Jorge Bravo

Tecnología y 5G en el tablero geopolítico

Por vez primera desde que Estados Unidos es una potencia global, tomó una posición conservadora durante la presidencia de Donald Trump al prohibir en su territorio la tecnología de las empresas chinas, pero con el detalle de que Estados Unidos no tiene su propia 5G.
jueves, 11 de enero de 2024 · 13:51

El gran conflicto geopolítico de nuestros días es entre Estados Unidos y China. La confrontación tiene diversos frentes como el diplomático, el simbólico, el militar y el económico, pero me enfocaré en el tecnológico.

La relación entre estos dos gigantes cambió significativamente durante la presidencia de Richard Nixon. En un movimiento estratégico, Estados Unidos ayudó a China a abrirse al mundo, a sabiendas de que le permitiría crecer y convertirse en un contrincante más tarde. Esta ayuda se basó en la idea de que China sería desde entonces un socio comercial y político de la Unión Americana.

El interés geopolítico histórico de Estados Unidos radica en que no surja ninguna potencia ni en Europa ni en Asia, de ahí que permita o propicie múltiples conflictos en ambas regiones para debilitar la posibilidad de que emerja una nueva superpotencia en el Atlántico o en el Pacífico.

Cuando la Unión Soviética se encontraba en su máximo esplendor, Nixon buscó un acercamiento diplomático vía su secretario de Estado, Henry Kissinger, para que Estados Unidos apoyara económicamente a la China de Mao para equilibrar la región.

Como parte de la negociación, las empresas de Estados Unidos entraron en masa al gigante asiático para producir sus mercancías, en un acuerdo económico que favorecía a ambas partes: las compañías de Estados Unidos invertían y China manufacturaba barato para que ellas vendieran al resto del mundo.

La visión inicial era estabilizar la región y aprovechar la apertura china como contrapeso al poderío soviético durante la Guerra Fría. Sin embargo, esta estrategia generó un adversario formidable, plenamente consciente de sus propios intereses geopolíticos y con un crecimiento económico y tecnológico que ha sorprendido.

Con el tiempo, China creció económicamente y decidió cruzar el Rubicón: convertirse en una potencia al vender sus propios productos de sus propias empresas y, en el plano tecnológico, cuando dejó de copiar tecnología extranjera y comenzó a investigar, desarrollar e innovar.

Hay que destacar que Estados Unidos es una potencia marítima, con una presencia global en todos los océanos. China es una potencia terrestre, con un fuerte control sobre el continente asiático. Esta diferencia geopolítica es un factor importante en su rivalidad. China, vía la nueva ruta de la seda, avanzó por Asia hasta llegar a Europa y África para realizar inversiones, ofrecer sus productos y vender su tecnología digital.

Estados Unidos, con su economía de mercado y su fuerte énfasis en los derechos y la democracia, ha sido desde la Segunda Guerra Mundial una superpotencia global. China, con su sistema de partido único y su economía mixta, ha surgido como un competidor formidable, dispuesto a entablar relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países.

La posición geopolítica de Estados Unidos se ha caracterizado por ser dual: la conveniencia de tener a China como socio comercial y, simultáneamente, la conciencia de que se convertiría eventualmente en un rival. Esta relación ambivalente ha llegado a un punto crítico, cuando la competencia por la supremacía global se ha vuelto más evidente. El punto de inflexión es la tecnología 5G y la transformación digital como nuevo modelo de desarrollo civilizatorio basado en la adopción de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).

Trump y Ji Ping. Por la supremacía / Foto: https://mfa.gov.cn/

El conflicto beneficia a ambos países en algunos aspectos. Estados Unidos se fortalece de la rivalidad en términos de seguridad nacional, porque le permite mantener su liderazgo militar. China se nutre de la competencia en términos económicos, porque así acelera su desarrollo industrial.

En este complejo equilibrio de poder, la competencia con China justifica inversiones masivas de Estados Unidos en defensa y tecnología para preservar una posición dominante. En tanto que China se ha beneficiado de décadas de paz relativa, permitiéndole centrarse en su desarrollo interno, sacando a millones de habitantes de la pobreza y convirtiéndose en una potencia económica y tecnológica.

En términos estratégicos, Estados Unidos se ve favorecido por el conflicto para apuntalar su hegemonía global, mientras que China busca la paz para crecer y prosperar, mediante el comercio y la inversión en lugar de la confrontación militar.

De ser aliados con un fuerte impulso del capital estadunidense, se convirtieron en adversarios económicos. Ese es el escenario actual. Este conflicto es una compleja mezcla de poder, economía y tecnología, con implicaciones que se extienden más allá de las fronteras de ambas superpotencias.

El campo de batalla más reciente en esta confrontación geopolítica es la carrera por la supremacía en la tecnología 5G. Estados Unidos, sintiéndose amenazado, adoptó una posición defensiva al prohibir la participación de empresas chinas en su mercado de telecomunicaciones.

Esta estrategia se ve afectada por la falta de una alternativa tecnológica nacional competitiva. La paradoja revela las grietas en la estrategia estadunidense, porque la prohibición de empresas chinas en el mercado 5G deja a Estados Unidos sin una solución doméstica viable.

Por vez primera desde que Estados Unidos es una potencia global, tomó una posición conservadora durante la presidencia de Donald Trump al prohibir en su territorio la tecnología de las empresas chinas, pero con el inédito detalle de que Estados Unidos no tiene su propia tecnología 5G.

En otros ámbitos, Estados Unidos presiona a las naciones porque tiene capital, energía como petróleo, alimentos, maquinaria o armas, pero en el plano tecnológico no tiene 5G, por eso su enfoque proteccionista se dirigió hacia los semiconductores, limitando que sus empresas vendan chips a compañías chinas. Mientras Estados Unidos asume una posición defensiva, también adopta una postura agresiva, presionando a las naciones a no desplegar redes 5G con tecnología china.

China ha seguido una estrategia más diplomática en la expansión global de 5G y ha logrado establecerse como líder en esta tecnología. La reacción norteamericana ocurrió cuando Europa y China, los dos polos de la preocupación geopolítica estadunidense, comenzaron a aliarse en la tecnología 5G. Mientras que para América Latina impera la doctrina Monroe de América para los americanos.

El conflicto no es sólo una lucha por la supremacía económica y tecnológica, también por la influencia global y la narrativa del orden mundial. Mientras Estados Unidos busca mantener su posición dominante, China está determinada a reclamar su lugar como superpotencia del siglo XXI.

En este tablero de ajedrez el mundo observa atentamente, consciente de que las decisiones y movimientos de estos dos titanes darán forma al futuro de la política, la economía y la tecnología a nivel mundial.                                                                  Los países que piensan que Estados Unidos ganará, se muestran cautelosos con China. Quienes evalúan que el gigante asiático triunfará, adquieren el 5G y la tecnología china. Para las naciones que observan esta partida, como siempre ocurre en la historia, lo peor que puede pasar es equivocarse.

Twitter: @beltmondi

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