Literatura

Presencia de Ignacio Solares en Proceso

Fallecido este jueves, acompañó a Julio Scherer en su salida de Excélsior en 1976. Por ello firma la columna de Libros en el número 1 de Proceso. La consideró siempre su casa, y lo acompañó siempre en el registro de su prolífica obra literaria.
domingo, 27 de agosto de 2023 · 06:13

 

Ciudad de México (Proceso).- La cercanía del escritor Ignacio Solares con su colega Vicente Leñero viene de los días en que éste dirigía la revista “Claudia”, a principio de los setenta. Cuando Leñero fue llamado por Julio Scherer para conducir “Revista de Revistas” en el diario “Excélsior”, Solares, a su vez invitado por Leñero, debutó ahí con una insólita entrevista realizada al célebre psicoanalista Erich Fromm, como se consignó ayer en estas páginas al desglosar parte del libro-diálogo entre Solares y José Gordon, “Novelista de lo invisible”.

En “Excélsior”, Solares, nacido en Ciudad Juárez en 1945, tras su paso por “Revista de Revistas”, fue nombrado jefe de Redacción de la revista “Plural”, dirigida por Octavio Paz y luego de dos años y medio se encargó de conducir el suplemento del diario, “Diorama de la Cultura”, hasta el denominado “golpe a Excélsior” de 1976.

Al frente del suplemento, contó a Gordon su paso por “Diorama de la Cultura”:

“Escribí notas de libros, cosa que no había hecho nunca, se me abrió el mundo del ensayo. Tuve acceso a grandes escritores. Me acuerdo que conocí a Pablo Neruda y me pareció un ser luminoso tanto en su manera de hablar como de mirar. Alejo Carpentier era un ser excepcional. Era como un esgrimista: sabía escuchar y contestar con una claridad que daba siempre en el blanco. José Lezama Lima era un prodigioso torrente verbal, pero sobre todo Julio Cortázar me marcó.”

Pero también le dijo:

“Fue una época en la que todo cambió en mi vida radicalmente. Vino el golpe al periódico ‘Excélsior’. Mi vida tomó el rumbo del ateísmo. Me alejé por completo del espiritismo hasta que un golpe de azar me trajo nuevamente ese mundo que había conocido en mi infancia.”

Solares fue un activo participante en el ánimo consolidador del grupo en torno a Scherer para la fundación de un nuevo medio, y estuvo presente en el número inicial de Proceso, aparecido el 6 de noviembre de ese 1976. Firmó la primera columna de Libros, y la dedicó precisamente a la obra del escritor cubano José Lezama Lima: “Sobre una imagen de ‘Paradiso’”.

El 22 de noviembre comentó en su columna la entonces más reciente novela del narrador alemán Heinrich Boll, “Retrato de grupo con señora”. Y para el 28, “El Rey se acerca a su templo”, de José Agustín, con quien había colaborado en la “Claudia” de Leñero.

En “Antología de un personaje de Malraux”, publicado el 6 de diciembre. Solares se centra en Kyo, de la novela histórica “La condición humana”, sobre el levantamiento de Mao-Tse-Tung y Chou-en-Lai. Y para terminar el año, el día 27, dedica su espacio al primer poemario de un autor de 37 años, Antonio Castañeda, “Recopilación tardía”. Para retomar el hilo hacia el 10 de enero del 77 en torno a la novela de Sergio Galindo “El hombre de los hongos”.

Todos estos artículos, más los relativos a la obra de Solares e incluso entrevistas con él --y hasta un carteo polémico con quien fuera crítica teatral de Proceso, Esther Seligson, sobre la obra “El jefe máximo”--, están disponibles para consulta en la hemeroteca.

La despedida. Foto: Eduardo Miranda

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Concluido ese paso fugaz como reseñista, Solares se vuelca en su aventura literaria --que incluirá novela, teatro, relato, ensayo…--. Y cada vez que aparece un libro suyo después de “Puerta del cielo” y “Delirium tremens”, un colega especializado en su obra, Francisco Prieto, los irá consignando y analizando; así, el 17 de septiembre de 1989 entrega la columna sobre la novela “Anónimo”:

“‘Anónimo’ es una novela insólita porque proviene, y está impregnada, de la generosidad fundamental de la existencia, que por ello es un libro subversivo y escandaloso pues sólo la bondad es causa de escándalo en nuestro tiempo, sólo ella es revolucionaria. Y ese comunicársenos la bondad provoca en uno, lector, una vez cerrado el libro --que permanece abierto-- la irrupción del mal que quiera negarla. ¡Qué difícil, de veras, aceptar la felicidad.”

El 3 de mayo Prieto escribe “La fórmula de la inmortalidad”:

“Ignacio Solares acaba de publicar ‘La fórmula de la inmortalidad’. Quienes leyeron ‘Puerta del Cielo’, ‘Anónimo’, ‘El árbol del deseo’, reencontrarán esa atmósfera ya familiar: en torno al misterio, que nunca dejará de ser tal, la soledad nos va penetrando poblándose de voces, de encuentros fortuitos, de fidelidades profundas no pactadas.”

Prieto. Lector total. Foto: Foto: Hugo Cruz

Será el 25 de noviembre de 1985 cuando Prieto se refiera a la novela “Serafín” de esta manera:

“Solares hace del sueño y de la ‘realidad’ una realidad única y perfecta, y entonces todo es realidad, es decir, espera. No hay ahí esperanza ni negación: simplemente, espera. Este novelista es por ello realista mágico, es decir, metafísico. Por ello también, se le lee con facilidad: es la facilidad (dolorosa, gozosa: feliz) de leernos a nosotros mismos, de permanecer consigo que es hacer al otro en sí y participar en Uno del Otro.”

Y dos años después, en 1987, justo en noviembre, escribirá sobre “Casa de encantamiento”:

“Y es que en las novelas de Solares se avanza sólo en las primeras páginas. Siempre, en un momento dado, se han desvanecido ese ser que soy yo y ese objeto que es el libro. En un momento dado se nos han extraviado nuestras identidades. Y cuando ya todo está permitido, no sentimos miedo porque el novelista ha operado el milagro de hacernos vivir desde la raíz del deseo; el suyo, el mío, los nuestros... Se ha hecho en nosotros esa extraña Presencia que es lo otro y es lo mismo. Desasidos del cuerpo, ya no hay peligro.”

Para llegar a “Madero el otro”, otros dos años más tarde (11 de diciembre de 1989):

“Y al leer Madero el otro, me pregunto si no fue Francisco Madero quien le dictó la novela a Ignacio Solares; si Ignacio Solares no fue poseído por el alma de Madero; si Raúl Madero, el hermano fallecido a los cuatro años, no habitó a Madero y habitó a Solares cuando escribía la novela. Esta nueva novela de Ignacio Solares narrada desde el punto de vista del otro Madero.”

El espiritismo del líder

El sutil juego irónico del autor se cumplió cuando apareció una corona de flores en la funeraria donde se velaba de cuerpo presente a Ignacio Solares este 25 de agosto. Llevaba el nombre de Francisco I. Madero.

Madero. Inspiración de Solares. Foto: Especial

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Otros autores reseñaron libros de Solares. El escritor Luis Arturo Ramos hizo una columna sobre “Columbus” el 9 de diciembre de 1996:

“No obstante que Columbus es mucho más que una mera novela histórica o humorosa, me tienta la idea de proponerla, pese a lo que mi astro tiene de flagrante contradicción, como la última novela de la Revolución Mexicana escrita en el siglo XX. Y me atrevo a ello porque Columbus me confirma la certeza de que si bien la Historia debe escribirse con objetividad, amerita reescribirse con ironía, y con la certidumbre de que los hechos que modificaron el curso de las naciones, dejan una marca imborrable en el alma de esos individuos que por alguna razón incomprensible, no forman parte del índice onomástico de la Historia. Es a partir de esta convicción como la Historia, ¿quieres que te lo cuente otra vez?, se vuelve literatura.”

Ya el 23 de septiembre de ese año Solares había concedido una entrevista a José Alberto Castro: “La ‘absurda y chusca’ relación de México con Estados Unidos, en ‘Columbus’”.

Otro escritor, esta vez un poeta, Alberto Paredes, dedicó el 24 de julio de 1995 el espacio en Libros (“Los fantasmas del deseo”) para desmenuzar el volumen de cuentos “Muérete y sabrás” y la relación de Solares con Cortázar:

“Lo primero: un ritmo de frase. Solares tiene, a lo largo de su producción, y este es uno de los elementos que lo destacan de su generación, un muy reconocible y agradable ritmo sintáctico. Como en Cortázar, desde la primera oración, todo parece inexplicablemente familiar y entrañable.”  

Solares habló para Proceso en otras entrevistas personales alrededor de sus obras ("Nen, la inútil” el 24 de octubre de 1994 o del reestreno de la obra teatral “La moneda de oro: ¿Jung o Freud?, por Judith Amador el 16 de marzo de 2003” y de su libro de ensayos “Presencia de lo invisible” con Rodrigo Vera el 14 de agosto de 2011); de sus proyectos culturales en diversas instituciones como Difusión Cultural de la UNAM (15 de febrero de 1993 con Roberto Ponce a 20 años del movimiento de CLETA); de su plan para el suplemento “México en la Cultura” de la revista “Siempre1” (13 de septiembre de 1991); de su recepción como honoris causa de la Universidad de Chihuahua el 4 de diciembre de 2016 con Niza Rivera)…

Y participó en varias encuestas. Por ejemplo, en la que compartió su punto de vista con sus colegas Álvaro Mutis y Javier Sicilia para condenar la condena del Vaticano al escritor portugués José Saramago (19 de octubre de 1998: “Tres escritores cristianos rechazan la condena del Vaticano al nuevo Nobel de Literatura, José Saramago”), por haber escrito “El Evangelio según Jesucristo”. Ante la acusación de " comunista", y a la Academia Sueca por darle el premio "orientado ideológicamente", dijo entonces:

“Todas las visiones de Cristo me han parecido interesantes porque de alguna manera Cristo no necesita de Cristo, como decía Vicente Leñero en ‘Pueblo rechazado’. Cristo es un medio para manifestar tu humanismo y finalmente lo que me parece maravilloso de El evangelio según Jesucristo es que rescata al hombre Cristo, más importante que el Cristo divino. Me parece un logro prodigioso proponer a un Cristo atosigado por la culpa de los niños sacrificados por Herodes. Saramago ha tenido el acierto de entregarnos a un Cristo nacido con una culpa terrible. Es una idea espléndida”.

 

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