Opinión

¿Salinas Pliego es Berlusconi?

Salinas Pliego se presenta como un perseguido del gobierno, agraviado por el sistema judicial. Berlusconi hizo lo mismo: acusó a la judicatura, a la prensa adversaria, a las élites políticas de complots en su contra.
viernes, 3 de octubre de 2025 · 05:00

Ricardo Salinas Pliego ha emergido en el escenario político con una intensidad nueva sobre la base de décadas de acumulación de recursos, influencia mediática y tensiones con el poder político. ¿Se puede equiparar al magnate de los medios Silvio Berlusconi, que llegó a gobernar Italia?

Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas (TV Azteca, Banco Azteca, Elektra, Totalplay, Italika, entre otras firmas) ha abierto la puerta a aspiraciones presidenciales para 2030. Él mismo ha dicho que “hará lo que sea necesario” si el destino de México lo requiere, aunque también afirma no buscar la candidatura hasta no ver condiciones que le den competitividad.

Su nombre ya aparece en algunas encuestas. Massive Caller registró que 33.8% de los mexicanos apoyaría su eventual candidatura presidencial. En otra medición de México Elige entre empresarios para la presidencia, Salinas Pliego lidera con 38.7%. Una encuesta de Territorial le da 71.2% de aprobación ciudadana en un escenario de candidatura en 2030. En cualquier caso, es demasiado pronto.

Paralelamente, enfrenta controversias judiciales y fiscales. El gobierno federal ha informado que Grupo Salinas tiene 32 juicios fiscales con más de 74 mil millones de pesos en litigio. En algunos casos, como TV Azteca, tuvo que pagar 3,527 millones de pesos por impuestos omitidos de 2009. Otro caso: Elektra fue condenada a pagar 2,000 millones de pesos por impuestos de 2012. Diversos acreedores en Estados Unidos también reclaman pagos millonarios.

Berlusconi. Paralelismos con Salinas. Foto: X @berlusconi.

Una de sus características es la estrategia legal, dilatar resoluciones judiciales hasta sus últimas instancias, incluidas recusaciones, amparos, alegatos de parcialidad, lo que ha alargado procesos incluso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Hay episodios que contribuyen al relato simbólico de su poder mediático y capacidad de generar controversia pública: su “mero grito” de Independencia, los eventos políticos que encabeza como el Movimiento Anticrimen y Anticorrupción y su enfrentamiento con el Estado en varias aristas legales.

Comparado con Silvio Berlusconi, fue el magnate mediático más influyente de Italia. Fundó Mediaset, controló medios de comunicación, poseyó clubes de futbol, participó en negocios inmobiliarios y desde ahí construyó una plataforma política con su partido Forza Italia. Su imperio mediático le permitió influenciar la opinión pública italiana de forma directa, controlar la narrativa, evadir parcialmente los golpes judiciales y construir una figura política personalista fuerte.

Sus gobiernos y su vida política estuvieron marcados por escándalos fiscales, acusaciones judiciales, aprovechamiento del control mediático, conflictos de intereses y usos de las leyes para protegerse. Tuvo condenas, absoluciones, prescripciones, apelaciones múltiples. Muchas acusaciones quedaron sin efecto por prescripción, por tecnicismos legales o alegatos de parcialidad.

Ambos usan negocios de comunicación para amplificar su voz, moldear la opinión pública, generar narrativa adversa contra el gobierno y proyectar liderazgo fuera de canales políticos institucionales. Berlusconi y Salinas Pliego enfrentaron litigios fiscales. En ambos casos las disputas judiciales incluyeron apelaciones, recursos y estrategias para dilatar o evitar sanciones mayores.

Ambos han sido personajes polarizadores, con un estilo visible que produce reacciones intensas: admiración, rechazo, humor, crítica. El uso de lo simbólico (gritos, actos públicos, provocaciones) es parte del repertorio. Salinas Pliego se presenta como un perseguido del gobierno, agraviado por el sistema judicial. Berlusconi hizo lo mismo: acusó a la judicatura, a la prensa adversaria, a las élites políticas de complots en su contra.

Sin embargo, también hay diferencias. Berlusconi sí llegó a gobernar como primer ministro varias veces. Salinas Pliego no lo ha hecho ni ha ocupado cargos políticos formales. Italia tiene una tradición democrática con varios partidos, un sistema judicial complicado, pero con independencia probada en muchos casos. En México, recientemente cambió la institucionalidad judicial con la elección popular de jueces, magistrados y ministros, a la cual se opuso vehementemente Salinas Pliego.

Berlusconi protagonizó escándalos sexuales, fiestas, comportamiento inapropiado que era foco central de su controversia. Salinas Pliego ha sido protagonista de polémicas, pero no de esa índole. Su conflicto es sobre impuestos, poder mediático, disputas legales, influencia política indirecta, cuestionamiento al poder, la corrupción, la escalada de la violencia y los ataques públicos a la propiedad privada.

Berlusconi fundó Forza Italia, se convirtió en jefe de gobierno, articuló coaliciones y ostentó poder formal. Salinas Pliego está en la estrategia de construirse como figura fuera de los partidos tradicionales, criticando al gobierno (4T, Morena), creando movimientos críticos (Anticrimen y Anticorrupción), pero sin estructura partidista. Eso lo hace depender de alianzas, del ambiente electoral, de aceptación popular, de que el sistema no lo margine.

¿Qué lecciones podría aprender de Berlusconi rumbo a 2030? Si aspira a la Presidencia o a jugar un papel clave en la disputa por el poder, no basta con el poder mediático y los seguidores. Hay que construir una estructura partidista que compita electoralmente con presencia territorial. Salinas Pliego tiene la ventaja del uso intensivo de las redes sociales, su audiencia digital es parte de la estrategia.

Salinas Pliego exhibe muchas marcas de Berlusconi: magnate mediático que aspira a lo político, litigios fiscales, control de narrativas, estilo personalista y una relación tensa con el Estado y la justicia. Si compite en 2030, podría ser visto como un Berlusconi mexicano, pero esas comparaciones sólo serán válidas si logra institucionalizar su movimiento, sortear la fiscalización, construir legitimidad electoral, responder a las acusaciones con algo más que defensa legal y narrativas de persecución, construir un programa político y demostrar capacidad de gobernar, no sólo de confrontar.

El error de la 4T ha sido enfocar los cuestionamientos ad personam (al “rico Salinas”) en lugar de analizar ¿qué responsabilidad corporativa existe? ¿Cómo operan sus empresas comercial, financiera y mediáticamente? ¿Qué efectos tienen sus publicaciones e influencia en la opinión pública?

La pregunta no es si Salinas Pliego se asemeja a Berlusconi, sino cuánto margen tiene para acercarse a ese modelo y si es compatible con la democracia. Salinas Pliego puede aprender de los aciertos de Berlusconi, pero también del costo reputacional, legal y político que pagó. Si decide lanzarse, México observará si viene un Berlusconi construido bajo las dinámicas mediáticas y de poder, o una nueva configuración tropicalizada a México.

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Twitter: @beltmondi


 

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