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Cine/Aún: Tipos de gentileza

El griego Yorgos Lanthimos lleva hasta sus últimas consecuencias la anomalía, en cuanto a personajes y narrativa, que caracteriza este movimiento de cine que se ha extendido desde Grecia a través del mapa europeo y americano.
martes, 3 de septiembre de 2024 · 08:58

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Quizá la mejor manera de traducir la etiqueta adherida al movimiento más reciente del cine griego representado principalmente por Yorgos Lanthimos, “Greek Wierd Wave”, no sería literalmente ola griega rara, sino más a la mexicana, algo así como Ola Griega Rarita; ahora de moda entre los miembros del Partido Demócrata en E.U. para describir a Trump y su equipo, en su uso popular americano el adjetivo “wierd” pega porque, entre otras cosas, connota anormalidad, y hasta un tanto de amenaza.

En Tipos de gentileza (Kind of Kindness; Irlanda/Reino Unido/ EstadosUnidos/Grecia, 2024), el griego Yorgos Lanthimos lleva hasta sus últimas consecuencias la anomalía, en cuanto a personajes y narrativa, que caracteriza este movimiento de cine que se ha extendido desde Grecia a través del mapa europeo y americano.

Las reseñas críticas agotan expresiones como humor negro, comedia del absurdo, surrealismo, cine excéntrico, con el fin de describir el tríptico, tres historias extrañamente (ahora, en efecto) ligadas entre sí), que proponen el realizador y su habitual coguionista, Efthimis Philippou; etiquetas, todas, que si convienen a la cinta, pierden de vista la originalidad este género nuevo de cine, divertido e inquietante pero político y ferozmente crítico hacia patrones culturales agotados en el cine y en la sociedad del siglo XXI.

 Los actores principales, Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qually, entre otros, aparecen en los tres segmentos. En el primero, “La muerte de R.M.F.”, un fiel empleado, amante de su jefe, permite que éste se imponga en cada aspecto de su vida, desde la forma de vestir, su matrimonio y hasta cómo y con quién debe tener relaciones sexuales, y cuando recibe la orden de asesinar a R.M.F. falla y recibe el castigo de su jefe.

En el segundo, “R.M.F. está volando”, la esposa de un policía, una bióloga marina, desaparece en una misión marina, para luego ser milagrosamente rescatada por R.M.F., cuando regresa a casa, el marido le exige cortarse un dedo y cocinarlo, siguen órganos vitales, además de otras extrañezas delirantes.

Ya en el tercer segmento, “R.M.F. come un sándwich”, aún más delirante, se involucra una secta de sexo perverso, absurdos rituales, y un par de personajes expulsados y luego obsesionados con regresar.

Si el resumen de las historias suena absurdo, el desarrollo lo es todavía más; a diferencia de otros movimientos como el de la Nueva Ola Francesa, o el danés Dogma, el último manifiesto artístico de cine del siglo XX, el de “Greek Wierd Wave” es un título que la crítica y los especialistas de cine utilizan para estudiar esta tendencia, la de un cine que se vale de la comedia negra para escenificar historias de familias disfuncionales, que muestra una crítica social a las relaciones de poder, al absurdo de un sistema patriarcal en total decadencia.

Un término, también utilizado y mejor apropiado, sería el de cine biopolítico, que subraya el efecto de la política en la relación del individuo con su propio cuerpo y el de los demás, díganlo las redes.

En su estupendo y sustancial estudio, “Greek Wierd Wave”, indispensable no sólo para entender esta corriente de cine que se desata con la crisis económica del 2008 en Grecia, sino para comprender qué realmente está ocurriendo en el cine mundial más allá de blogs y comentarios, Dimitris Papanikolau (sic) propone entender la naturaleza metonímica de la obra de Lanthimos (entre otros). A diferencia de la metáfora que se vale de la analogía o comparación para explicar un tema, la metonimia se vale de la contigüidad; es decir, propone una estructura, una cadena de asociaciones, para establecer un sentido.

Así, cuando Robert, el fiel empleado, regresa penitente con su jefe, éste lo invita a acostarse en medio de él y su amante, además de exclamar que sabía que no le fallaría; aquí, la metonimia consiste en una representación edípica, la del niño en la cama en medio de los padres, donde el incesto ocurre con el patriarca. Si se mira bien no hay propiamente metáfora sino posicionamiento del hijo junto al padre, a la vez jefe y amante, la madre solo se somete; todo bastante rarito.

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