Olga Pellicer

Trump y México

La tarea más compleja para los ya nominados secretarios de Economía, Marcelo Ebrard, y Relaciones Exteriores, Juan Ramon de la Fuente, tiene en la relación con Trump, en caso de que gane, uno de sus mayores desafíos.
sábado, 20 de julio de 2024 · 06:00

Las últimas semanas han sido de enorme turbulencia política en Estados Unidos. Después de haber sobrevivido a un intento de asesinato, Donald Trump fue ungido como candidato del Partido Republicano, el GOP como comúnmente se le conoce; designó a su compañero de fórmula, el joven senador por Ohio, J.D.Vance;  dio a conocer la plataforma electoral del partido que inspirará las prioridades a perseguir por el gobierno que tome posesión en enero de  2025.  

A su vez, los problemas del Partido Demócrata, donde al momento de escribir estas líneas aún es incierta la candidatura de Biden, auguran pocas posibilidades de ganar a quien hoy se ve como seguro triunfador de las elecciones de noviembre. 

Los acontecimientos políticos de Estados Unidos interesan al mundo entero. Mucho podrá cambiar como resultado de las decisiones que tomen los dirigentes de la mayor potencia militar, tecnológica y cultural del mundo. México es uno de los países más vulnerables ante lo que ahí ocurra.  La cercanía geográfica, la intensidad de las relaciones económicas entre los dos países y los 38 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, hacen de ese país el tema fundamental de las relaciones exteriores de México.

Ahora bien, no es la primera vez que México debe lidiar con la presidencia de Donald Trump. Imposible olvidar que el tema central de su campaña en 2016 giró en torno de la propuesta de construir un muro para separarse de México que, además, “lo pagarían los mexicanos”. 

Tampoco se olvida su opinión tan negativa sobre el entonces TLCAN que, según sus palabras, era el peor tratado del mundo. Sin embargo, poco después de llegar al poder Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la animosidad se había convertido en buena amistad. 

Cabe recordar mítines en los que AMLO preguntaba a la audiencia si debíamos ser amigos de Trump para inducir un entusiasta si de sus seguidores. ¿volverá a darse un proceso similar? 

La plataforma electoral que se dio a conocer mantiene, de manera más insistente que en 2016, un tono profundamente agresivo contra México. A las acusaciones contra el grado en que Biden propició la entrada de millones de migrantes se suma ahora la amenaza de deportaciones masivas, “como nunca se habían visto en la historia de Estados Unidos”. Otros problemas, como es el del envío de fentanilo desde México, las referencias a los cárteles mexicanos y a la intención de perseguirlos en territorio mexicano confirman tal agresividad. 

Desde el punto de vista económico, la plataforma contiene puntos inquietantes para México dado el ánimo proteccionista que inspira la propuesta de devolver a Estados Unidos las actividades de la industria manufacturera que se han ido hacia otros países. Aunque sin nombrarlo, México se encontraría entre los países más notorios que serían destino de inversiones que el gobierno de Trump está decidido a mantener en territorio estadunidense. 

¿Desaparecerán las esperanzas que había en México por el efecto positivo que tendrían en nuestro proceso de industrialización el nearshoring?

Aspecto llamativo de la plataforma es la voluntad de fortalecer la industria petrolera, dejando de lado cualquier compromiso con las energías alternativas. En la mirada trumpista el tema del cambio climático y sus terribles consecuencias no existe. Ningún punto de su plataforma toma en cuenta el problema de la emisión de gases de efecto invernadero y la necesidad de disminuirlos. El gobierno de Trump se propone perforar tantos nuevos pozos de petróleo como sea posible. 

Los señalamientos anteriores nos llevan a ver con incertidumbre el rumbo que seguirá la relación México-Estados Unidos a partir de enero próximo. La posición de la futura presidenta Claudia Sheinbaum es menos favorable a la que encontró su antecesor cuando llegó al poder. 

Sheinbaum. Trump, un reto. Foto: Montserrat López

En primer lugar, el fenómeno de la migración ha adquirido proporciones más alarmantes. Se ha convertido en un fenómeno global en el que se han incorporado grupos de otras nacionalidades e incluso de otros continentes que buscan llegar por México a Estados Unidos. 

El “quédate en México” que se impuso en 2018, aceptado por el entonces canciller, Marcelo Ebrard, significa en 2025 un problema más insoluble y destructivo para México. 

Por otra parte, la revisión del T-MEC, prevista para 2026, representará una tarea más cuesta arriba que en los años del primer gobierno de Trump. En aquel entonces, la dupla formada por Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo logró mantener el TLCAN, convertirlo en T-MEC y presentarlo, casi totalmente resuelto, cuando AMLO llegó al poder. 

Para entonces, teniendo como principal interlocutor por la parte estadunidense al yerno de Trump, Jared Kushner, se había actualizado el TLCAN incorporando, entre otros puntos, cláusulas laborales que interesaban a los sindicatos estadunidenses y resultaban convenientes para México. Un punto que incorporó el enviado de AMLO en el último tramo de las negociaciones fue el relativo a la independencia de México para conducir su política energética. Ello no impidió, sin embargo, que quedaran bien establecidos principios relacionados con el trato no discriminatorio a empresas privadas, nacionales o extranjeras, que participaran en la producción de energía. 

La tarea más compleja para los ya nominados secretarios de Economía, Marcelo Ebrard, y Relaciones Exteriores, Juan Ramon de la Fuente, tiene en la relación con Trump, en caso de que gane, uno de sus mayores desafíos. 

Los preparativos para dialogar con su equipo y encontrar las propuestas de convivencia y cooperación que sean posibles deberán comenzar a la brevedad. 

Lo primero será identificar los problemas más difíciles, imaginar propuestas que puedan ser aceptables para ambas partes y convencer a las audiencias de ambos países que hay mucho que ganar en una convivencia pacífica y amistosa entre países vecinos. 

La situación caótica y peligrosa que puede desencadenar Trump en el mundo y al interior de Estados Unidos son problemas en los que México tiene pocas posibilidades de intervenir.

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