Alejandro Luna

"Alejandro Luna, hacedor de teatro"

Este texto fue escrito en 2003 por el escritor y periodista Vicente Leñero (Guadalajara, 1932-D. F., 2014) para el volumen de Proceso “México: Su apuesta por la cultura (El siglo XX. Testimonios del presente”), publicado en coedición con Grijalbo y la UNAM.
domingo, 18 de diciembre de 2022 · 21:42

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Considerado el más influyente escenógrafo teatral mexicano contemporáneo, Alejandro Luna falleció el pasado martes 13 a los 83 años. Este texto fue escrito en 2003 por el escritor y periodista Vicente Leñero (Guadalajara, 1932-D. F., 2014) para el volumen de Proceso “México: Su apuesta por la cultura (El siglo XX. Testimonios del presente”), publicado en coedición con Grijalbo y la UNAM.

Luna realizó varias de las obras más destacadas del dramaturgo, como “La mudanza”, “La visita del ángel” y “La noche de Hernán Cortés”,  

Alejandro Luna camina lentamente por el espacio vacío. Parece, de pronto, un personaje de Chéjov: un Tío Vania de agobiadas espaldas por el peso de la reflexión; barba breve, bigote, cabello entrecano. Fuma cigarrillo tras cigarrillo como en otro tiempo lo hacía Ignacio Retes, y cuando levanta la vista sentado por fin en la mesa gris, cuando se encaja a medio nivel sus anteojos anacrónicos, parece tener ya la respuesta al problema de un proyecto. Entonces se distiende: no sonríe aún para no traicionar esa “enorme tristeza” con que lo definió Margules en 1986, abre un cuaderno de artista o alguna de sus libretitas engargoladas que compra en el extranjero, y sobre la superficie pálida empieza a tender trazos negros y sueltos, exactos porque domina la perspectiva, precisos porque no tiene problema para dimensionar los espacios, generosos porque de golpe sitúa los límites de un punto de vista frontal, o transversal, o en planta.

Y ahí va apareciendo, como de milagro, el edificio imaginado durante su reflexión. No es en realidad un edificio, no una casa, ni una habitación. Es una escenografía. La visión primera de una escenografía. El bellísimo dibujo de lo que nada tiene que ver ya con los decorados del teatro- abuelo; geometría que emerge en tercera dimensión formando cuerpos sólidos, muros, pisos, plataformas, huecos: el espacio de los sueños tangibles convertidos en realidad de ficción anticipada aquí, en esos primeros trazos de un misterioso algo que dará entorno, forma, cuerpo, vida, a una puesta en escena.

Con el bolígrafo o con la pluma o con el colorido llanto de una acuarela, después rayonea superficies, rectifica líneas o las subraya, las prolonga o las acorta, ennegrece entornos para crear la luz: la luz surgida en contrapunto con las sombras para obligarnos a ver lo que no existe hasta el momento de anticipar, desde un dibujo, la iluminación. Sin ella será imposible percibir la estructura efímera de una construcción teatral proyectada, paradójicamente, como para siempre.

Entonces, hasta entonces, vuelve la cabeza y mira al supuesto interlocutor. Hasta entonces sonríe, con la seguridad de quien vive seguro de sí mismo, mientras dice: ¡Así la veo. Así será más o menos”, aclara mientras pendula la cabeza de un lado a otro para encontrarle realidad a su apunte. Todavía rectifica un trazo, corrige un ángulo agudísimo, ennegrece más un plano. Y vuelve a sonreír, ahora con ese gesto franco y jubiloso que sólo le conocen sus amigos cuando lo encuentran lejos de un foro.

Desde luego, el apunte de Alejandro Luna está muy lejos aún de ser  una escenografía; no lo es tampoco el proyecto definitivo tantas veces modificado, ni la construcción que levantan los del equipo técnico: esos paneles de triplay conglomerado que simulan muros de tabique en El Hacedor de Teatro, esas columnas huecas de Fedra, ese poético cielo azul y luego verde limón y luego naranja de Nube nueve, esa fingida humedad pintada por Mandujano en las paredes de La visita del ángel… La escenografía empieza a ser escenografía --dice Alejandro Luna-- sólo cuando un entorno supuestamente arquitectónico, erigido en el foro de un teatro y frente a la audiencia de los espectadores, es ocupado, transitado, significado, por los actores que entre luces, contraluces, sombras, se mueven y dialogan o callan mientras nos cuentan una historia.

“La escenografía es un arte cinético --escribió textual Alejandro Luna  en 1992-- su materia es el espacio y el tiempo, es un arte del movimiento. La escenografía se mueve, actúa… La escenografía es el hábitat de la obra, de ella depende cómo respire; es la estructura espacial del espectáculo, también la estructura física, material, que lo contiene, lo vertebra, lo dirige… La escenografía es dirección.”

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