Ni siquiera menciones que he perdido. No puedo soportar incluso pensar en eso” “Don’t even mention losing to me. I can’t stand to think of it.”). Hemos también visto a Carlsen perder (una partida a ritmo rápido), y tirar la pluma con coraje, haciendo aspavientos de la derrota como si la derrota fuese lo peor que pudiese pasar en su vida.
El tema merece un trato más cuidadoso. En una entrevista reciente le preguntaron a Viswanathan Anand, cinco veces campeón de mundo, si odiaba tanto perder como Kasparov. Anand contestó: “Para mí, parece que él [Kasparov] ni siquiera está cerca de mí, pero admito que no puedo verlo a él desde adentro, y probablemente él no pueda verme a mí desde adentro. Cuando pierdo, no puedo imaginar a nadie en el mundo quien pierde tanto como yo internamente”. Y uno podría pensar que Anand siempre se ve calmando y sin perder jamás la compostura. Vishy indica: “No soy un buen perdedor. Soy un buen actor. Sé cómo comportarme en público. Puedo actuar por cinco minutos pero yo sé que una vez que termine la conferencia de prensa y que termine de hablar con usted, iré a mi cuarto y me pegaré en mi cabeza contra la pared porque eso es lo que quiero hacer ahora”.
Y Anand elabora aún más: “De hecho, el asunto se pone peor. Debería haber sabido eso (refiriéndose a alguna jugada o maniobra de su adversario), debería haber sabido eso, Debería no haber hecho lo que hice. ¿Cuál es el punto de hacer esto mil veces y no aprender nada? Uno se enoja consigo mismo mucho más. Odio perder ahora mucho más que antes”.
¿Y cuáles son las razones de esto? Probablemente lo que pasa es que los jugadores de ajedrez invierten mucho tiempo en el juego y por ello no soportan perder. Así, cuando pierden una partida, parece que sienten que su vida ha sido todo un desperdicio, un esfuerzo hecho en vano. Pero claramente hay un elemento que parece fundamental: los jugadores de alto nivel son muy competitivos, quieren ganar en todo. Kasparov dice en su libro “Deep Thinking: “Soy un terrible perdedor. Quiero aclarar eso desde el principio. Odio perder. Odiaba perder mucho juegos y odiaba perder los buenos. Odiaba perder contra jugadores débiles y odiaba perder contra campeones del mundo. He tenido noches sin dormir después de las derrotas. He tenido arrebatos de ira en las ceremonias de premiación después de una mala derrota. Me ha molestado descubrir que me perdí una buena jugada en una partida que perdí hace veinte años cuando la analicé para este libro. Odio perder, y no sólo en el ajedrez. Odio perder en los juegos de trivia. Odio perder en juegos de cartas. (Mi completa falta de cara de póquer es la razón por la que rara vez juego a ellos)”. (Deep Thinking, Capítulo 7).
Hoy probablemente nadie dude de esta actitud de Kasparov. Siempre quiere ganar. Se le ha visto discutir en sesiones de simultáneas, de exhibición, donde molesto indica que alguien le ayuda a uno de los jugadores que está participando en la exhibición. No sólo quiere ganar en los torneos tradicionales, sino que en partidas rápidas, en exhibiciones de simultáneas y en encuentros de ajedrez rápido por el simple hecho de pasar el rato. La competencia está tan arraigada en jugadores como Kasparov, que la derrota es un acicate para seguir trabajando duro y el dolor que les causa perder es inconmensurable.
Y es que la mayoría de los jugadores sí, sufrimos al perder, pero no a estos niveles. Un jugador local, que falleció prematuramente, Silverio Selvas, era un jugador que había leído muy poco pero tenía un gran talento. Cuando apareció por primera vez en el club tuvo un par de partidas increíbles ante los maestros locales. Pero poco a poco descubrimos que Silverio no tenía ese afán de ganar muy arraigado. Si perdía, no le causaba demasiado malestar. Seguramente como a todos, le dolía, pero no parecía que esa ambición de ganar, cuando se frustraba por perder la partida, lo pusiese de malas o que se fuese furioso del club por ello. Y eso es tal vez la gran diferencia entre los jugadores de alto nivel y todos los demás. A los primeros, les va la vida en cada partida. Tal vez ese sea el verdadero secreto de estos grandes jugadores.