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Arte: Rodrigo Imaz en el MAM: todos perdieron

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
domingo, 14 de abril de 2024 · 10:41

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Tan indignante como reveladora es la intervención expansiva que presenta Rodrigo Imaz (1982) en el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México.

Titulada “Tiro libre”, la exhibición se divide en dos secciones: el emplazamiento de 100 balones de futbol ponchados que, convertidos en macetas, alojan distintas plantas, y un conjunto escultórico con siete piezas de pequeño formato realizadas en mármol, que reproducen la forma y el tamaño de balones ponchados.

Los balones-maceta se expanden por todos los espacios exteriores del museo, incluyendo el jardín de esculturas, que se distingue no sólo por ser el único en esta capital, sino por estar integrado con piezas de artistas consagrados. El conjunto escultórico se encuentra al interior del museo en en un lugar protagónico: el centro de las escaleras, bajo la espléndida cúpula. 

La presencia de “Tiro libre”en el MAM es indignante, primero, porque ni la trayectoria del artista ni su propuesta tienen el nivel artístico para ocupar espacios interiores y exteriores de uno de los museos más importantes del país; y segundo, porque Rodrigo Imaz está vinculado familiar y afectivamente con Claudia Sheinbaum, la candidata presidencial del partido en el poder y de la coalición “Sigamos haciendo historia”.

Esta circunstancia provoca cuestionamientos tanto sobre la deontología --ética aplicada a actividades profesionales-- que rige en los museos gubernamentales de nuestro país, como en el desempeño de funcionarios que sustituyen su compromiso profesional por la complacencia hacia sus superiores. Respecto a ello, la observación se remite a tres funcionarias: la directora del MAM, Natalia Polack; la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Lucina Jiménez; y la Secretaria de Cultura Federal, Alejandra Frausto. Esta última de especial importancia, ya que además de ser la responsable general del desempeño del INBAL, también tiene bajo su mandato indirecto otro recinto en el que se presentó, de enero a marzo de este año, la misma propuesta de Imaz: el Museo de Arte de Tlaxcala.  ¿Qué intereses tiene Alejandra Frausto para permitir la exhibición de un proyecto tan irrelevante en distintas sedes financiadas con presupuesto público?

Nacido en 1982 en la Ciudad de México, Rodrigo Imaz es hijo del primer esposo de Claudia Sheinbaum, Carlos Imaz Gispert, con quien estuvo casada de 1987 a 2017. Relacionados familiarmente desde que el artista tenía 5 años, sus lazos afectivos han sido exhibidos en distintas publicaciones. Como por ejemplo, cuando nació el hijo de Rodrigo, y nieto de Claudia Sheinbaum, en mayo del año pasado.

Actualmente adulto de 42 años, Rodrigo Imaz es un artista que si bien tiene una fina factura dibujística, no ha logrado posicionarse como una firma relevante en el escenario de las artes visuales. Abiertamente influenciado por los afamados Gabriel Orozco y Damian Ortega, el hijastro de Claudia Sheinbaum no cuenta con una trayectoria legitimatoria de exposiciones.

Con base en lo que informa su página web, sus muestras individuales se inician en 2022 --siendo Sheinabum jefe de gobierno de la CDMX--, en recintos que pertenecen a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que no tienen una vocación artística, como el Palacio de la Autonomía, en donde exhibió por primera vez, en 2022, el proyecto de los balones ponchados. Y a este respecto, es pertinente establecer la pregunta sobre la relación de su padre, Carlos Imaz, con la UNAM.  

Sustentado en un discurso curatorial que, estructurado por Fernando Gálvez de Aguinaga, se adapta a las vocaciones de los recintos en los que se presentan, los balones-maceta no logran establecer coincidencias entre el concepto y la resolución visual. Con base en lo que señala el boletín de prensa emitido por el INBAL, los balones-macetas se significan como cuencos de vida que tejen una metáfora sobre la vida y la muerte. Al ser convertidos en maceta, pretenden concientizar tanto sobre la crisis ecológica que sufre la tierra como el mercantilismo del futbol.

Absurda como concepto y grotesca en su resolución visual, la intervención “Tiro Libre” nos recuerda a otros artistas que, desde el concepto y con gran inteligencia han abordado el futbol. Entre ellos, el mexicano Gabriel Orozco --quien tiene una espléndida fotografía de un balón ponchado-- y el guatemalteco Dario Escobar.

Durante la inauguración de la muestra el pasado jueves 4 de abril, la directora del MAM, Natalia Polack, no se esmeró en ocultar su prepotencia y desdén social al responder a los cuestionamientos de la prensa que “Con los hijos no”. Una respuesta irracional, ya que Rodrigo Imaz es un adulto de 42 años que debe y puede responder por sí mismo.

¿Quién perdió con esta exposición? Perdió en primera instancia el artista, que evidenció su desesperación por tener legitimación museística y que será recordado por aprovechar el poder político; perdió Natalia Polack porque demostró su servilismo museístico; perdió Lucina Jiménez porque evidenció que no tiene capacidad para servir a la sociedad que paga su salario; y perdió Alejandra Frausto porque develó desesperación por quedar bien con el poder.

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