Estela Leñero Franco
La Red de Teatros del IMSS, gran proyecto desperdiciado
Está Red podría ser nuevamente un hito para fortalecer el tejido social e impulsar un teatro interesado en la cultura y no en el mercado, un teatro de arte para la recreación y la educación, un teatro que fortalezca nuestra identidad.Los teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) son la red más grande de América Latina y desde hace años se encuentra en total abandono. Muchos de los teatros cerraron y algunos siguen funcionando como auditorios, rentados o en comodato. Ha habido intentos para aprovecharlos, pero desde una perspectiva errónea.
En 2017 Mikel Arreola, director en ese momento del IMSS, lanzó el Programa IMSS Cultural con 500 millones de pesos, de los que apenas 1.8% se dedicarían al teatro. Y en cuanto a los recintos, el Nuevo Teatro de la Nación en realidad no era un proyecto como se festejó: consistía simplemente en que cinco grupos teatrales se presentaran en 12 teatros del Seguro Social en una gira nacional.
Otro intento fue la firma de un convenio entre el IMSS y la Secretaría de Cultura federal, el 15 de agosto del año pasado, con una inversión de 400 mil pesos, para convertirlos en cines, lo cual causó una gran oposición entre la comunidad artística y teatral. Los espacios escénicos, además de su larga tradición, cuentan con una infraestructura escénica impresionante: Poseen una maquinaria compleja (parrilla, tiros, varas, poleas, disco giratorio, trampillas, piernas, camerinos, etcétera) que requiere mantenimiento y modernización, pero que hoy en día sería carísimo construir.
La Red de Teatros del IMSS es una gran iniciativa que, con voluntad política, amor al teatro, a nuestro país y sus habitantes, se podría rehabilitar para llevar puestas de escena en beneficio de los derechohabientes y propiciar no sólo la salud física sino también la educativa y de recreación, como se pensó en su origen.
El proyecto inició en el sexenio de Adolfo López Mateos, por iniciativa de Benito Coquet, director del IMSS; y de 1958 a 1963 se construyeron 26 teatros cerrados y 42 al aire libre a lo largo de la República. En la Ciudad de México se implementó el Programa de Teatro en siete recintos y cuatro auditorios reestructurados, encabezado por Ignacio Retes y su grupo, acompañado de Julio Prieto y José Solé en la dirección artística. Un teatro que trajo de vuelta a los clásicos griegos y shakesperianos, y poco menos a la dramaturgia contemporánea y mexicana.
En una entrevista de 2002 (Carlos Paul en La Jornada), Ignacio Retes señaló que cuando el Programa de Teatro pasó a ser dirigido por la institución, “la burocracia se comió al sistema cultural y se gastaba más en las oficinas que en una puesta en escena”. Esta experiencia ilustra lo que pasa ahora, donde se habla de un 80% del presupuesto cultural en mantener a la burocracia. Por eso, volver la responsabilidad a las compañías de teatro y grupos de creadores podría evitar esta situación.
También sería importante establecer reglamentos que no propicien el acaparamiento de las puestas en escena en pocas personas, como sucedió en la Ciudad de México, pues como ha señalado la especialista Jovita Millán, Ignacio Retes dirigió 19 obras y José Solé 15 de las 39 producciones.
En los noventa, Mario Espinosa, jefe de Teatros del IMSS, ideó un sistema en comodato, para en coproducción con grupos difundir obras y programas complementarios. Un sistema que por recortes de presupuesto y falta de visión política y social, se dejó morir.
El mejoramiento de la infraestructura con la construcción de teatros a través de la Red Nacional requiere de inversión en coproducción con los grupos teatrales, para que sean centros de producción y empleo en beneficio de sus derechohabientes y el público en general. Que sea punto de reunión comunitario donde se incluyan programas y talleres para la formación de públicos, quienes se contagiarán y contagiarán a su familia y amigos para convertirse en amantes del teatro, asiduos al teatro de su barrio o de su zona.
Mediante un diagnóstico de la Red se conocerían los posibles recintos para ser rehabilitados, los que se encuentran en problemas legales y burocráticos o subarrendados, inclusive los auditorios con potencial de ser condicionados como teatros. Así se consolidarían Centros Comunitarios a nivel nacional que trabajen y mantengan vivos las comunidades artísticas, grupos y compañías, en colaboración con el Estado a través del IMSS y la Secretaría de la Cultura.
Esta Red podría ser nuevamente un hito para fortalecer el tejido social e impulsar un teatro interesado en la cultura y no en el mercado, un teatro de arte para la recreación y la educación, un teatro que fortalezca nuestra identidad.
____________________________________________________
Este texto fue publicado en la edición 0010 de la revista Proceso, correspondiente a mayo de 2024, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.