Migración

El caso de la niña Sofía y el desinterés de las autoridades por la desaparición de migrantes

Hace casi tres años la niña Sofía Caballero desapareció al intentar cruzar el río Bravo con su mamá. Su caso es emblemático del aumento de desapariciones forzadas de niños migrantes

Sofía Abigail Caballero Huete, una niña nicaragüense, desapareció el 17 de mayo de 2022 en las aguas del río Bravo mientras intentaba cruzar hacia Estados Unidos junto a su madre, Irma Yaritza Huete Iglesias, quien murió ahogada en el intento. La niña tenía entonces tres años 11 meses y había pasado semanas esperando reunirse con su padre, Hanier Caballero, que las esperaba en territorio estadunidense, a donde ya no ingresaron.

Han transcurrido por lo menos mil días sin que se sepa dónde está la menor de edad. Su nombre está en la lista de 121 mil 323 víctimas de desaparición en el territorio mexicano al 19 de enero, que están en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) del gobierno federal. 

La inmensa mayoría de esas personas son de origen mexicano. Miles de sus familiares en todo el país salen cada día en su busca y denuncian la falta de acciones de las autoridades para investigar su desaparición y encontrarles. 

El escenario criminal, disparado desde el sexenio de Felipe Calderón en 2006, ha impactado a poblaciones vulnerables, entre ellas personas en situación de movilidad originarias de diversos países, incluyendo a niños y adolescentes que atraviesan el país en busca de cruzar el río Bravo y llegar a Estados Unidos, acompañados por algún familiar o persona adulta, o solos. 

La desaparición forzada de la niña Sofía Abigail Caballero Huete (así considerada por estándares internacionales de derechos humanos por tratarse de una persona menor de edad) se convirtió en uno de los casos emblemáticos de lo que ocurre con esta población y las deficiencias en las búsquedas e investigaciones, además de la posible implicación de autoridades, en este caso el Grupo Beta.

Esta investigación internacional de Proceso, en colaboración con Galería News, demuestra que la omisión del Estado mexicano es particularmente grave en los casos de la niñez migrante de origen centroamericano. Sus derechos son violentados por autoridades, que en algunos casos también cometen abusos contra niños y adolescentes en tránsito, ya sea que viajen acompañados por algún familiar, como es el caso de Sofía, o solos, en un número que ha ido creciendo. 

Según datos del Instituto Guatemalteco de Migraciones (IGM), durante los últimos años se ha identificado un aumento sustancial de niños y adolescentes guatemaltecos que han emigrado de manera irregular, parte de los cuales son retornados por México o Estados Unidos, quienes entre el año 2020 y 2021 incrementaron su arribo como “niñez retornada a Guatemala” en un 103.1 por ciento.

Río Bravo Cruce peligroso. Foto: AP photo.  Eric Gay.

La migración de menores de edad, junto con la de mujeres, es una de las nuevas caras de la migración internacional que crece día a día. Organizaciones como la Red Jesuita con Migrante Guatemala trabajan por extender apoyo humanitario, legal y psicosocial a los migrantes, pero ha tenido que abrirse a la recepción de denuncias sobre desapariciones forzadas de guatemaltecos en México.

Los hechos de violencia contra migrantes se atribuyen a “importantes grupos delictivos, inclusive de carácter transnacional, que incluyen cobros, por parte de personas que les ofrecen llevar a quienes quieren migrar hacia Estados Unidos, por un monto económico que varía de la zona territorial o del país donde se encuentren en Centroamérica”. 

En el caso de Sofía Abigail, su padre Hanier envió desde Estados Unidos (a donde había emigrado en febrero de 2022) seis mil dólares para que su esposa Irma y la niña viajaran para reunirse con él desde el fronterizo departamento de Nueva Segovia de Nicaragua, a 280 kilómetros de la capital Managua. Allí se conocieron y allí nació su única hija, Sofía Abigail, el 11 de junio de 2018.

Junto con un hermano de Irma las dos salieron el 8 de mayo de 2022 desde Ocotal, recorriendo unos dos mil 500 kilómetros hasta Piedras Negras, Coahuila, en la frontera norte de México. En el largo camino atravesaron Honduras, Guatemala y México, enfrentando condiciones precarias y los riesgos constantes propios de las rutas migratorias.

La noche del 17 de mayo, cuando el grupo de migrantes se introdujo al río Bravo, una repentina crecida en el río aumentó su fuerza y la fuerte corriente arrastró a varios. Irma Yaritza estaba a menos de un metro de llegar al lado americano. 

Los medios de comunicación de Piedras Negras dieron a conocer el 18 de mayo el hallazgo del cuerpo de una mujer que murió ahogada. Después se sabría que era Irma Yaritza, la madre de Sofía Abigail. Pero sobre la niña no se dijo nada hasta el 25 de mayo, cuando se publicó la ficha del reporte de su desaparición. 

Ese día 25, Hanier y Elia Centeno (abuela paterna de la niña) recibieron la noticia de la muerte de Irma y la desaparición forzada de Sofía. Inmediatamente se iniciaron esfuerzos para localizarla, enfrentándose a la indiferencia y falta de respuesta de las autoridades de Nicaragua y México.

“Sofía merece ser encontrada y recordada”, dice su abuela Elia, quien permanece firme en exigir su búsqueda. Hanier Caballero, devastado por la pérdida de su esposa e hija, se ha mantenido en un bajo perfil. Trabaja en una compañía automotriz en Wisconsin, tratando de reunir los recursos necesarios para seguir buscando a Sofía.

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Fragmento del reportaje publicado en la edición XX de la revista Proceso, cuya historia completa se publica este mismo día en el siguiente enlace.

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