Teatro

El Tatuas y la violencia en Culiacán

El Tatuas es un grupo que el año pasado conmemoró sus 40 años y que continúa con las celebraciones. Comprometido con su entorno, ha expuesto a través de sus obras la violencia y la injusticia social, ha rescatado las tradiciones e idiosincrasia de nuestro México.
martes, 17 de enero de 2023 · 09:04

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-Justo el 5 de enero, día en que se conmemora la muerte de Óscar Liera, fundador del Taller de Teatro de la Universidad Autónoma de Sinaloa (Tatuas) en 1982, ocurrió la balacera y el terror en la ciudad de Culiacán. Comandado por Rodolfo Arriaga desde la muerte de Liera en 1990, tuvo que cerrar las puertas de su teatro y cancelar la función que iban a presentar y que apenas este fin de semana reestrenarán: Marx en el Soho.

El Tatuas es un grupo que el año pasado conmemoró sus 40 años y que continúa con las celebraciones. Comprometido con su entorno, ha expuesto a través de sus obras la violencia y la injusticia social, ha rescatado las tradiciones e idiosincrasia de nuestro México, y ha seguido la perspectiva que Óscar Liera tenía en su teatro.

Liera, formado en la Escuela de Arte Teatral en la Ciudad de México, tuvo siempre una postura crítica y politizada. Revelaba las tradiciones, como la adoración de Malverde –tratado como un santo al que le piden milagros, siendo que fue un narcotraficante– en la obra El Jinete de la Divina Providencia.

Cúcara y Mácara en 1981 fue duramente atacada en el estreno llevado a cabo en el teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM (Proceso 244). En la obra se destruía la imagen de una virgen Milagrosa, que podría asociarse a la Virgen de Guadalupe, y se criticaba a la jerarquía eclesiástica. El día del estreno, apenas iniciada la función, un grupo de jóvenes de ultraderecha, impulsado por grupos religiosos, irrumpió en el escenario con chacos, cadenas y varillas mojadas para atacar a los actores. Tal acto de censura fue duramente cuestionado por la gente de teatro y de la cultura. Después de eso, Óscar Liera emigró a Culiacán, su ciudad natal, para seguir haciendo teatro, fundando el Tatuas. La violencia fue un factor importante en su obra y la manejaba desde diferentes perspectivas. Dulces compañías, dirigida por Julio Castillo en 1988, era una obra intimista que sucedía en el interior de una casa y fue escenificada maravillosamente por Delia Casanova y Eduardo Palomo. Ahora dará funciones en el Teatro Varsovia a fin de mes bajo la dirección de Rodrigo Cervantes.

El repertorio del Tatuas es amplio y no ha dejado de poner el dedo en la llaga sobre la situación de nuestro país. En 2017, por ejemplo, llevaron a escena una obra sobre las desapariciones forzadas a partir de las vivencias de la propia compañía. El director, Saúl Enríquez, trabajó con los testimonios de los actores y presentaron La ciudad de tres espejos en el Festival Cultural Sinaloa y en la 39 Muestra Nacional de Teatro en la Ciudad de México.

Marx en el Soho, del politólogo activista y dramaturgo norteamericano Howard Zinn, fue estrenada en 2019 bajo la dirección de Cutberto López, y la han presentado en Culiacán dentro del XXIV Festival Internacional Universitario de la Cultura y en el Festival Cultural Puro Sinaloa. Estuvo también en Los Mochis, y ahora finalmente vuelve a presentarse a partir del sábado 14 en la sede de la compañía. La obra revivifica los postulados de Marx hablándonos desde la cotidianidad, las contradicciones y el humor. Una obra vivificante en la que la crítica ha resaltado la excelente actuación de Rodolfo Arriaga.

La violencia en Culiacán ha ido escalando, llegando al grado de hace una semana, cuando se bloquearon avenidas y se robaron y quemaron más de 250 automóviles como respuesta a la captura del narcotraficante Ovidio Guzmán. La violencia alcanzó al teatro.

Crítica publicada el 15 de enero en la edición 2411 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

Comentarios