Narcotráfico
Tras los Culiacanazos: La normalización del miedo
Culiacán quedó herida tras la recaptura de Ovidio Guzmán, ocurrida el 5 de enero último. Sus habitantes sienten angustia, pánico y estrés cada que ven sobre sus cabezas a los helicópteros del Ejército o en las calles a los convoyes militares.Culiacán quedó herida tras la recaptura de Ovidio Guzmán, ocurrida el 5 de enero último. Sus habitantes sienten angustia, pánico y estrés cada que ven sobre sus cabezas a los helicópteros del Ejército o en las calles a los convoyes militares, pues la presencia de los soldados y sus operativos contra el fentanilo se dispararon con la caída del hijo del Chapo Guzmán.
CULIACÁN, Sin. (Proceso).– En las últimas semanas los habitantes de esta ciudad han visto una inédita presencia y movilización militar, que creció a la par de los reportes de operativos para decomisar precursores químicos y aseguramientos de laboratorios de drogas por parte de las Fuerzas Armadas.
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ha justificado la presencia militar que en Culiacán se ha incrementado, particularmente tras la movilización del 5 de enero último, cuando fue capturado Ovidio Guzmán.
Los estragos de la violencia que se vivió ese día también han golpeado a la población de la capital sinaloense con un impacto mayor al que se vivió tras el primer “Culiacanazo”, del 17 de octubre de 2019, cuando el actual gobierno federal iba tras Ovidio y optó, como lo reconoció el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, por “dejarlo ir” con el argumento del riesgo que significaría para la población un enfrentamiento, “casi el inicio de una guerra”.
Ahora, de enero a la fecha, los convoyes militares que recorren Culiacán se “normalizaron” y la presencia de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha ido en aumento, junto con operativos y decomisos, sobre todo de fentanilo.
También se ha normalizado el temor, del que poco se quiere hablar.
La mañana del 14 de febrero último, durante un acto cívico realizado en la explanada del Palacio de Gobierno, el gobernador Rocha Moya dijo al respecto:
“Quiero decir en público, más allá de la consecuencia que esto tenga, las Fuerzas Armadas nos auxilian al poder civil; el gobernador del estado es el responsable de la seguridad en Sinaloa y tenemos la bendición de que nos apoyen. No estamos en estado de sitio”, dijo textualmente.
Ese mismo 14 de febrero en Pueblos Unidos, poblado al sur poniente de Culiacán, se aseguraron 128 kilos de fentanilo granulado, así como 629 mil pastillas de lo que autoridades presumen como fentanilo, junto a 100 kilos de metanfetamina.
Ha sido el decomiso más grande del que se tiene registro en México a la fecha.
Previamente, también en Culiacán, el 2 de julio de 2022 se localizaron 542.72 kilos de fentanilo en el interior de una bodega en las Palmas, en la colonia Infonavit las Flores.
La ciudad se encontraba como la segunda con más decomisos de fentanilo entre diciembre de 2018 y diciembre de 2022, apenas detrás de Tijuana. Pero al corte de febrero de este año Culiacán pasó al primer lugar, al registrar 690.615 kilos asegurados, contra 623.265 logrados en Tijuana.
Es decir, sólo con un par de operativos Culiacán se despegó como la ciudad con más incautaciones de ese opiáceo por parte de las autoridades federales.
Estrés cotidiano
Era un miércoles por la noche cuando Emilia buscaba regresar a su casa después de atender su pequeño bazar en la colonia Gabriel Leyva, muy cerca del Hospital Civil. Un sonido en el aire la detuvo de manera abrupta; eran las hélices de un helicóptero, de esos que por semanas han sobrevolado la ciudad a muy baja altura y sin ninguna luz encendida, y que voló tan bajo que era visible en el cielo de noche.
La reacción de Emilia corresponde, como le ocurre a muchos habitantes de Culiacán, al estrés postraumático, identificado ya por especialistas en la población de esta ciudad.