Cultura

Por construirse, la historia del sector cultural: Eduardo Cruz Vázquez

Se resume aquí “Vislumbres del sector cultural”, libro cuyo autor, el periodista y creador del Grecu (Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura) acaba de dar a conocer. Se reseña también lo dicho en el evento por uno de los presentadores, el economista y periodista Luis Miguel González.
domingo, 11 de febrero de 2024 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Al presentar su nuevo libro “Vislumbres del sector cultural”, el periodista, exdiplomático y promotor Eduardo Cruz Vázquez expresó que busca llevar al lector, desde la época colonial hasta la llamada Cuarta Transformación, a lo que podría ser la historia del sector cultural.

Incluso ofrece, más allá de los primeros años del gobierno de la 4T, un estudio particular de Baja California, con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en donde comparte “a detalle, estado por estado”, el comportamiento del sector.

La presentación tuvo lugar la noche del miércoles 7 de enero, en la Casa de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (colonia Del Valle), en donde el autor, fundador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), estuvo acompañado por la asesora en políticas culturales Mishelle Muñoz y el economista y periodista Luis Miguel González, director editorial del periódico “El Economista”.

Inspirado su título en el del poeta Octavio Paz, “Vislumbres de la India” (cuyo contenido ya va él interpretando como parte de esa historia), es una compilación de textos de Cruz Vázquez, quien inició su labor periodística en 1979 cuando, apenas preparatoriano, hizo una revista estudiantil. Comenzó a escribir sobre temas de política cultural en los años ochenta, cuando colaboró en el Programa Cultural de las Fronteras a cargo de Alejandro Ordorica. 

González, Cruz Vázquez y Muñoz. Foto: Miguel Dimayuga

Ha escrito en diversos medios y fundó, a través del Grecu, el foro “Paso Libre” en internet, donde ha publicado buena parte de sus análisis, reseñas de libros, entrevistas, reportajes, críticas e investigaciones históricas y  documentales.

Tanto en su nota introductoria como en el lanzamiento del volumen de 221 páginas, copublicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León y Editorial Lectorum, el autor comentó que en el ámbito de la cultura existen, “casi hasta la saciedad”, historias de la literatura mexicana, la poesía, el teatro el cine, la economía, incluso de la gestión cultural, pero no del sector cultural.

“Entonces, si a algo aspiro, la gran aspiración de este libro, es mostrar de cabo a rabo lo que podría ser la historia del sector cultural, inspirado en el título del libro de Paz, por supuesto”.

Confesó que esta veta de investigación de la cultura en nuestro país “no es económicamente rentable” y ni siquiera reconocida, ya no se diga en cuanto al trabajo personal, “sino de la importancia de construir esa historia”. Aunque lo cierto es que no se pueden dejar de reconocer sus aportaciones en el análisis periodístico de la relación entre la política cultural, la economía cultural y otras áreas como la diplomacia cultural, o el ámbito institucional, por citar sólo algunos.

Cruz Vázquez recordó en una anécdota, que en 1991, cuando entonces colaboraba en el diario “El Universal”, uno de sus reportajes iniciaba con estas líneas:

“Cobijado por un mítico manto protector y por una compleja estructura de poder, el sector de los bienes y servicios culturales no tardará mucho en entrar en una verdadera modernización”.

Las risas no se hicieron esperar. Agregó en medio de ese barullo que el reportaje se hizo en cinco partes, y esa modernización aún está lejana. 

  La edición cuenta con tres capítulos, cada uno con distintos apartados:

“Atisbos del sector cultural en la historia de México” incluye Vida y sector cultural en “México. La novela” de Palou; Espulgar un libro: Paz y Fuentes en el sector cultural; y “Los flujos sectoriales desde España.

“Singularidades del análisis sectorial” contempla Notas básicas para la comprensión del “Retablo de las empresas culturales en 2017”; Carrusel al filo de la 4ª Transformación (4T): Lluvia de cifras, tanteos, aproximaciones, escenarios, numerales para vivir el otoño e invierno; Los papeles del Auditorio Nacional, ¿rescate a la vista?;  4T: el derrumbe que apalanca un nuevo sector cultural; Sector cultural: 3 años con AMLO; y México/Estados Unidos/California/Canadá: mercados culturales.

“Tendencias a futuro en el análisis sectorial”, con un solo apartado: 

Sector cultural en Baja California: una historia propia.

Salinas y Paz. La instauración del Fonca. Foto: Archivo/Proceso

El desaguisado en los anales

El libro inicia con una serie de reflexiones sobre la novela de Pedro Ángel Palou, con especial énfasis en la vida cultural y por tanto, dice, el sector cultural.

En ese aspecto, Luis Miguel González confesó que le sorprendió, pues ve a Cruz Vázquez más en la discusión de la política cultural y se encontró con “una maravillosa reseña de un libro que no he leído, pero que invita a leer… sobre todo invita a pensar en la cultura, incluso en la economía cultural”.

Enseguida, agregó Cruz, investigador, egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, hay unas selecciones del libro de Malva Flores, “Estrella de dos picos”, que aborda la relación entre dos figuras de la cultura: Carlos Fuentes y Octavio Paz.

“Cuando yo los leí y veía esos intercambios entre Paz y Fuentes y toda esa generación que trataba de construir publicaciones --además de la grilla cultural--, de publicar libros y hacer todas esas cosas, y va pasando el tiempo y digo: se está construyendo otra historia, que es la historia del sector cultural, no de la literatura, ni la de esos pensadores”.

Va narrando Cruz Vázquez el papel no sólo de estos intelectuales, sino de otros, de los grupos y “mafias”, su peso en la política cultural, por ejemplo, en la creación del sistema de becas, o de proyectos como la creación de la revista “Plural” que --recuerda-- le propuso Julio Scherer García, fundador de Proceso, y a la sazón director de Excélsior, antes del llamado “Golpe” de Luis Echeverría al diario.

Para cerrar el apartado se refiere al desaguisado entre Paz y Fuentes a raíz del “Coloquio de Invierno”, al cual fue invitado de último momento el poeta, y costó el puesto a Víctor Flores Olea, presidente entonces del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Armando Ponce, reportero y editor de la sección Cultura de Proceso, lo relató en el número 1002 (del 15 de enero de 1996) y Paz le respondió indignado en la siguiente edición del 22 del mismo mes, con el título “La comedieta de Ponce”.

Ya en el terreno de los vislumbres, la propuesta de Eduardo Cruz es “mirar el modelo norteamericano de la cultura, el bien entendido desarrollo fiscal” y cómo la infraestructura del vecino país permite a sus agentes culturales e interesados en los sectores del entretenimiento y la cultura contar con recursos.

Detalló que Estados Unidos cuenta con un estímulo y financiamiento fiscal a las artes y la cultura, que en realidad es financiamiento público, “canalizado de otra manera, independientemente de que los ricos pongan lana. Yo lo que propongo en esa parte, es que deberíamos de ver el modelo con mucho más detenimiento para ver cómo podemos hacer más productivo el sector”.

Cuestión de derechos

Luis Miguel González recordó que en un primer momento lo que lo unió con Cruz fue su preocupación en por qué la discusión sobre política cultural termina siendo un homenaje a la cultura oficial, con frecuencia acartonada, o incluso la discusión de si es alta cultura o cultura popular y punto.

A ellos les interesaba más conocer por qué la economía de la cultura genera tanta pobreza, por qué paga tan mal, por qué somos incapaces de generar un mercado para los productos y servicios culturales, por qué tiene que ser así.

Pero discernió en un punto con el autor:

“Evidentemente, y era parte de la discusión, no podemos mirar a Estados Unidos y decir: ése es el modelo, porque todos hemos aprendido que tratar de copiarlos y tropicalizar (sic), no le sirve a prácticamente a nadie. Lo que funciona en Estados Unidos no funciona en otros lados, cuando (menos no) funciona en América Latina”.

Se preguntó por qué es tan complicado crear una economía de mercado para la cultura en México que permita un diálogo más digno con el poder. Los artistas, creadores y promotores culturales, no deben estar frente al poder o los gobernantes como cortesanos o limosneros: 

“¿Cómo hemos llegado a ese punto?”

Recomendó la lectura del libro, porque no es un homenaje a la cultura oficial, y más que “tirar la neta”, plantea interrogantes y hasta parece dudar cuando hace algunas hipótesis:

“Veo a Eduardo poniendo signos de interrogación: ‘Eso nos dicen los números, pero hay que ir más a profundidad y saber si lo que está en forma de presupuesto se tradujo en mejores condiciones para la vida cultural’. Me gusta hablar con él y leer sus libros porque veo la coherencia de alguien que lleva toda la vida picando piedra y a pesar, eso no ha significado necesariamente un reconocimiento económico, veo que sigue siendo idealista, incluso en un momento tan complicado para la vida cultural y para el diálogo como el que vivimos ahora”.

Paz y Fuentes (a la izq. Montes de Oca). Su relación. Foto: Ricardo Salazar/Archivo Proceso

A decir suyo se deben encontrar formas novedosas para financiar a los artistas y más generosas para reconocer a los que establecen puentes entre los creadores y el público:

“Creo que una de las figuras menos valoradas ha sido la promoción cultural. Tenemos grandísimos promotores culturales que no necesariamente son gente muy culta, porque la principal cualidad no tiene que ver con cuántos libros ha leído o si sabe pintar o no, sino con la sensibilidad para entender, literalmente, la diferencia entre la vida con dignidad y la pobreza de los creadores”.

Para finalizar su intervención hizo un planteamiento:

“Mucho del callejón sin salida en el que estamos metidos, tiene que ver con no entender que el mercado y las políticas públicas se complementan. No es una u otra; necesitamos más mercado para los bienes y servicios culturales, y necesitamos también una visión de Estado. Necesitamos más diálogo, no es una cosa u otra”. 

Aludió a la discusión que se hizo el pasado 5 de febrero, aniversario de la Constitución de 1917, en torno a los derechos sociales y los derechos individuales y trasplantó al ámbito cultural:

 “Yo diría que necesitamos lo mismo, derechos sociales al consumo cultural, al acceso a la infraestructura y a los bienes culturales, pero también los derechos individuales de los creadores, de los públicos, de los promotores culturales y de gente como ustedes, que están interesados en saber más de la cultura, que quisieran que México se parezca más a lo que deberíamos ser y no lo que estamos condenados a ser”.

 La presentación dio pie a la discusión de diversos temas, entre ellos el papel del periodismo cultural en la visualización de determinados problemas y conflictos del sector, la precariedad y hasta informalidad laboral de muchos trabajadores de la cultura, la falta de mecenazgo en el país por la falta de una política fiscal para la cultura. Ése es, al final, el propósito del libro.

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