Derechos Humanos

En Coyomeapan, una emboscada planeada desde el poder

Acusados por el gobernador Miguel Barbosa y autoridades locales de violentos y de ser “antorchistas”, los indígenas nahuas de Coyomeapan están de luto luego de una emboscada a 16 de sus compañeros, en la que murieron tres. Pudo ser una matanza de las dimensiones de la de Aguas Blancas.
lunes, 30 de mayo de 2022 · 18:36

Marginados, acusados por el gobernador Miguel Barbosa Huerta y las autoridades locales de violentos y de ser “antorchistas”, los indígenas nahuas de Coyomeapan, localidad de la Sierra Negra de Puebla, están de luto luego de una emboscada a 16 de sus compañeros, en la que murieron tres de ellos. Los sobrevivientes sostienen que detrás de ese ataque participaron policías estatales y guardias blancas que controlan los hermanos Araceli y David Celestino Rosas. “La orden era matarnos”, aseguran los sobrevivientes. La activista Claudia Martínez dice que pudo ser una matanza de las dimensiones de la de Aguas Blancas.

COYOMEAPAN, PUE. (Proceso).– La tarde del lunes 9, 16 integrantes del movimiento indígena Unidad por Coyomeapan fueron emboscados. Un grupo de 40 policías estatales, entre los cuales había incluso guardias blancas presuntamente contratados por los hermanos Araceli y David Celestino Rosas, militantes de la 4T, los balearon.

Tres indígenas nahuas murieron, entre ellos un menor, y ocho más resultaron heridos en ese ataque ocurrido en el paraje de Cobatzalco, en los límites entre Zoquitlán y Coyomeapan, en la Sierra Negra, una de las regiones más marginadas de Puebla.

“Fue una ejecución extrajudicial, no un enfrentamiento” como lo ha divulgado el gobierno de Miguel Barbosa Huerta, afirma uno de los testigos. “¿Cómo un enfrentamiento? Si nosotros apenas traíamos un machete”, recalca.

Al albañil Marcelo Carrera Reyes, de 45 años, lo mataron de un balazo en el pecho; el campesino Teófilo Barrera Herrera, de 24, recibió en el abdomen un disparo a quemarropa; Omar Herrera Raymundo, de 15, murió desan­grado en un hospital de Tehuacán luego de que le “florearon” el muslo de un tiro y todavía después le abrieron de un navajazo la zona inguinal.

Los sobrevivientes afirman que se trató de un operativo planeado en el que policías estatales y guardias blancas –todos uniformados y encapuchados– llevaban la orden de matar a los integrantes de la resistencia social que durante casi un año han mantenido pobladores de Coyomeapan contra los hermanos Celestino Rosas, aliados políticos y protegidos del gobierno de Barbosa Huerta.

Están seguros, dicen, de que los principales ejecutores eran “guaruras” de los Celestino. El primer ataque lo dirigieron contra el profesor Lauro Gil Argüelles, presidente del Comité de Unidad por Coyomeapan, y preguntaban por Beto, un líder indígena del movimiento que no iba en ese grupo.

“A muchos nos gritaban por nuestros nombres; no hay forma de que los estatales los supieran”, refiere uno de los entrevistados.

Para Claudia Martínez, dirigente del Colectivo Alerta Temprana de Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, lo ocurrido en Cobatzalco iba a ser una matanza de las dimensiones de Aguas Blancas, Guerrero, ocurrida en 1995, pero el operativo se les salió de control a los granaderos cuando varios indígenas corrieron hacia el monte.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2378 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 29 de mayo de 2022.

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