Literatura
Auge, no “boom” de escritoras en América Latina
Autoras, especialistas literarias, editoras y editores son convocados aquí para referirse a un fenómeno que desde hace años ha ido en aumento: la producción narrativa de las mujeres en el ámbito iberoamericano en general.Autoras, especialistas literarias, editoras y editores son convocados aquí para referirse a un fenómeno que desde hace años ha ido en aumento: la producción narrativa de las mujeres en el ámbito iberoamericano en general. En un encuentro reciente de narradoras en Madrid, convocado por la UNAM, se reflexionó sobre un posible “boom” de mujeres, del que se viene hablando desde hace un par de décadas. La etiqueta molesta porque no es una cuestión de género, sino de hacer literatura. El caso es que las escritoras han conseguido los mismos espacios que los escritores.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Algo pasa desde hace unos años en la literatura hispanoamericana que las escritoras han tomado los ojos y el gusto de sus lectores. Es por ello que varias especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como directivos de varias editoriales, como Penguin Random House (que agrupa a Alfaguara, Grijalbo y Taurus, entre otras), Anagrama y Almadía, por Proceso, relatan cómo viven este proceso.
La temática incluso fue abordada durante el primer Encuentro de las Letras Iberoamericanas, organizado en junio por el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España junto a la Dirección de Literatura y Fomento de la Lectura de la máxima casa de estudios, en Madrid, bajo la rúbrica “Narrativa en español, estado de la cuestión”.
El diálogo fue protagonizado por las narradoras Selva Almada, Brenda Navarro, Cristina Rivera Garza y Rosa Beltrán –al frente de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –, y moderada por Alexandra Saavedra Galindo, coordinadora ejecutiva de la Cátedra Extraordinaria Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana.
En varios puntos convergieron; por ejemplo, en que en Europa y Latinoamérica hay temática con acentos migratorios. Asimismo, mientras en España se está dando una revisión en torno a la Guerra Civil, en Latinoamérica la violencia también es una característica. Rosa Beltrán añadió que, aunado a lo anterior, y en su experiencia (previo a su cargo actual fue titular de Literatura y de la Casa Universitaria del Libro de la UNAM), el concepto de literatura también se amplía mediante una hibridez entre géneros que no existía hace un par de décadas.
Debido a que en hora y 15 minutos de diálogo apenas y se esbozaron algunos tópicos, parte de ellos se ampliaron posteriormente en entrevista con Proceso.
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Al respecto, Saavedra Galindo (Bogotá, Colombia, 1982), doctora en Letras Latinoamericanas por la UNAM, y quien ha residido en México alrededor de 15 años, dijo que el encuentro en España buscó generar la reflexión sobre qué ha pasado en los últimos 20 años para hablar de un “boom de escritoras”:
“Lo comentamos ahí en esa charla y en pasillos. Pero creo que hay una molestia en torno a la etiqueta, porque hace remarcar una diferencia que a las escritoras les resulta molesta: ‘escritura de mujeres, escrita por mujeres, con temas de mujeres’, cuando en realidad lo que hacen es literatura.”
Le pareció entonces más interesante destacar dos aspectos: un fenómeno literario donde hay un conjunto de autoras que están siendo relevantes para la construcción de la historia literaria iberoamericana, y que las escritoras han conseguido los mismos espacios que los escritores, en parte porque las editoriales, la academia y los lectores han tenido una apertura para conocer sus historias.
Mencionó el trabajo de la colección Vindictas de la UNAM, que se inició en 2020 con poesía, cuento y novela de Latinoamérica, con obras de autoras nacionales, como María Luisa Puga, Mimí Díaz Lozano, Mirta Yáñez, Gilda Holst, Marvel Moreno, Armonía Somers, Mercedes Gordillo, María Luisa Elío, Hilma Contreras, Susy Delgado, entre muchas otras, pues el proyecto se extendió a disciplinas más allá de las humanidades, como la ciencia.
A decir de Saavedra Galindo, entre los nombres que están marcando lecturas en la actualidad están la argentina Samanta Schweblin (cuya novela Distancia de rescate, 2014, fue llevada al cine en 2021 y protagonizada por Dolores Fonzi), la colombiana Pilar Quintana, las chilenas Lina Meruane y Nora Fernández, las ecuatorianas María Fernanda Ampuero y Gabriela Alemán, las hispanas Sara Meza y Rosa Montero, la peruana Claudia Ulloa, la uruguaya Fernanda Trías, y las venezolanas Michel Roche y Karina Sainz.
Y entre las mexicanas, Rosa Beltrán, Andrea Chapela, Abril Castillo, Cristina Rivera Garza y Brenda Navarro, para puntualizar:
“No es un ‘boom’, no es una cosa en donde de repente las escritoras están haciendo una gran narrativa. En México lo que ocurre es que tenemos una riqueza dentro del panorama iberoamericano muy grande, y las editoriales le están dando visibilidad.”
Respecto a la cátedra Carlos Fuentes –vinculada a la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de Difusión Cultural de la UNAM–, que arrancó en vísperas de la pandemia, destacó que a fínales de este mes organizará un curso sobre literatura centroamericana.
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Consultado por Proceso, Andrés Ramírez, director editorial de la división Literaria y de Bolsillo de Penguin Random House, recordó un texto de reciente aparición de la escritora y periodista argentina Leila Guerriero (publicado en la web del grupo titulado “Algo está pasando”), dividido en tres partes. En él hace un repaso de voces que van desde editoriales y editores a las escritoras, en donde se lee:
“Entre esos libros hay relatos y novelas sociales, intimistas, de terror, policiales, de auto-ficción. Algunas de sus autoras han publicado varios libros y otras uno solo. Unas viven en América Latina, otras en Europa o en Estados Unidos. Muchas tienen educación universitaria, muy pocas hijos (un dato que debería ser irrelevante: quizá no lo sea).
“Nacieron en los años sesenta (tardíos), setenta y ochenta del siglo pasado. ¿Las une algo, además de ser mujeres? ¿Hay un fervor por ellas, tanto en sus países como en España, tanto en su lengua como en lenguas extranjeras? ¿Puede ese fervor equipararse al que despertó aquel ‘boom’ de los sesenta y setenta, repleto de testosterona, en el que estaban Cortázar, Fuentes, García Márquez, Rulfo, Vargas Llosa, etcétera, cuyos libros en tiradas enormes circulaban tanto en América Latina como en Estados Unidos y Europa?...”
Para Mayra González Olvera, directora Literaria de Penguin –que agrupa 40 sellos en español (entre ellos Alfaguara, Grijalbo y Taurus), cuatro en catalán y cuatro en portugués–, el panorama de escritoras en efecto es mucho más fuerte en este año en el grupo editorial, “y sin pretenderlo”:
“No tenemos datos específicos sobre un ‘mayor número de escritoras’, no es algo que busquemos, pero como percepción, al revisar nuestros planes editoriales, sí hay una presencia fuerte de mujeres. A mí me sorprende, cuando dibujamos el plano editorial, ver que tengo a muchas escritoras sin que haya sido una meta o cuota, se debe a la cantidad de propuestas interesantes que nos están llegando. Las ‘autoras de casa’ tienen un reconocimiento de lectores y la crítica, siguen produciendo, sobre todo textos refrescantes…”
–¿Hay un “boom de escritoras”?
–Creo que se puede decir que los lectores se están inclinando por las historias de escritoras, pero ellas siempre han estado ahí. El “boom” en realidad está en los lectores que están encontrando en ellas lo que necesitaban y ahí depositan sus horas de lecturas y contemplación.
Consideró varios nombres de quienes han tenido cada vez más fuerte presencia, como las mexicanas Laura Baeza, Rosa Beltrán, Carmen Boullosa, Fernanda Melchor (cuya novela Falsa liebre acaba de publicarse), Alma Delia Murillo, Cristina Rivera Garza, Cecilia Udave, Isabel Zapata, las colombianas Pilar Quintana y Laura Restrepo, y la argentina Agustina Bazterrica.
Y respecto a los temas –y a las convergencias entre Europa y América Latina–, González Olvera reconoció los de ‘migración, identidad, salud mental violencia’ como los ejes en las lecturas:
“Sin duda, el de la violencia que deriva en distintas temáticas preocupa y ocupa, el que se respira en los países y que se transforma incluso en historias íntimas y cercanas; la identidad, desde las exploraciones humanas, la diversidad y respeto, la identidad en las distintas maternidades con preguntas y cuestionamientos, la que tiene que ver con la migración, este último sin duda uno de los grandes temas.
“Añadiría la salud mental en ficciones y no ficciones, con personajes que viven con alguna situación y no saben cómo vivir con una enfermedad pero la afrontan, y que a su vez va de la mano con el tema de identidad. Curiosamente pienso que todos esos ejes se interconectan.”
Sobre cómo los afrontan a partir de la pandemia, sí hay un antes y después, o quizá nuevas temáticas, relata:
–Hay varios escritores que, pienso, se reencontraron en la pandemia, tanto con historias que no tenían nada que ver con ella pero en algún punto la consideraron como parte de la novela y les resultó bien, como otros que necesitaron contar la pandemia. Aunque eso sí, creo que las grandes novelas sobre la pandemia aún están respirando, necesitan la distancia que nos van a dar los años para toparnos con ellas… ya se verá.
Y aunque reconoció que en 2020 y 2021 paró el número de producciones debido a la larga cuarentena en librerías, este 2022 se ha vivido más “como la normalidad, como lo que ocurría en prepandemia”. Y si bien “se cuidan los tiros que salen a mercado”, se respira un año mucho mejor.
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Por su parte, Lluïsa Matarrodona Seseras, coordinadora de Anagrama México, respondió vía cuestionario que en esa editorial fundada en los años ochenta no se sigue ninguna fórmula matemática respecto al número de autoras:
“Lo que sí tenemos en cuenta, sobre todo para nuestras colecciones de Argumentos y de Nuevos Cuadernos Anagrama, es que las temáticas que ahora están sobre la mesa, como el feminismo, la fluidez de géneros, los derechos LGBTTTIQ, estén presentes. Publicamos por ejemplo a Paul B. Preciado (España), reconocido como uno de los pensadores contemporáneos más influyentes por su trabajo sobre las políticas del cuerpo, el género y la sexualidad. Nos interesa todo lo que tenga que ver con las inquietudes de nuestro tiempo, tanto en el campo de la ?cción como en el del ensayo, y re?ejar esta vocación combativa que es marca de la editorial desde su fundación.”
De ahí que el incremento de autoras se ha impulsado desde la colección de Narrativas Hispánicas, con voces de interés tanto de España cómo de Latinoamérica, independientemente del género, y basándose en la calidad de las obras. Y desde sus inicios incluyeron a autoras del subcontinente americano, entre ellas las mexicanas Margo Glantz (quien por cierto esta semana se hizo acreedora al Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación en el Idioma Español 2022), posteriormente Guadalupe Nettel y más recientemente Mariana Enríquez, Premio Herralde 2019 por la novela Nuestra parte de noche.
Precisó:
“También es cierto que, aunque a lo largo de la historia de la literatura tenemos grandes figuras de escritoras, la accesibilidad a la industria editorial –y a muchos otros campos, como la educación, la ciencia…– para las mujeres fue aumentando con el tiempo, y eso ha facilitado que más textos llegaran a ser leídos y publicados, ha mejorado mucho la paridad de género en nuestro ámbito. En literatura traducida tenemos muchas autoras consagradas en nuestro catálogo, que publican desde hace mucho tiempo, como pueden ser Amélie Nothomb (Bélgica) o Liudmila Ulítskaya (Rusia), aunque históricamente el número de autores si era algo más elevado.”
Entre las narradoras de Anagrama destacó, además de Enríquez y Nettel, a las argentinas Leila Guerriero, Maria Gaínza y Ariana Harwicz, la chilena Alejandra Costamagna, la uruguaya Vera Giaconi y la venezolana Michelle Rodríguez Roche. Y anunció que en este mes saldrá en México Cauterio, la primera novela de la argentina radicada en España Lucía Lijtmaer, y en septiembre La encomienda, la más reciente de la colombiana Margarita García Robayo. En el escenario general de Hispanoamérica destacó a las nacionales Cylo Mendoza, Dahlia de la Cerda, Elma Correa, Brenda Navarro, las argentinas Selva Almada, Dolores Reyes y Camila Sosa Villada, y la peruana Gabriela Wiener.
Sobre el “boom”, Matarrodona Seseras compartió que a su juicio se trata más de un término que se utiliza en medios y en el ámbito literario de forma comercial, y aceptarlo como un “boom” sería equipararlo a un fenómeno:
“Muchas de ellas tienen ya una extensa carrera como escritoras, reconocimientos internacionales, y si bien es verdad que ha aumentado el interés general en leer y publicar voces de escritoras mujeres, no dejan de ser personas que se dedican a escribir, independientemente del género, a las que se etiqueta como si hicieran algo distinto que el resto de personas que escriben (entiéndase escritores hombres).
“Por supuesto que es algo positivo hacer algo ‘distinto’, original, en literatura, pero no es una condición dependiente del género desde el que se escribe, y creo que esta es la principal reivindicación en contra de esa etiqueta…”
Y en torno al papel de los lectores, abundó:
“Lo que está claro es que estamos viendo una reivindicación de las lectoras mujeres a leer más mujeres que escriben en español. Hay muchas lectoras voraces que desde hace tiempo han decidido leer sólo a autoras mujeres, y a raíz de esos ejercicios se ha visto que hay muchísimo que leer, y que las mujeres escriben, y mucho, desde hace años. Evidentemente lo que se lee está ligado a lo que está disponible, y que ahora haya mucha más variedad editorial ha ayudado mucho al respecto…”
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Para Guillermo Quijas, director-fundador de la editorial Almadía, que este año cumplió 17 años y celebró con la apertura de una oficina en Madrid, la visibilidad de escritoras en Hispanoamérica es innegable, y si bien tiene en su catálogo desde hace más de una década a autoras que hoy se reconocen importantes, cree que debieron ampliar su mirada aún más en ese entonces:
“Los jóvenes lectores están buscando nuevas referencias literarias, y eso nos habla de que en la literatura hay un mayor número de voces, hay mayor visibilidad de escritoras por muchos motivos, hay un mayor número de editoras, por ejemplo. Quizá en Almadía no fuimos conscientes hace tantos años de muchos detalles sobre esto, pero pienso en Fernanda Melchor, Bibiana Camacho, Gilma Luque (todas ellas mexicanas), Samanta Schweblin (Argentina), Lilia Colanzi (Bolivia), autoras que publicamos hace 10, 12 años, y que hoy por hoy son un referente.
“Y si pienso que a las autoras no les importa verse clasificadas en un ‘boom’ generación o grupo, es simplemente porque sólo están haciendo su trabajo: escribir, y lo están haciendo increíble.”
Entre otros nombres que destacó publicados por Almadía y a su entender de alcance importante –pues sus lecturas son fuertes en países como Argentina, Colombia, Chile o España–, están Isabel Zapata, Clío Mendosa (mexicanas) y Vanessa Londoño (boliviana).
–Han hecho algún ejercicio en torno al número de autoras en Almadía?
–Creo que siempre ha habido un cierto equilibrio. Tendrá unos cinco años de cuando las lectoras nos referían ‘yo sólo quiero leer a mujeres’, y eso es una decisión. Te das cuenta de lo que sucede y siempre es importante como editorial entender las tendencias, aunque en esencia en Almadía buscamos hacer un catálogo más que seguir tendencias.
–¿Qué papel juegan los lectores en esto?
–Determina muchas de las cosas, es escucharlos, estar atentos, es un ejercicio muy interesante, es importante para todas las editoriales, porque finalmente los editores sólo somos la fuente para lograr ese ejercicio maravilloso de la lectura, el que va del autor a las manos del lector.
Si bien Almadía se encuentra al frente de la librería Casa Tomada, ubicada en la colonia Condesa, abierta a finales de julio pasado tras cerrar tres meses debido a la situación económica –y en donde según relató Quijas buscan ofrecer al lector un abanico de propuestas de editoriales independientes de América Latina–, la recuperación ha sido paulatina.
Remata sobre las autoras:
“Me cuesta opinar sobre temas en los que no estoy seguro que me competan, porque justo lo que sucede es que quienes deben tener la voz son las mujeres. Puede ser contradictorio, pero en la editorial estamos en el proceso de conocer y adaptarnos también.”