Festival Internacional de Cine de Guadalajara

Argüelles y Sainte-Luce, dos cartas mexicanas

Inició ya la competencia internacional en La perla tapatía, y de la representación mexicana asisten, entre otras, "Celeste Soledad", de Alex Argüelles y "El reino de Dios" de Claudia Sainte-Luce.
sábado, 18 de junio de 2022 · 15:49

Inició ya la competencia internacional en La perla tapatía, y de la representación mexicana asisten, entre otras, "Celeste Soledad", de Alex Argüelles y "El reino de Dios" de Claudia Sainte-Luce. Aquel participa con su ópera prima y ésta con su cuarto filme en busca del Premio Mezcal, pero Celeste Soledad también está invitada para representar al país en Largometraje Iberoamericano de Ficción. Varios tópicos alcanzan a Argüelles, si bien predomina el de la soledad, mientras que la directora se detuvo en la infancia y su pérdida de inocencia, según narran a Proceso. El festival culmina el día 18.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La película Celeste Soledad (México, 2022), ópera prima de Alex Argüelles, concursa en las secciones Premio Mezcal y Largometraje Iberoamericano de Ficción (en ésta como única producción totalmente mexicana) de la 37 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).

Argüelles (Ciudad de México, 1986) dice en entrevista por teléfono:

“No me la creo que haya sido incluido en dos categorías”, para que, en medio de la alegría, acentúe que el hecho de que las películas compitan “me confunde un poco, pues ¿cómo se compara un largometraje con otro?”

Se explica:

“Independientemente de quiénes serán los ganadores, no creo que mi proyecto sea mejor o peor que los de mis compañeros que participan en esas áreas, ni definitivamente que los otros que no fueron seleccionados. Me deja ese agradecimiento. Es suerte que el jurado, que decide qué películas quedan, coincida su visión del arte en el cine con la mía… igual me pudo haber tocado un jurado que no. Hay muchas producciones muy valiosas, entonces me gané la lotería.”

Celeste Soledad, con duración de 138 minutos, muestra a las hermanan Celeste y Soledad, de 25 y 20 años de edad respectivamente, que no se llevan bien, pero deben convivir a partir de la muerte de sus padres. Celeste se sumerge en una depresión, en tanto que Soledad desarrolla una esquizofrenia paranoide que la conducirá por laberintos cada vez más oscuros y tenebrosos.

Las protagonistas son Michelle Betancourt (Soledad) y Fernanda Echevarría (Celeste). El reparto se completa con Diego Jáuregui (Román), Claudette Maillé (Catherine), Pablo Marín (Bruno) y Karina Gidi, la voz narradora.

Argüelles, egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) –actualmente Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), de la UNAM–, trabajó por años como director de fotografía mientras escribía el guion de Celeste Soledad, el cual –relata– surgió desde 2012:

“Me moría de ganas por realizar mi ópera prima, y como no sabe uno si va a ser la única película, entonces uno quiere hablar de las cosas que te importan y perturban más en ese momento de tu vida. Esta es una idea que vengo masticando desde 2012 y eran varios los tópicos que me interesaba abarcar, como la soledad. Me preocupaba que, como suele suceder con las óperas primas, por desear abordar muchas cosas no abordara nada porque se diluyen.”

Entonces se basó en un esquema que en algún momento Alfonso Cuarón, en una plática en la ENAC, compartió. Y le encantó:

“Cuarón explicó en ese momento que en sus primeras películas le interesaba tener una secuencia completa espectacular, acababa de filmar Niños del hombre, pero luego le interesaron los conceptos. Dijo que veía la historia como una cuerda, y los conceptos como la ropa que vas colgando en ese lazo. Obviamente, si tu historia, es decir tu cuerda, está floja, el concepto se cae. Y si posees una cuerda perfecta y estirada pero no hay ninguna prenda ahí colgada, sólo tienes un tendedero. Este esquema me gustó mucho porque me sirvió como guía para poner prendas a las que yo, en lugar de llamarles conceptos, les digo temas.”

Ya con experiencia como director de los cortos Al morir la vie, El cerebro, Autorretrato y La gran masturbación, entre otros, Argüelles refiere que escribió el guion de Celeste Soledad de 2012 a 2017, pero finalmente lo terminó con Emilio Aguilar Pradal en 2019:

“Escribí la película pensando que la iba a filmar con dinero prestado y a rodarla en la casa de mis papás, en fin, y aplicamos en 2018 al Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine), y la gran sorpresa fue que ganamos. No tenía ni la mínima esperanza de ganar y ni siquiera me molesté en ver los resultados, me enteré por un amigo que me habló para felicitarme. Ese estímulo, ya inexistente, la verdad fue una maravilla, eso me ayudó muchísimo.

“El proceso de escritura fue difícil, pero por la cuestión de mi bloqueo mental y la pasión personal. Uno da muchas vueltas en laberintos circulares. De hecho me dieron el estímulo, pero con la observación de que el guion poseía todavía ciertas cosas no pulidas, y fue cuando le hablé a mi amigo Emilio Aguilar Pradal, también compañero del entonces CUEC, a quien le fotografié su documental Los atardeceres rojos, y le expresé: ‘¡Ayúdame porque no puedo!, ya llevo cuatro años invertidos en esto, y doy vueltas y vueltas’. Él me ayudó a terminar la historia. Eso fue lo más difícil, finalizar el guion con un relato que funcionara, que pudiera soportar esos temas”.

El FICG inició el pasado viernes 10 de junio y finalizará el 18. Para el Premio Mezcal, Celeste Soledad disputa con Coraje (México-España) de Rubén Rojo Aura, Goya (México) de Pablo Orta Zamora, Guardado, hermano (México) de Jorge Iván Sanders-Ortega y El reino de Dios (México) de Claudia Sainte-Luce (ver recuadro).

En Largometraje Iberoamericano de Ficción se enfrenta a Camila saldrá esta noche (Argentina) de Inés María Barrionuevo, Carajita (República Dominicana-Argentina) de Silvina Schnicer y Ulises Porra, The cow who sang a song into the future (Chile-Francia-Estados Unidos-Alemania) de Francisca Alegría, EAMI (Paraguay-Argentina-México-Estados Unidos-Francia- Alemania-Países Bajos) de Paz Encina, Fogaréu (Brasil-Francia) de Flavia Neves, One year, one night (España-Francia) de Isaki Lacuesta, Raquel 1:1 (Brasil) de Mariana Bastos, La Roya (Colombia-Francia) de Juan Sebastián Mesa, Tiempos futuros (Perú-México-Ecuador-España-Alemania) de V. Checa, y Utama (Bolivia-Uruguay-Francia) de Alejandro Loayza Grisi.

La hostilidad del mundo

Respecto al tema de la soledad, Argüelles completa:

“Ese es el primer asunto. Siempre he tenido en la cabeza la soledad. El mundo lo concebimos a partir de nuestra perspectiva, y aunque podemos simpatizar con otras perspectivas, no podemos mirar desde los ojos de otra persona y oler con la nariz de otra persona. Es decir, al mundo lo percibimos desde nuestra soledad, y esta forma de ver las cosas me recordaba un poco la situación de la gente con esquizofrenia. Igual deseaba tocar la hostilidad en el mundo.”

Se le comenta que la película también refleja la violencia que padece México, y explica:

“El personaje Soledad lee en el periódico noticias de violencia. A eso me refiero cuando digo que me interesaba la hostilidad del mundo. Muchos de nosotros vivimos en una especie de burbuja, y de pronto echamos un vistazo para saber qué está pasando afuera y vemos un mundo muy hostil, de mucha violencia y mucha crueldad, de muchas cosas absurdas que están sucediendo. Muestro a Soledad y su visión trastornada por una psicosis, entonces ¿ella alucina con la hostilidad del mundo?, o ¿es la hostilidad del mundo la que la ha empujado a este punto de vulnerabilidad tan extrema?

“Ya que viste la película te estás preguntando ciertas cosas: ¿esto sí habrá pasado?, ¿o fue parte de su alucine? Para mí es interesante que no haya respuestas.”

–Llama la atención que el personaje Soledad se confina, se encierra en su casa creyendo que el sol está afectando a la humanidad, y usted filmó la película antes de la pandemia, ¿cómo fue eso?

–Eso fue una predicción. De hecho hay una escena en la que Soledad sale a la calle de noche. Ella cree que es el post-apocalipsis y sale con tapabocas, en esa época era extraño ver a alguien con tapabocas. Ahora esa escena no funciona de la misma manera porque ya estamos acostumbrados a ver a todo el mundo con un tapabocas.

“Da un poco de miedo que se está cumpliendo lo que Soledad alucina, porque no está lejos de la realidad, cada vez nos vamos acercando más. Quité una escena en la que Soledad viaja en el ‘pesero’, porque había un montón de secuencias de ella en ‘pesero’, y había un congestionamiento brutal, un calor tremendo y la gente de malhumor. Ella ve a un tipo que se baja de un coche y le da de bastonazos a otro. Una cosa muy, muy violenta. Y en uno de esos días estaba yo viajando en un ‘pesero’, con mucho calor, mucha luz, y se peleó el chofer con otra persona afuera, la cual sacó un revólver y soltó balazos. Afortunadamente no le dieron a nadie y el conductor del ‘pesero’ se echó a correr. Todos nos quedamos helados, pero me recordó mucho esa secuencia que yo acababa de escribir días antes. La pregunta es: ¿qué nos está pasando? Debemos reflexionar sobre eso y ayudarnos entre nosotros, y no al revés, mucho menos agredirnos”.

En la cinta Argüelles introduce animación que él mismo efectuó:

“La elaboré yo porque no tenía dinero. La incluí porque Soledad desea ser pintora y en los tratamientos anteriores del guion esta visión plástica estaba más marcada. Me gustaba la visión clásica, pictórica, juguetona ,y al mismo tiempo lo real. Desde el principio el punto de vista de Soledad está distorsionado, pero de una forma alegre, y la cuestión de la animación te dice: que tal si esto es, igual, una alucinación. Hay un instante donde un cuadro con la imagen de una mujer voltea a verla. Al inicio no contaba con dinero y me cuestioné: ¿qué cosa sé realizar que pueda aportar a la película? Y la animación es algo que siempre he hecho.”

Respecto al rodaje, confiesa aún más alegre:

“Rodar el largometraje fueron cinco de las semanas más felices de toda mi vida. No voy a decir que fue fácil, pero sí muy disfrutable. La post-producción fue un poco dolorosa, tardada, costosa, con deudas, pero tuve aliados, lo que me conmueve muchísimo porque el diseñador sonoro José Miguel Enríquez Rivaud, el editor Francisco X. Rivera, el fotógrafo César Gutiérrez Miranda, en fin, todos, son personas a quienes les gustó la historia y se entregaron de lleno, y eso hizo que el camino fuera mucho más ameno. Para mí, por ejemplo, trabajar con Ariel Gordón, de Cinema Máquina, fue un honor. Le convenció el proyecto aunque no teníamos para pagarle. He sido muy afortunado con la película.”

Rodó en la Ciudad de México y en Amatlán de Quetzalcóatl, Tepoztlán. Y revela que escribió el guion pensando en las actrices Michelle Betancourt, egresada del Centro Universitario de Teatro (CUT), y Fernanda Echevarría, quien estudió diseño gráfico en el Colegio Madrid, con un posgrado en Teoría Crítica:

“A Fernanda la conozco de toda la vida porque es mi prima, yo soy Argüelles Echevarría. Admiro y estoy enamorado de Fernanda. Me parece una persona talentosa, visualmente muy interesante y una gran actriz muy desaprovechada. No entiendo cómo no es la protagonista de un montón de películas y series, con ese talento y esa disciplina de trabajo tan admirable. Siempre tuve claro que quería trabajar con ella. A Michelle la conocí en teatro y me encantó su trabajo. Escribí el guion con ellas en mente y fue muy gozoso.

Resalta que Michelle y Fernanda entendieron muy bien el proyecto:

“Practicamos mucho en mesas de trabajo antes del rodaje y me la pasé increíble en la filmación, nada más se iban afinando detalles. Con mis temas fueron grandes partidarias. Me emociona ver estas alianzas en la película, tanto de los actores y las actrices como del equipo de trabajo.”

Después se incorporaron actores como Jáuregui, Karina Gidi –quien hace la voz en off, “a quien también admiro muchísimo”–, Juan Carlos Colombo…, en fin.

Remata al enfatizar que Celeste Soledad le dejó mucho aprendizaje de amigos y apapacho emocional:

“Son muchos temas que me producen mucha tristeza, coraje e impotencia, como la violencia en el país. Y esta es una forma de exorcizar esos demonios; es muy grato cuando el largometraje lo ve una persona y te comenta que se identificó. Finalmente lo que uno quiere es conmover a otros de la forma que te han conmovido a ti las películas que movieron tu vida.” 

Reportaje publicado el 12 de junio en la edición 2380 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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