Desaparecidos

Resistencia y verdad

Sometidas desde hace casi dos décadas por un Estado que niega y a la vez consiente la existencia de crímenes atroces y campos de exterminio, las buscadoras no han dejado de resistir.
miércoles, 7 de mayo de 2025 · 05:00

Para Carmen Aristegui, por su fidelidad a la verdad frente al silencio

Bajo el título de Resistencia y sumisión, Eberhard Bethge reunió los escritos y las cartas que su maestro, el pastor y teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, escribió en la prisión de Tegel antes de ser ejecutado por los nazis. Más allá de sus imprescindibles reflexiones teológicas, el título, una exquisita paradoja, sintetiza el drama que él y sus compañeros vivieron por oponerse al régimen nazi: sometidos –“vueltos hacia abajo”– por un poder que los sobrepasaba, resistieron –“se mantuvieron firmes”– hasta el final.

Ese drama, que resume el título de las últimas reflexiones de Bonhoeffer, me recuerda a las madres buscadoras en México. Sometidas desde hace casi dos décadas por un Estado que niega y a la vez consiente la existencia de crímenes atroces y campos de exterminio, no han dejado de resistir. La carta, que el 28 de abril el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco enviaron a Claudia Sheinbaum para evidenciar la falsa y criminal narrativa que contiene el informe de Gertz Manero sobre las atrocidades cometidas en el rancho Izaguirre, habla de ello: “Le están mintiendo, Presidenta, el fiscal general está acusando a todas las madres buscadoras de mentirosas [...] ¿Qué se hace cuando ya lo perdiste todo y también te quieren arrebatar la verdad?”.

La respuesta a esa pregunta está precisamente en la verdad con la que no han dejado de resistir y cuyos testimonios amparan, en el caso del rancho Izaguirre, con los montones de ropas y zapatos, los 17 lotes de restos óseos calcinados hallados en él, que la Fiscalía separó en cráneos, fémures, caderas y piezas dentales, y los testimonios de los sobrevivientes.

Contra la sumisión que la narrativa del poder les impone, ellas no han dejado de responder con la verdad de sus hallazgos que ha costado la vida a 28 de ellas, la más reciente fue la de María del Carmen Morales, perteneciente al propio colectivo de los Guerreros Buscadores, y la de su hijo Jaime Daniel. Su fidelidad a la verdad –la de Bonhoeffer y sus compañeros se encontraba en los archivos de Zossen que documentaban los crímenes del nazismo– es tal vez lo único que tienen para resistir en una época donde, como en la Alemania nazi, el poder se sustenta en la mentira y la violencia.

María del Carmen, asesinada por buscar a su hijo. Foto: Especial.

Como toda expresión verdaderamente humana, la verdad pertenece al mundo de la ética, o mejor, al de las virtudes, una palabra en desuso sin la cual la ética pierde sus contornos. Ellas, dice Compte-Sponville, “son nuestros valores morales, pero encarnados”, actuados, vividos. Cuando Jesús de Nazaret la esgrime durante el juicio que lo llevará al patíbulo –“todo el que es de la verdad escucha mi voz”–, Pilatos, que lo interroga, pregunta por ella –“¿qué es la verdad?”–, pero Jesús no responde. Su silencio dice que la verdad no es una definición, un argumento legal, un ruido en la boca, sino su vida misma, su fidelidad a lo humano, que hace libre, dice Jesús en otra parte, que duele, agrega Georges Bernanos –nuestro Dostoievski católico–, pero que después consuela porque permite la justicia; la verdad que puede negarse, malversarse, destruirse, pero que –vuelvo al Evangelio– tarde o temprano termina por manifestarse y salir a la luz.

Los nazis pudieron destruir los archivos de Zossen y asesinar a quienes los habían documentado, pero no pudieron desaparecer su verdad. Estaba en la memoria y en los cuerpos de los sobrevivientes, y en las fotografías tomadas durante la liberación de los campos de exterminio, que hicieron posible los juicios de Núremberg. Lo mismo puede decirse del Estado mexicano. Podrá negar, como hasta ahora lo ha hecho, la existencia de crímenes contra la humanidad, hacer que la verdad se convierta en mentira y la mentira en verdad; desaparecer y ocultar los crímenes atroces del rancho Izaguirre, acusar a las madres buscadoras de mentirosas –como lo hizo no sólo el informe de Gertz Manero, sino el video que los perpetradores, el CJNG, circularon en marzo–, ponerlas en estado de indefensión e intimidarlas con el asesinato de María del Carmen Morales y su hijo, pero la verdad, que a lo largo de los años han documentado y continúan documentando, llevará tarde o temprano a develarla. Está ya en posesión del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU y en la memoria de lo mejor del país. Algún día también llevará a la justicia. La reciente detención del alcalde de Tehuchitlán, José Asunción Murguía Santiago, implicado en los sucesos del rancho Izaguirre, es un atisbo a ella.

Buscadoras. Hacerse escuchar por autoridades. Foto: Miguel Dimayuga.

La fidelidad a la verdad es la gran enseñanza ética que las buscadoras le entregan a este país roto. Frente a la sumisión que el Estado y el crimen organizado imponen al país con la destrucción sistemática de sus contrapesos, la corrupción disfrazada de programas sociales, la colusión con el crimen organizado y la constante intimidación a la prensa y a quienes disienten, la única resistencia posible es mantener viva la verdad. Ella, lo muestran las buscadoras, expresa en sí misma otras de las grandes virtudes: la compasión, la valentía, la generosidad y la libertad de espíritu. No ser fiel a ella, callar, como una gran parte de la prensa ha hecho con lo que Carmen Aristegui ha revelado en su Televisa Leaks sobre las extorsiones y difamaciones de la televisora más importante del país –una evidencia más de las colusiones del Estado con el crimen–, es someterse a la mentira y retrasar la justicia. “Sólo al precio del autoengaño –escribió Bonhoeffer en su Ética– quienes cierran los ojos y los oídos a las injusticias que ocurren a su alrededor pueden conservar su irreprochabilidad limpia de las manchas que la acción responsable muestra. Lo que dejen de hacer no los dejará dormir. La falta de descanso los destruirá o se convertirán en los más hipócritas de los fariseos”.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, esclarecer el asesinato de Samir Flores, la masacre de los LeBarón, detener los megaproyectos y devolverle la gobernabilidad a México.

Comentarios