Antonio Salgado Borge

Morena, el PRIAN y MC rumbo al próximo sexenio

El debate del domingo último no contribuyó a conocer los planes o los proyectos concretos de quienes aspiran a gobernarnos, pero sí ofreció indicaciones que ayudan a distinguir las posibles rutas que seguirán durante el siguiente sexenio.
lunes, 20 de mayo de 2024 · 16:30

El tercer debate presidencial, al igual que los dos que le antecedieron, no contribuyó a conocer los proyectos concretos de quienes aspiran a gobernar a México. Sin embargo, en este artículo argumentaré que este debate ofreció señales que ayudan a distinguir la posible ruta de las tres principales fuerzas políticas durante el siguiente sexenio.

Las primeras señales tienen que ver con Morena y Claudia Sheinbaum. El domingo último la candidata del partido del presidente demostró consistentemente su serio déficit de carisma. A estas alturas es evidente que difícilmente logrará transmitir las emociones necesarias para generar empatía en sus audiencias. 

Sheinbaum. Evasivas ante señalamientos de corrupción. Foto: Eduardo Miranda

También quedó claro que, para Sheinbaum, es cada vez más complicado desmarcarse de la corrupción y de los personajes reprobables que han migrado a su partido. Cuestionada directamente al respecto durante el debate, la candidata de Morena optó por encogerse de hombros o por tomar alguna ruta evasiva en sus respuestas.

Finalmente, de lo dicho por la candidata puntera se desprende que el próximo gobierno de México muy probablemente será una calca del actual. Esto incluye aspectos positivos –como la defensa de los salarios o la ruptura con el neoliberalismo–, pero también elementos profundamente negativos –como la militarización o el desprecio a los contrapesos–. 

Es complicado pensar que la combinación de los tres factores anteriores impedirá que Claudia Sheinbaum llegue a la Presidencia. Este es el caso, en buena medida, porque su campaña es empujada de lleno por la popularidad de nuestro actual presidente. Pero también es evidente que este bono desparecerá pronto en el contexto de un eventual nuevo gobierno de Morena. 

Un escenario con una presidenta sin carisma o conexión con el público, con puestos de su gobierno y el Poder Legislativo, repletos de personajes perniciosos e indefendibles y con problemas reales continuando su actual tendencia, permite anticipar el derrumbe de la luna de miel electoral de la que actualmente disfruta Morena. 

Congreso de la Unión. Foco rojo para la 4T. Foto: Juan Carlos Cortés

Dado que no parece haber una estrategia presentable para contener este derrumbe, y considerando que en Morena el fin justifica los medios, es una posibilidad real que, como presidenta, Sheinbaum opte por compensar endureciendo algunos de los peores rasgos del actual régimen. 

Pasemos ahora a las señales enviadas por Xóchitl Gálvez y el PRIAN (utilizo esta etiqueta para simplificar, no para calificar). Este bando telegrafió dos indicaciones contundentes. La primera es que lo poco fresco que pudiera ofrecer Gálvez es rápidamente sepultado por la coalición que representa. En concreto, por mucho que haya mejorado su desempeño el domingo pasado, esa candidata terminó apachurrada entre la corrupción de las élites que la cobijan y los peores impulsos de la ultraderecha.

Así, la corrupción de las élites del PRIAN fue aprovechada por Claudia Sheinbaum y por Jorge Álvarez Máynez para nulificar cada señalamiento de corrupción hecho por Xóchitl Gálvez a Morena.  

¿Morena elige a embajadores sin formación y con acusaciones de corrupción a cuestas? Claro, pero estos individuos impresentables son exgobernadores priistas o panistas. ¿Gálvez se compromete a terminar con la corrupción? OK, pero entonces tiene que explicar su inclusión de personajes como Alito Moreno en su lista de plurinominales. Cada flanco abierto por la candidata del PRIAN en este sentido fue respondido siguiendo la misma estrategia.

La segunda indicación enviada por Xóchitl Gálvez tiene que ver con el peso de la ultraderecha dentro de su proyecto. En el que a mi juicio fue el momento más deplorable de los tres debates, quien se presume una mujer liberal, moderna y progresista, tomó como línea de golpeo el ateísmo que se atribuye a la candidata de Morena. 

Xóchitl Gálvez. Impresentables del PRI y del PAN, el lastre. Foto: Eduardo iranda 

Desde luego, la candidata del PRIAN intentó presentar estos ataques como un señalamiento a la hipocresía, no a la falta de fe de Sheinbaum. Pero el fraseo elegido, así como un posterior recordatorio de que la exjefa de Gobierno “no cree en los pecados”, muestran que la intención iba más allá de hacer ver al público una inconsistencia.

En realidad, Gálvez buscó matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, cedió a grupos ultraconservadores, incluida parte de la alta jerarquía de la Iglesia católica –una de las principales fuerzas dentro de la coalición que representa–. Para estos grupos el ateísmo de Sheinbaum es una preocupación seria. Por el otro, la candidata del Frente buscó sacar raja electoral apelando al segmento de la población más conservador en México. 

Para efectos de este artículo, lo importante es que el caso de Gálvez indica que, sin importar quien sea su próxima candidata o candidato, el segmento de la población que respalda a esa coalición en México no tiene mucho margen de maniobra mientras las élites políticas, económicas y religiosas sigan dominando este movimiento.

El último caso para revisar es el de Jorge Álvarez Máynez y Movimiento Ciudadano. En contraste con Morena y el Frente, el domingo pasado Movimiento Ciudadano refrendó que tendrá una oportunidad dorada para crecer en este sexenio. 

Aunque mucho se ha comentado que ello se debe, en buena medida, a la capacidad de oratoria de Álvarez Máynez, poco se ha mencionado que el candidato de MC ha logrado labrar un espacio para su partido en lo que de otra forma sería un duelo entre dos fuerzas.

A mi juicio esto ha sido posible por dos motivos fundamentales. En primer lugar, en los debates Máynez puso por delante ideas asociadas con la izquierda liberal moderna, como castigar sólo delitos de alto impacto, defender el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, una reforma fiscal redistributiva o el cambio en las jornadas laborales. 

En segundo, el candidato de MC criticó dura y directamente a los personajes impresentables de Morena y del Frente. Cada vez que Gálvez o Sheinbaum lanzaron acusaciones a su rival, Máynez tomó la oportunidad para recordar a la audiencia que lo mismo aplica a la parte acusante.

El éxito de esta estrategia es previsible cuando se considera que, tras los dos primeros debates, hubo crecimiento importante de Movimiento Ciudadano en las encuestas. Sin embargo, es importante notar que las circunstancias cambiarán radicalmente si este partido sigue creciendo.

Aunque MC ha buscado instalarse en el discurso como “la nueva política”, ese partido también tiene su cuota de impresentables –como Ivonne Ortega, Samuel García o Roberto Palazuelos–. Lo que es peor, es fácil prever que mientras más opciones tenga de ganar posiciones, mayor será la cantidad de priistas, panistas o Morenistas que buscarán emigrar a ese movimiento, y que, mientras traigan votos y recursos, nadie en MC les cerrará la puerta.

También será interesante ver cuán serio es el compromiso de Movimiento Ciudadano con las causas de izquierda que Máynez ha suscrito durante esta campaña. Es relativamente fácil y poco costoso decir cualquier cosa cuando no se tiene posibilidad alguna de ganar una elección. Mucho más complicado es hacerlo cuando uno será llamado a cuentas. 

Álvarez Máynez. MC, con cuota de personajes cuestionables. Foto: Eduardo Miranda

En este sentido, está por verse si las personas que MC instale en el Congreso verdaderamente utilizarán su capital político ganado por Máynez para empujar su supuesta agenda.

En conclusión, el debate del domingo último no contribuyó a conocer los planes o los proyectos concretos de quienes aspiran a gobernarnos, pero sí ofreció indicaciones que ayudan a distinguir las posibles rutas que seguirán durante el siguiente sexenio. Por desgracia, ninguna de estas rutas parece ser la correcta.

*Profesor Asociado de Filosofía en la Universidad de Nottingham, Reino Unido

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