2022
Los retos de un mundo dividido
A pesar de las esperanzas que se tenían respecto al fin de la pandemia, el mundo continúa a la expectativa de lo que sigue para enfrentar el virus. La vacunación ha procedido de manera continua pero desigual.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– A medida que nos adentramos en el año 2022, la pregunta sobre cómo es posible superar las consecuencias de la pandemia que azota al mundo no encuentra respuestas optimistas. En primer lugar, porque la pandemia no termina; en segundo lugar, porque los procesos de vacunación y sus efectos han sido muy desiguales; finalmente porque el ánimo de la sociedad, tanto en países avanzados como de menor desarrollo, ha estado sometido a fuertes tensiones abriendo la puerta al desencanto, la irresponsabilidad y las actitudes negativas frente a la urgencia de cooperar.
Dentro de los diversos documentos que se acaban de publicar sobre la situación mundial se encuentra el Informe sobre los Riesgos Globales 2022, publicado por el Foro Económico Mundial. Sus datos proporcionan un punto de partida para reflexionar sobre los retos que enfrenta un mundo en el que aumentan los riesgos globales y disminuyen las posibilidades de actuar coordinadamente. Tal situación está bien sintetizada en el título de su capítulo introductorio: “Riesgos globales; mundos separados”.
A pesar de las esperanzas que se tenían respecto al fin de la pandemia, el mundo continúa a la expectativa de lo que sigue para enfrentar el virus. La vacunación ha procedido de manera continua pero desigual. Al comenzar 2022, 50 países habían vacunado a 70% de su población, varios entre ellos van muy avanzados en la aplicación de una tercera dosis. En los 143 países restantes la situación es muy distinta.
En los 52 países más pobres, donde vive 20% de la población mundial, sólo 6% de dicha población ha sido vacunada. De otra parte, han aparecido nuevas cepas –notablemente la nueva ómicron– cuya peligrosidad, en los casos de personas no vacunadas, sigue siendo muy alta. En los países de renta media, como México, las dos primeras dosis se acercan ya a los países avanzados, 60.46% de la población, según datos de la Universidad Johns Hopkins. La tercera dosis, apenas comienza.
Tomando en cuenta los datos anteriores es comprensible que la recuperación de la recesión económica mundial causada por la pandemia avance, pero de manera desigual. Las diferencias entre países desarrollados y de menor desarrollo se han profundizado, lo cual está teniendo efectos en las corrientes de inversión, el crecimiento del comercio internacional, los avances y retrocesos en materia de turismo y, en general, las posibilidades de planeación a largo plazo.
El empleo está acercándose a los niveles previos a la pandemia en los países avanzados, pero no ocurre lo mismo en los países de menor desarrollo, en los que la recuperación de los niveles de empleo puede llevar varios años; los jóvenes, las mujeres y los trabajadores menos calificados son los más afectados.
Los ritmos tan distintos de la recuperación económica contribuyen a acelerar fenómenos de consecuencias muy complejas, como el de la migración. Es comprensible que quienes sufren del desempleo en los países de menor desarrollo volteen la mirada hacia países, como Estados Unidos, en los que se dan a conocer proyectos multimillonarios de recuperación económica.
Ahora bien, las realidades políticas son otras. No hay duda que hay carencia de mano de obra en los países europeos, donde avanza el envejecimiento de la población. El mencionado informe se refiere, por ejemplo, a la necesidad de 400 mil choferes para la industria trailera en Europa. A su vez, las necesidades en Estados Unidos de mano de obra en la construcción, servicios asistenciales en hospitales o casas para cuidado de ancianos, personal para comercio en línea, etcétera, son muy altas.
Sin embargo, la polarización en torno al tema de los migrantes impide responder con racionalidad. En Estados Unidos el sentimiento antiinmigrante, que alentó Trump y siguen cultivando sus seguidores republicanos, se ha incrementado, estigmatizando la migración para verla como un problema de seguridad y no de oferta y demanda de mano de obra.
Esa contradicción entre las necesidades económicas de países desarrollados y problemas sociales de países en desarrollo no da visos de resolverse en un futuro cercano. Dos temas nos llevan a reflexionar sobre los peligros que ello conlleva.
El primero es la pandemia. La famosa frase “nadie está a salvo mientras todos no estén a salvo” sigue vigente. El problema de las nuevas cepas, cuya peligrosidad está asociada a la existencia o no de personal vacunado, es un ejemplo de las incertidumbres sobre su peligrosidad, mientras en continentes enteros la aplicación de la vacuna sea tan baja.
Desafortunadamente los esfuerzos para universalizar la fabricación de vacunas, contribuyendo así a la aceleración de su producción y distribución, se topa con obstáculos difíciles de cruzar: los intereses económicos de la industria farmacéutica en los países avanzados; la falta de capacitación y laboratorios en los países de menor desarrollo y la escasa voluntad política de los gobiernos. El resultado ha sido un grave estancamiento de los esfuerzos llevados a cabo desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) para modificar el cuadro de vacunación tan inequitativo que existe hoy en día.
El siguiente problema que vale la pena comentar es el del cambio climático. A pesar del adelanto en las investigaciones de los expertos sobre las amenazas que representa para el futuro de la humanidad, algunas ya muy visibles como la magnitud de los desastres naturales, los resultados obtenidos en las conferencias mundiales o en las políticas internas de los principales contaminadores de la atmósfera (Estados Unidos, China) dejan mucho que desear. Situaciones políticas internas, como podría ser el regreso de Trump a la Presidencia de Estados Unidos en 2024, despiertan enormes dudas sobre cuánto tiempo se mantendrán las medidas internas y externas que hoy promueve Biden para el combate al cambio climático.
Es poco probable que en ese mundo turbulento y dividido avance la cooperación internacional. Lo más probable, como veremos en el caso de México, es que la polarización y lucha política interna sean las notas dominantes, mientras los problemas globales y las acciones conjuntas a nivel internacional quedarán en segundo plano, independientemente de lo mucho que tales problemas afecten la sobrevivencia de generaciones futuras.
Este análisis forma parte del número 2362 de la edición impresa de Proceso, publicado el 6 de febrero de 2022, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.