Teatro

"Costo de vida", un teatro incluyente

¿Cómo nos definimos?, ¿qué nos define?, ¿nuestra condición física, mental, de género, emocional? En Costo de vida vemos seres humanos encarnando distintas discapacidades, porque los obstáculos son grandes en esta sociedad capitalista donde cuesta vivir, tanto económica como emocionalmente.
martes, 23 de mayo de 2023 · 10:52

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Se vive en una sociedad que no es apta para la población. Cuántas cosas en contra. Cuánto esfuerzo, cuánta soledad y cuántas dificultades para los discapacitados.

¿Cómo nos definimos?, ¿qué nos define?, ¿nuestra condición física, mental, de género, emocional? En Costo de vida vemos seres humanos encarnando distintas discapacidades, porque los obstáculos son grandes en esta sociedad capitalista donde cuesta vivir, tanto económica como emocionalmente.

Costo de vida, de la dramaturga polaca estadunidense Martyna Majok, plantea un par de historias que corren paralelas a lo largo de la obra y se rozan al final. Se trata de un joven con discapacidad física y la cuidadora que lo atiende; de una mujer que quedó en silla de ruedas después de un accidente y su exmarido que intenta ayudarla.

Traducida y dirigida por Samuel Sosa –con una contundente carrera como productor–, ahora se lanza a la dirección en una propuesta que lo reta a trabajar con dos actores discapacitados y en silla de ruedas, y dos actores profesionales que se sumergen en el mundo de la soledad. Las actuaciones de los cuatro son espléndidas y el director los acompaña y conduce asertivamente. Desde sus sillas, Sandra Jiménez Loza y Arly Velásquez Peñaloza, tienen la fuerza de expresión para encarnar a un joven con dinero que contrata a una chica necesitada de varios empleos para salir adelante; y a una mujer que, tras quedar en sillas de ruedas, es abandonada por su esposo, quien regresa arrepentido.

Humberto Busto es ese hombre que recuerda, al abrir la obra, momentos importantes de su vida mostrando su necesidad de compañía y escucha para lanzarnos a su pasado y conocer la historia. Su actuación es natural y refleja una gran sensibilidad; con ritmo y trabajo interior, sostiene conversaciones triviales que van construyendo el perfil del personaje y su relación. Elena del Río no necesita grandes movimientos para plantarse y resolver los silencios y las pausas que se generan en el intercambio con el joven que la contrata. Desde la distancia y la indecisión va abriendo la ventana de la vulnerabilidad hasta descubrir su fragilidad y la coraza que ha construido para defenderse.

La autora nos hace circular en dos carriles, problemáticas con puntos en común, para complejizar el tema de la discapacidad y reflexionar sobre la condición humana; las carencias y las incapacidades para vivir en esta sociedad individualista. Muestra las dificultades y la necesidad de los discapacitados de otros que los auxilien y la condición limitada de personas de escasos recursos, baja autoestima y mínima posibilidad de un desarrollo en compañía. Cada personaje tiene una personalidad específica, y si la mujer que ha quedado en silla de ruedas tiene esa chispa, humor y sinceridad al hablar, la otra chica vive atemorizada; si el joven rico se prepara emocionado para una cita, el hombre que fue trailero y alcohólico se hunde en su culpa y el arrepentimiento.

El paralelismo de las historias podría haber estado acompañado de la simultaneidad de espacios para optimizar las transiciones y sintetizar el espacio escénico. En Costo de vida, que se presenta en el Teatro Helénico, la simultaneidad va acompañada de una cotidianidad que a veces cuesta transitar, pero nos permite profundizar en cada situación. Donde aparentemente no pasa nada, percibimos la tesitura de la comunicación, las insignificancias que determinan una relación, y la importancia del ritmo sobrio y sensible.

Costo de vida, producida por LaTe Producciones, es una obra incluyente, fundamental para nuestro teatro. Una obra de calidad que contradice las etiquetas asignadas a la discapacidad y cuestiona a una sociedad opresora donde los seres humanos apenas pueden sobrevivir. 

Crítica publicada el 21 de mayo en la edición 2429 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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