2 de octubre
Marcha del 2 de octubre, el espacio donde convergen distintas luchas sociales
Este año, marcharon también contingentes de solidaridad con el pueblo palestino, que enfrenta la ofensiva militar del gobierno israelí, encabezado por Benjamín Netanyahu, en la Franja de Gaza; así como los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-A 57 años de la masacre de Tlatelolco, la marcha conmemorativa en la Ciudad de México volvió a convertirse en algo más que un acto de memoria, fue también un espacio donde convergen distintas luchas sociales, entre ellas la de las madres buscadoras que reclaman justicia por los más de 135 mil desaparecidos en el país.
Este año, marcharon también contingentes de solidaridad con el pueblo palestino, que enfrenta la ofensiva militar del gobierno israelí, encabezado por Benjamín Netanyahu, en la Franja de Gaza; así como los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014. Tres luchas distintas, pero unidas en la denuncia de la violencia, la impunidad y la represión del Estado.
En particular, el caso Ayotzinapa ocupó un lugar central, con uno de los contingentes que lideró la marcha hacia la plancha del Zócalo capitalino. A once años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, sus padres volvieron a caminar junto a miles de personas en la CDMX y su presencia subrayó la vigencia de un reclamo que, como el del 68, sigue sin respuesta.
Félix Hernández Gamundi, sobreviviente de la masacre e integrante del Comité del 68, recordó que desde su origen el movimiento estudiantil no se limitó a demandas escolares, sino que aglutinó reclamos de distintos sectores sociales.
Para él, la diversidad de pronunciamientos en la marcha conmemorativa del 2 de octubre no es ajena a la historia del movimiento: “El 68 no tuvo una sola demanda estudiantil, pedíamos libertad de presos políticos, de líderes sindicales, campesinos, periodistas, médicos. Fue un crisol de todas las luchas del pueblo mexicano, por eso es natural que hoy vengan detrás de nosotros las madres buscadoras. Hemos sido solidarios con ellas y ellas con nosotros”.
Familias buscadoras en pie de lucha
En la protesta del pasado 2 de octubre, las madres buscadoras, que recorren el país en busca de sus familiares desaparecidos, avanzaron en un contingente que se posicionó justo detrás del que iba en representación del caso Ayotzinapa.
En entrevista con Proceso, María Irene Ramírez Hernández, quien busca a su hermano Germán Martín Ramírez Hernández, desaparecido el 16 de octubre de 2023, dijo que su presencia en la protesta se trata de dar alerta a la sociedad sobre una crisis que no es nueva y que arrastra décadas: “Es una oportunidad para dar a conocer que están desapareciendo muchas personas, que no es nuevo, que personas que tienen más de 10 años desaparecidas, si no es que desde el 68”.
Elizabeth Mancha, madre de Axel Mauricio Martínez Mancha, desaparecido en Tamaulipas en 2022, advirtió que la magnitud de la crisis es minimizada: “Siempre es importante visibilizar, pero también hay que crear conciencia de que el número se incrementa día con día, la intención es que la gente empatice y se sume a nuestra causa para poder llegar a los responsables y terminar con esto que es un problema muy grande que el gobierno pretende minimizar”.
“Que se dejen de considerar PNL, nuestros familiares no son Personas No Localizadas, son desaparecidos. La desaparición forzada es un problema de la nación, del Gobierno, de la inseguridad. No se pueden seguir llamando PNL”, exigió Mancha.
Carolina Espinoza, que busca a su esposo Ignacio Santiago Pérez, desaparecido en 2020 en la capital, subrayó que la cifra oficial supera ya las 133 mil personas: “Aquí diario están desapareciendo más, en lo que va del año llevamos más de 6 mil en la Ciudad de México. Es muy importante visibilizar porque así damos rostro a nuestros desaparecidos, que de ninguna manera deben ser vistos solo como una cifra”. Las tres buscadoras coincidieron en que la desaparición es un crimen de Estado que a lo largo de los años se ha acomodado en la impunidad.
Desde la mirada académica, el vínculo entre el 68 y la crisis actual es directo, Andrea Horcasitas, coordinadora del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, apuntó en entrevista que “es paradigmático que hablemos de una democracia en México con más de 135 mil personas desaparecidas”.
Para ella, el 2 de octubre es un espejo de ello: del 68 a Ayotzinapa y a las desapariciones actuales, hay una continuación por parte del Estado mexicano de tácticas represivas como la desaparición de personas.
Horcasitas consideró que incluso en los casos donde la desaparición es cometida por particulares existe aquiescencia estatal: “El hecho de que el Estado no tenga una estrategia para prevenir y encontrar, identificar, implica aquiescencia. Por ende, las desapariciones, sin importar quién sea el perpetrador, son crímenes de Estado”.
La académica opinó que esa convergencia de luchas es también un síntoma político: “Se están fortaleciendo los lazos de solidaridad entre las distintas luchas sociales”.
Demandas que atraviesan fronteras
La presencia de contingentes pro-palestinos reforzó esta idea de solidaridad entre luchas. En la marcha, las banderas verdes, blancas y negras se entrelazaron con los carteles de los desaparecidos en México, recordando que la violencia contra los pueblos no conoce fronteras.
Durante la marcha se hicieron visibles grupos mostrando su solidaridad con la población que enfrenta la ofensiva militar de Israel en la Franja de Gaza. Un grupo de manifestantes que portaban kufiyas y carteles con frases en apoyo a Palestina, compartió con Proceso que para ellos es inconcebible que se produzca lo que consideran una limpieza étnica en el país de Asia Occidental, mientras en México existe indiferencia ante esta violencia, siendo un país que conoce el sufrimiento causado por la opresión de un Estado.
Para estos participantes, el 2 de octubre trasciende la conmemoración del movimiento estudiantil y se convierte en un llamado a solidarizarse con la humanidad en general. Consideran que la jornada es un momento para exigir justicia y dignidad, y para pronunciarse en contra de lo que consideran injusto, vinculando la memoria histórica con las luchas contemporáneas por derechos humanos a nivel mundial.
Así, la marcha del 2 de octubre de 2025 mostró que el recuerdo de Tlatelolco no sólo pertenece al pasado. Es, al mismo tiempo, una herida abierta y un espejo donde se reflejan las tragedias del presente: la represión estatal, la violencia generalizada y la impunidad. Por eso, cada año, la consigna sigue resonando: “¡2 de octubre no se olvida!”.