Jorge Bravo

México, ¿país de semiconductores?

El sueño de convertir México en un país de semiconductores se enfrenta a retos gigantescos, pero no carece de fundamentos si se apuesta por la especialización y la integración con la cadena de valor estadunidense.
domingo, 16 de febrero de 2025 · 05:00

El anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum, el 6 de febrero último, mediante Edmundo Antonio Gutiérrez Domínguez, coordinador del Proyecto de Semiconductores, sobre la creación de un centro de diseño de chips para 2027, ha generado optimismo sobre la aspiración de que México se convierta en una potencia de la industria.

Se habló de definir el modelo de fabricación en 2026, crear una empresa de participación pública, privada o mixta, inaugurar una fábrica de semiconductores en 2026, consolidarla en 2029, para cerrar el círculo con ensamble, pruebas y empaquetamiento en 2030. Ese plan, de cumplirse, pondría al país en la senda de abarcar toda la cadena de valor de los semiconductores.

Sin embargo, esta visión choca con la tendencia global de especialización. La industria de los semiconductores se caracteriza por la fragmentación y la concentración al mismo tiempo: cada país y cada compañía se enfoca en un eslabón específico, pues la complejidad técnica y el volumen de inversión requieren de competencias altamente especializadas. El libro La guerra de los chips, de Chris Miller, analiza en detalle cómo la cadena se ha segmentado: diseño, fabricación, fundición, ensamble, pruebas y empaquetamiento, con cada etapa dominada por un puñado de poderosos actores.

Según la Semiconductor Industry Association (SIA), el mercado global de semiconductores alcanzó en 2023 un valor de 526 mil?900 millones de dólares. Estados Unidos concentra 50.2?% de la cuota de mercado, seguido por Corea del Sur (19.8?%), Europa (8.7?%), Japón (7.9?%), Taiwán (7.3?%) y China (6.1?%).

Estos componentes resultan vitales para múltiples sectores: comunicaciones (32?%), PC/computadoras (25?%), automotriz (17?%), industria (14?%), consumo (11?%) y gobierno (1?%). La diversificación refleja la omnipresencia de los semiconductores, indispensables para smartphones, vehículos eléctricos, centros de datos, equipos médicos, dispositivos de internet de las cosas y un sinfín de aplicaciones más.

Empresas como Intel, Samsung, TSMC, Qualcomm, Mediatek, NVIDIA, AMD y otras han construido su liderazgo y especialización. Intel domina el diseño y la fabricación de CPUs para servidores y computadoras personales, mientras que AMD y NVIDIA han sobresalido en procesadores gráficos (GPU) y chips de última generación para la inteligencia artificial.

Qualcomm, con un modelo denominado “fabless” (sin fábrica), se concentra en el diseño de semiconductores para comunicaciones móviles. TSMC, en Taiwán, es líder en la manufactura por contrato (foundry): produce chips para clientes como Apple, NVIDIA o AMD.

Samsung combina la fabricación de chips lógicos con el dominio en memorias DRAM y NAND. ASML, en Países Bajos, fabrica la maquinaria de litografía más avanzada, sin la cual es imposible crear los chips de última generación.

El panorama evidencia la inversión continua. La innovación en chips requiere miles de millones de dólares anuales para investigación y desarrollo y para construir fábricas cada vez más sofisticadas.

La frontera que comparten Estados Unidos y México. Cercanía benéfica para la industria de los chips. Foto: Mario Jasso/Cuartoscuro

Erigir una planta de semiconductores puede tomar de dos a cinco años. La constante actualización tecnológica implica ampliaciones y mejoras permanentes. Las empresas líderes invierten enormes sumas y los gobiernos se ven obligados a ofrecer incentivos fiscales y subsidios para mantener competitivas sus instalaciones, como lo han hecho EU, China y Europa. No se trata de construir una fábrica, sino de tener el modelo de negocio y conocer la demanda de chips para que esa fábrica sea productiva.

El plan de México para cubrir de inicio a fin la cadena de valor (diseño, fabricación, ensamble, pruebas y empaquetamiento) se antoja utópico. La tendencia ha sido que los países desarrollen áreas de fortaleza específicas: Taiwán se ha centrado en la manufactura de alta precisión. Corea del Sur en memoria y en chips lógicos. EU en el software de diseño y en la innovación de arquitecturas. Japón en la provisión de equipos y materiales. Europa en la maquinaria de litografía.

No obstante, existen oportunidades para México. La proximidad con EU –que ostenta 50?% del mercado global– y el T-MEC permiten atraer inversión extranjera directa. Grandes fabricantes podrían establecer plantas de ensamble y pruebas, áreas que, si bien son menos sofisticadas que la litografía ultravioleta extrema, no dejan de requerir mano de obra capacitada y estándares de calidad elevados.

Asimismo la emergencia de nuevos actores en el sector automotriz –vehículos eléctricos, conectividad avanzada y sistemas de asistencia al conductor– puede servir como palanca para el desarrollo de semiconductores en territorio mexicano, dada la relevancia de la industria automotriz nacional.

El ensamble y las pruebas son eslabones que ya cuentan con presencia en México. Varias empresas han instalado líneas de producción de componentes electrónicos. Consolidar y expandir este nicho es más realista en el corto plazo que la fabricación de nodos de cinco nanómetros o menos, donde TSMC y Samsung han invertido miles de millones de dólares durante décadas. Un centro de diseño de semiconductores podría servir para formar ingenieros y generar propiedad intelectual local, si se logran alianzas con universidades, institutos de investigación y empresas.

La competencia geopolítica por los semiconductores es un eje de la guerra tecnológica. China gasta más en importación de chips que en petróleo. Estados Unidos ha impuesto restricciones a las exportaciones tecnológicas hacia empresas chinas. Las compañías buscan diversificar sus cadenas de suministro para minimizar riesgos y garantizar su producción. México debe beneficiarse de este reacomodo si ofrece certidumbre legal, infraestructura digital y talento que responda a las exigencias de la industria.

Semiconductores. Industria con inversiones multimillonarias. Foto: Freepik

¿Es realista crear un centro de diseño para 2027 y una fábrica de semiconductores que arranque en 2026? La respuesta depende de la capacidad de articular esfuerzos públicos y privados y priorizar las fases en las cuales México tiene ventajas competitivas. Levantar una fábrica de chips requiere años de preparación, formación de especialistas, enormes recursos de capital y una estrategia que incorpore a los principales actores globales de la industria.

El sueño de convertir México en un país de semiconductores se enfrenta a retos gigantescos, pero no carece de fundamentos si se apuesta por la especialización y la integración con la cadena de valor estadunidense.

X: @beltmondi

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