Golpe a Excélsior
El libelo que Luis Echeverría usó contra Julio Scherer antes del "Golpe a Excélsior"
Al conmemorarse hoy el aniversario 48 del atentado más importante contra la libertad de expresión en México, parte de las piezas del rompecabezas que durante años manipuló el gobierno contra todas las voces críticas aún aguardan a ser exploradas.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Antes de que Julio Scherer García abandonara en medio de la incertidumbre el edificio donde era director, el gobierno de Luis Echeverría apostó meses antes por la mentira anónima para iniciar parte de la conjura y abrir paso a la desestabilización; comenzó a distribuir el libelo titulado “El Excélsior de Scherer”. Durante los años de represión oficialista se ha documentado la existencia de varios textos creados para contrarrestrar a la oposición. Este es uno de ellos.
Pese a que no existe una manera fehaciente de comprobarlo, los indicios refieren que estos escritos provinieron de las manos hábiles de los agentes de la Secretaría de Gobernación en tiempos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. Algunos de esos infames textos han sobrevivido gracias a que fueron donados a bibliotecas universitarias.
A Echeverría lo persiguió la sombra de su conjura hasta el final, murió el 8 de julio de 2022, justo en el aniversario 46 del "Golpe a Excélsior".
La copia de “El Excélsior de Scherer” escrito por el autor desconocido Efrén Aguirre, aparece en dos archivos: en la biblioteca de la Universidad Panamericana (UP) y en el registro del Colegio de México.
La UP resguarda dos ejemplares gracias al acervo Manuel Alonso M., que fue donado por la familia Alonso Coratella. Alonso M., fue el creador de la primera agencia de relaciones públicas en México, Alonso & Asociados. Sirvió al gobierno durante 30 años, asesoró y colaboró durante las presidencias de Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari lo nombró director general adjunto de la Lotería Nacional, a cargo de la publicidad y desarrollo de nuevos productos.
El dato de la procedencia del archivo cobra sentido porque fueron los empresarios los que asestarían el golpe casi definitivo al hacer el boicot publicitario y contribuir a la salida de Scherer en una asamblea amañada y que ha sido abordada de manera detallada en Los Periodistas de Vicente Leñero.
Pero respecto a lo que el libro contra Scherer ofrece, más allá de la calumnia y la rumorología, es la estrategia sistemática del gobierno en turno por condenar a los “comunistas” de todo lo malo en el país, mismo argumento que se usó durante la matanza estudiantil de 1986 en Tlatelolco, y de cuya ejecución es participe Echeverría Álvarez.
A manera de prólogo empieza al autor desconocido: “Es la historia fiel de un episodio –el asalto a ‘Excélsior’—de la conspiración internacional para someter a México a la dictadura burocrática comunista. Es un libro sin eufemismos y sin literatura rococó”.
El texto hacía énfasis en la crítica al poder que Scherer realizaba.
“En donde quiera sus ‘reporteros’ descubren pudrición y con motivos de vergüenza: en el gobierno, en la iniciativa privada; en los centros de cultura; en las organizaciones laborales, populares y campesinas; y en el suelo, en el aire, en el mar y en el paisaje. Es que quieren que los mexicanos sintamos bochorno y asco de nuestra Patria”.
El autor desconocido aseguraba que el ascenso de Scherer a la dirección del diario se trató de una conjura orquestada desde Rusia por las altas esferas del poder.
“Se contemplaba in mente con los arreos de Director General de la organización ‘Excélsior’; y más tarde, con los de Primer Secretario del Partido Comunista de la República Popular Mexicana”. “Soñar es muy barato”, aseguraba.
El pequeño texto fue publicado en 1973, tres años antes de la expulsión de los periodistas. En la portada se muestra el retrato que el fotógrafo John Jabez Edwin Paisley Mayall haría sobre Karl Marx, el padre del comunismo. Apenas son 158 páginas, que muestran la manera de trabajar de Scherer. Se exhiben un par de fotografías donde se ve a Scherer y a otros trabajadores de la empresa; una posibilidad es que fueran obtenidas por los espías del gobierno y aunque es una posibilidad alta, no existen indicios que puedan negar o comprobarlo.
El inicio del libro detalla lo que encontraría el lector:
“Es un libro hecho con la verdad; pero no es imparcial. Es apasionado y sincero. Es la historia de una odiosa conjura contra México, que empezó con un atraco de raqueteros a esa gran institución “EXCÉLSIOR”, que ostentó al alto título de el periódico de la vida nacional”.
El número de cuántos libelos existen hasta nuestros días es difícil de documentar. Pero los estudiosos o investigadores que se den a la tarea, saben al menos donde encontrar dos referencias.
Al conmemorarse hoy el aniversario 48 del atentado más importante contra la libertad de expresión en México, parte de las piezas del rompecabezas que durante años manipuló el gobierno contra todas las voces críticas aún aguardan a ser exploradas.
La revelación
Años después el empresario Juan Sánchez Navarro relataría como inició el boicot publicitario al diario y que finalmente concluiría con la fundación de Proceso en noviembre de 1976 .
Todo bajo el juego de ajedrez de intriga que Luis Echeverría supo orquestar.
“Los empresarios que pesaban, los del poder económico y la influencia política, preocupados por el rumbo que tomaba Excélsior, acordaron reunirse en la casa del fundador de la ICA, Bernardo Quintana. Invitaron al presidente Echeverría, que concurrió puntual a la cita. Hablaron del periódico. Era peligrosa la posición que asumía, más y más cargada a la izquierda. El director, Julio Scherer García, no ocultaba su tendencia política y era verosímil que se tratara de un sujeto proclive al comunismo. El diario mantenía un ritmo de crecimiento sostenido, fenómeno que se sumaba a las inquietudes de los empresarios. El anfitrión tomó la palabra y solicitó el parecer del presidente de la república.
Echeverría fue directo. Los hombres de la iniciativa privada rendían su cuota al auge del periódico, la publicidad era fuente de ingresos para el diario. Así fortalecía al enemigo común. En manos de los empresarios estaba el remedio a una situación que ya era crítica”.