Elección 2022

Hidalgo, una herencia de sangre y fuego para el próximo gobierno

Quien gane en la elección de este domingo en Hidalgo deberá enfrentarse a un escenario en el cual los grupos delictivos que operan en la entidad cada día ejercen más violencia contra sus rivales, principalmente por el control del tráfico de drogas y el robo de combustible.
sábado, 4 de junio de 2022 · 14:26

El próximo 5 de junio se renovará la gubernatura de Hidalgo y el gobierno nuevo deberá enfrentarse a un escenario en el cual los grupos delictivos que operan en la entidad cada día ejercen más violencia contra sus rivales, principalmente por el control del tráfico de drogas y el robo de combustible. Y aunque el gobierno estatal no los reconoce, inteligencia federal sitúa al Cártel Jalisco Nueva Generación, Los Zetas Vieja Escuela y al Cártel del Golfo en el territorio hidalguense.

PACHUCA, Hgo. (Proceso).– En la antesala de las elecciones para gobernador, la atomización de grupos del crimen organizado agravó el escenario de violencia en Hidalgo, donde el actual gobierno identifica como amenazas directas a dos organizaciones que están enfrentadas con otros grupos. Quien gane los comicios del 5 de junio próximo deberá enfrentarse con que cárteles y escisiones buscan el control de las rutas de la droga y los ductos de Pemex. Esa realidad de violencia es reconocida por los propios contendientes a la gubernatura.

Con una fractura interna desde la designación de Carolina Viggiano como candidata, el PRI busca mantener uno de sus últimos bastiones, pero Morena, con Julio Menchaca, lidera la intención del voto. Mientras tanto, Francisco Xavier Berganza (Movimiento Ciudadano) y José Luis Lima (PVEM) ocupan, respectivamente, el tercero y el cuarto lugar en las encuestas.

De mantenerse las proyecciones, el primer gobierno de insignias distintas al PRI –partido que ha gobernado el estado 93 años– recibirá el mapa criminal del estado con más organizaciones y disputas territoriales en la época reciente.

Ejecuciones

El lunes 9 por la noche dos personas fueron asesinadas en la colonia El Tezontle, donde Heriberto Lazcano Lazcano, extinto líder de Los Zetas, creció y construyó una iglesia. En ese lugar también se ubica la propiedad de su familia, que cada 2 de febrero financia los festejos para la Virgen de la Candelaria, como lo hacía El Lazca.

Dos días antes, el sábado 7, un hombre fue atacado a tiros en la colonia El Huixmí; el hecho se suma a una serie de homicidios y agresiones armadas en Pachuca y su zona metropolitana.

Con base en investigaciones que realiza la autoridad y fuentes de seguridad consultadas, Proceso pudo conocer que estas víctimas están relacionadas con una disputa por el territorio entre dos grupos: El Cártel de Hidalgo y Los Pepes, cuya principal actividad es el comercio de droga.

No obstante, los sucesos del lunes 9 incorporaron un actor más: Los Zetas, que operan vía la escisión de La Vieja Escuela, porque sujetos armados intentaron ingresar a una colonia históricamente controlada por ellos.

Décadas atrás Los Pepes surgieron como una banda de motociclistas que vendía droga en los barrios altos de Pachuca. De ahí pasaron a controlar el narcomenudeo en bares, comercios y colonias de la capital. En ese periodo sobornaron a policías y se hicieron de armas hasta convertirse en un grupo violento, explican dos altos mandos consultados.

El Cártel de Hidalgo, a su vez, irrumpió a finales del año anterior con muertes violentas en la zona metropolitana. El primer caso registrado por la autoridad ocurrió el 18 de diciembre último, cuando dos cuerpos con huellas de tortura y el tiro de gracia fueron hallados en un paraje entre los límites de Pachuca y Zempoala.

El 21 de diciembre la policía de Zempoala encontró el cuerpo de un hombre con varios tiros en la cabeza. El 28 de ese mes el Cártel de Hidalgo dejó otro mensaje junto a los cadáveres de un hombre y una mujer en la localidad de San Pedro Tlaquilpan, también en Zempoala, y al siguiente día, en plena vía pública de la capital hidalguense, se encontró el cuerpo de otra víctima en la calle Ignacio Pavón de la colonia La Raza.

Los ataques siguieron hasta llegar al multihomicidio de siete personas en Mineral de la Reforma, perpetrado el 30 de enero pasado.

Desde Guanajuato

De acuerdo con las fuentes de seguridad, que citan informes que poseen, Los Pepes, además de disputar con el Cártel de Hidalgo la zona metropolitana de Pachuca, que incluye Mineral de la Reforma, Zempoala, Epazoyucan, Tolcayuca y San Agustín Tlaxiaca, se extendieron a Huasca, Tulancingo y Tizayuca.

Se trata de tres hermanos, Héctor Eduardo, José y David Hernández López, entre quienes hay una disputa por el mando, en parte atribuible al crecimiento que han alcanzado en los últimos años.

De acuerdo con el procurador Alejandro Habib Nicolás, el Cártel de Hidalgo es originario de Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Los mandos de seguridad añaden que a ese grupo –por el combate con otras organizaciones y el ingreso del Ejército y la Guardia Nacional a Guanajuato– “se le fueron quitando posibilidades” mediante la pérdida de territorio, el sufrimiento de bajas por homicidios y el menoscabo en su cartera criminal; fue entonces que se dirigió a la zona metropolitana de Pachuca para “abrir plaza”.

El jueves 5, en la colonia Felipe Ángeles de la capital, hubo otro asesinato a tiros que se investiga como parte de la dispu­ta por el territorio.

El domingo 1 cuatro hombres fueron ultimados en el centro histórico, en la Plaza Constitución. Aunque las fuentes consultadas no descartan alguna relación con aquella pugna, su principal línea de investigación es un enfrentamiento entre comerciantes del mercado Primero de Mayo.

Nuevo mapa delictivo

Cuando Omar Fayad tomó posesión como gobernador, Hidalgo reconocía la operación de Los Pepes en Pachuca, Los Michoacanos en Tepetitlán, el grupo de Carlos Bárcenas Jiménez El Pelón en Tula, y lo que las autoridades han denominado “la génesis” de Los Hades, que en ese momento estaban dedicados a la venta de cristal e incursionaban en el robo de combustible para financiarse, hasta ser considerados un cártel por su capacidad de fuego, giros delictivos y recursos.

Las autoridades también identificaban a otra organización longeva en Tulancingo: Los Parrazales, dedicados a la venta de droga y después también a la ordeña de ductos.

En los primeros años se asentó El Tito, Biliulfo Garfias Arreola, quien fue el primero en abrir rutas para el trasiego de droga y de gasolina para Los Hades, que en ese momento respondían a las órdenes de Pedro Fabián del Toro Patricio, un jalisciense que buscó aliarse con el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y actualmente está reportado como desaparecido.

Según las fuentes de seguridad, El Tito, asesinado en abril de 2019 y uno de los primeros líderes de Los Hades, fue quien  consiguió el crecimiento exponencial de la organización, porque los hermanos Charrez Pedraza –una familia con un cacicazgo en Ixmiquilpan, que se convertiría en centro de operaciones del Cártel de Palmillas– trajeron grupos de choque de Michoacán que incursionaron en el cobro de derecho de piso, narcomenudeo y huachicol con Los Hades, quienes luego los absorbieron.

El Cártel de Palmillas tuvo una fisura que acabó en enfrentamiento entre los líderes que sucedieron al Tito: Orlando Medina Velázquez, El Fénix, y Salvador Reséndiz Hernández, El Rex, este último detenido el 13 de octubre del año pasado.

Con base en información proporcionada a Proceso, El Rex se asoció con Los Germanos, grupo formado por exmiembros del Cártel del Golfo y de Los Zetas, y se enfrentan con el CJNG en el lado de San Luis Potosí, desde arriba de Jacala hasta Huejutla, Hidalgo.

Con El Rex detenido, su organización es liderada por su hermana Monserrat Reséndiz y se enfrenta a Los Fénix, que es la célula principal de Los Hades.

No son éstos los únicos grupos que disputan el territorio, el narcomenudeo y la extracción, comercio y distribución de hidrocarburo; Los Americanos, en Tezontepec; El Chita, en Mixquiahuala, Actopan y Tetepango; y El Geisha, en el Cerro de la Cruz y en Tlahuelilpan, están también en la región conocida como Valle del Mezquital, en la que igualmente se encuentra El Cártel de Pueblos Unidos.

Uno de los mandos consultados sostiene que ninguno de esos grupos se ha establecido como el “dominante” en el estado, y cree que eso tiene que ver con que no logran imponerse por la gran diversidad que hay en los municipios.

“Cada delegado es un mundo”, dice en referencia a las particularidades de cada lugar, aun en territorios contiguos o que comparten un mismo gobierno municipal; además, también influye la topografía, que dificulta el acceso a sitios remotos en los que hay liderazgos tanto legales como fácticos, además de carteras delictivas específicas.

“A quien llega le cuesta muy caro porque tiene que disputar la plaza en cada región”, agrega la fuente de seguridad.

Enemigos del estado

El gobierno estatal reconoce dos grandes amenazas criminales: Los Pepes y Los Hades “segunda generación”.

Las disputas que estos grupos tienen –Los Pepes contra el Cártel de Hidalgo, y Los Hades contra las organizaciones rivales en el Valle del Mezquital– han recrudecido la violencia, visible con los cuerpos acribillados y los mensajes que dejan en ellos, explican los consultados al respecto.

“Los grupos disputan liderazgos y tienen estrategias, una de éstas, el terror”, acepta en entrevista otro de los mandos. Sin embargo, niega que las autoridades de la entidad hayan sido rebasadas, porque –agrega– ahora se tiene mayor capacidad de acción.

Pese a lo anterior, las fuentes aceptan que la autoridad sí ha tenido debilidades; ejemplo de ello fue lo ocurrido el 1 de diciembre de 2021, cuando un comando del grupo criminal de Los Michoacanos o Pueblos Unidos rescataron de la cárcel de Tula a sus líderes José Artemio y Mariano Maldonado Mejía (Proceso 2362 y 2370).

El 23 de abril último El Michoacano fue recapturado en un operativo en la Ciudad de México en el cual participaron la Fiscalía General de la República y sus similares de Hidalgo y Michoacán, tras un rastreo desde las montañas de la sierra purépecha. El también apodado Rabias estaba con otro de sus hermanos, Gerardo Maldonado, El Sherk, que se había fugado de la cárcel de Puebla en febrero de 2021.

Mariano, que continúa prófugo, es un objetivo prioritario del gobierno federal en el combate al robo de combustible, y reasumió el liderazgo de Pueblos Unidos.

Aunque el gobierno estatal no los reconoce, inteligencia federal sitúa en territorio hidalguense al CJNG, Los Zetas Vieja Escuela –ambos dedicados al huachicoleo– y al Cártel del Golfo; asimismo la Unidad de Inteligencia Financiera también los identifica por operaciones con recursos de procedencia ilícita.

De acuerdo con el nuevo mapa delictivo, Los Zetas, La Unión Tepito, La Familia Michoacana y El Cártel del Golfo operan desde la zona metropolitana de Pachuca, que abarca Mineral de la Reforma, Tolcayuca –donde Óscar Flores Ramírez, El Lunares, líder de La Unión Tepito, fue detenido en enero de 2020–, Zapotlán –donde fue asesinado a tiros el alcalde Manuel Aguilar García, el 10 de junio del año pasado–, Zempoala y San Agustín Tlaxiaca; así como Tizayuca y Villa de Tezontepec.

El que ahora existan más grupos delincuenciales que cuando se inició el actual gobierno, aseguran las fuentes de seguridad, se debe a que, cuando se les vulnera, se atomizan, y entonces, surgen más células, algunas más violentas. “Esas células, si no se les dinamiza, crecen. Pisas a los grupos y se escinden”, explican.

Para las autoridades estatales, esos grupos delictivos son “sujetos de interés” que comparten geografías y que, para posicionarse, actúan con violencia. Cuando dejan un cuerpo descuartizado “actualizan” hacia sus rivales su amenaza sobre la “toma de la plaza”, agregan los funcionarios consultados.

Con todo y el panorama que detallaron las fuentes, con homicidios que categorizan como “rivalidad delincuencial”, las autoridades estatales aún no consideran que la situación sea grave –aseguran los entrevistados–, aunque ya aceptan que, de no atenderse el problema de la violencia, ésta “puede convertirse en un muy grave riesgo”. 

Reportaje publicado el 29 de mayo en la edición 2378 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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