Economía
¿Otra crisis en México? Moody’s explica sus cálculos sobre una recesión para 2023
El área de análisis de Moody’s advierte que la economía mexicana caería en recesión a mediados del próximo año. ¿Cuándo se verá el final del túnel? La agencia calificadora expone su proyección.CIUDAD DE MÉXICO (apro).– La sombra de la recesión amenaza a México, advirtió la firma Moody’s Analytics, que expuso como fuentes de una recesión prolongada la crisis mundial y la de Estados Unidos.
De acuerdo con las proyecciones de la calificadora la economía nacional caería en recesión a mediados de 2023. La contracción económica se extiende desde el segundo trimestre hasta el cuarto, cuando la economía toca fondo. El Producto Interno Bruto (PIB) se contrae 1.7% en 2023, después de crecer 1.8% en 2022.
Así, la economía mexicana acumularía una contracción de 3.4% del segundo al cuarto trimestre de 2023, mucho mayor a la caída reportada por la economía estadunidense de 2.1 por ciento.
Lo peor del escenario planteado es que hasta el año 2025 la inflación regresaría a niveles de 3%, porcentaje meta del Banco de México.
De acuerdo con el reporte titulado “La próxima recesión global”, la economía mexicana enfrentará una combinación de eventos desfavorables:
De entrada, la persistencia de choques de oferta en la economía global, altos precios de las materias primas y debilitamiento de la demanda interna ante la necesidad de una mayor restricción monetaria para abatir la alta inflación.
Además, la producción interna sufre continuas interrupciones por escasez de insumos tanto nacionales como externos.
El área de análisis de la calificadora advierte que en sus proyecciones la persistente alza de precios internos amenazaría con “desatar una espiral inflacionaria alimentada por el deterioro en la formación de precios”.
“Este deterioro es mayormente causado por choques de oferta y demanda y por el empeoramiento de las expectativas. La persistencia inflacionaria fuerza al Banco de México a apretar la política monetaria más allá de la neutralidad, consecuentemente deprimiendo la demanda interna y con ello debilitando la actividad económica en general”, agregó el informe elaborado por Alfredo Coutiño.
De acuerdo con Moody’s Analytics, esta caída de la economía mexicana es consistente con la elasticidad histórica reportada en las crisis recientes y con la interdependencia de los ciclos económicos de las dos naciones.
Por otra parte, la tasa de desempleo se eleva desde finales de 2022, a medida que la economía pierde fuerza, y alcanza un máximo en 2023 ante la pérdida de empleos generada por la recesión.
Eso no es todo. El ingreso de las familias sufre un golpe doble, uno por la reducción del poder de compra generado por la inflación y otro por la pérdida de empleos.
“En este ambiente inflacionario, y dado el mandato monetario uni-objetivo, el banco central se ve forzado a acelerar la magnitud de las alzas de la tasa de referencia, la cual alcanza un máximo a mediados del 2023 cuando la economía entra en recesión”, previó la firma.
Después, la tasa de interés comienza a descender posteriormente a medida que la demanda interna se deprime.
Por su parte, el peso mexicano comienza a perder terreno desde finales de 2022 y más significativamente durante la primera mitad del 2023 a medida que la aversión al riesgo induce salida de inversionistas buscando refugio en activos denominados en dólares.
La tasa de los bonos gubernamentales aumenta para compensar el premio al riesgo e intentar retener a los inversionistas en el mercado local.
El final del túnel
Ya para el primer trimestre del 2024, la economía mexicana sale de la recesión en sincronía con la economía estadounidense. La recuperación avanza en 2025 a medida que el mercado estadounidense se fortalece. El desempleo desciende más rápidamente en 2025 y la inflación solo regresa a su objetivo hasta mediados del 2025.
En este escenario, la economía mexicana reproduce las características típicas reportadas en episodios de crisis del pasado.
En este sentido, acotó, el país enfrenta un choque real y uno financiero.
En el primer caso, la economía real recibe dos impactos negativos: uno externo generado por la caída de la demanda global, en particular por la contracción del mercado estadounidense, y el otro interno producido por el debilitamiento de la demanda ante el ajuste necesario de la política monetaria.
En el segundo caso, la economía se ve afectada por la tradicional reacción de las variables financieras y precios, como en las crisis del pasado.
Para lidiar con la inestabilidad financiera y el traspaso cambiario a precios, señaló Moody’s, se presenta la típica reacción monetaria.
El banco central es forzado a mantener la tasa de interés en los niveles necesarios para calmar los mercados.
Mientras que la inflación es alimentada inicialmente por la depreciación cambiaria, así como por el ajuste de precios y tarifas públicas para reducir el deterioro de las cuentas fiscales.