Historia

Uruchurtu, la sombra del regente de hierro

Doctor en planeación urbano-regional, Manuel Perló Cohen escribió dos tomos sobre la biografía del hombre que ha estado al frente de la capital por más tiempo y quien durante la época en que gobernó tuvo una meta clara: censurar todo tipo de espectáculos apelando a criterios sexofóbicos.
lunes, 2 de octubre de 2023 · 05:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Durante 14 años Ernesto P. Uruchurtu fue el dueño del entonces Distrito Federal; trabajó en favor de la reordenación, atacó constantemente la invasión de predios y reguló y combatió la prostitución. De hecho, su figura es una referencia imprescindible de la censura moralista.

El doctor en planeación urbano-regional, Manuel Perló Cohen ha escrito dos tomos sobre la biografía del “Regente de Hierro”, para hacer una revisión del hombre que apostó por el progreso urbano y por el orden.

Durante la época en que gobernó, Uruchurtu tuvo una meta clara: censurar todo tipo de espectáculos, al apelar a criterios sexofóbicos con la justificación de llevar a cabo mejoras urbanas.

Publicado por el Instituto de Investigaciones Sociales y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Perló Cohen aborda en Tomo 1 Orígenes y primera regencia y Tomo 2 Auge, caída y exilo, las fases de su vida en el ámbito público y político.

A principios de la década de 1980, Perló Cohen realizó trabajos relacionadas con la vivienda y con la planificación urbana, con una mirada crítica en cuanto a las repercusiones en los niveles de vida de la población. Destaca su revisión sobre momentos en que la toma de decisiones se enfoca a la crisis urbana y de vivienda; como el parteaguas que significó el sismo de l985; o la necesidad de repensar programas de reconstrucción habitacional, la movilidad del mercado del suelo y de la habitación, así como el desafío de la prevención de desastres de tal naturaleza.

Entre su experiencia académico-administrativa ha sido secretario ejecutivo del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (1991-1994); coordinador del área de Sociología Urbana y Regional del IIS (1989–1991) y director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM (2000- 2009). Ha sido profesor en diversas facultades de la UNAM, en la UAM-Xochimilco y en las universidades de California-Berkeley, y de Stanford (1984).

Perló Cohen. Reconstrucción biográfica

En su revisión, Perló Cohen encontró que la ciudad no se entiende sin la figura de Uruchurtu. En su regencia se construyeron más de 180 mercados públicos, entre otros como el de la Merced, el Sonora, el de la Lagunilla o el mercado de Peralvillo. Logro la construcción de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixiuhca, el Museo Nacional de Antropología o el Museo de Arte Moderno además de la construcción de la segunda sección del Bosque de Chapultepec. Logró la culminación del Viaducto Miguel Alemán, la avenida Río Churubusco y el primer tramo del Anillo Periférico.

“El autor encuentra la existencia de una leyenda que persiste en torno a Uruchurtu y nos invita a descorrer algunos de los velos que cubren el misterio de este personaje y la historia que lo acompaña. Propone la reconstrucción profunda de su historia política personal, la evaluación sistemática del impacto de sus políticas, la exploración de los factores que lo llevaron a convertirse en indispensable para algunos presidentes de la República y la narración del frontal choque con un sistema político que no admitía la persistencia de los hombres sobre las instituciones. Sin perder una posición crítica frente a la ideología y la forma de ejercer el poder del sonorense, busca presentar un relato objetivo, analítico y equilibrado, sustentado en sólidas fuentes de información, capaz de ofrecer a los lectores bases de conocimiento que los lleven a formar sus propios juicios y valoraciones”.

 

"El Regente de Hierro".
Foto: Rodrigo Hernández López

La sinopsis de los dos tomos, apunta:

“Puede causar extrañeza descubrir que el gobernante de la Ciudad de México con mayor permanencia temporal en el cargo desde la fundación de la urbe, y quien dejó una profunda huella urbana reconocible hasta nuestros días, sea al mismo tiempo un personaje enigmático y desconocido, cuya administración conocemos fragmentariamente. Y también llama la atención que, a pesar de este hueco de conocimiento, Ernesto P. Uruchurtu siga vivo en el imaginario colectivo de los habitantes de la metrópoli y genere polémicas. No solamente las suscitó mientras ejerció el cargo entre 1952 y 1966, sino que después de su forzada renuncia ha sido objeto de encendidas discusiones entre personalidades como Salvador Novo, Carlos Monsiváis y Pedro Ramírez Vázquez, y ya en pleno siglo XXI, Rafael Pérez Gay, Alejandro Gertz Manero y Andrés Manuel López Obrador, entre otros, han expresado vivas opiniones sobre el personaje. Muchos capitalinos piensan que la urbe necesita, más que nunca, de un enérgico funcionario como Uruchurtu capaza de resolver los grandes problemas que la aquejan, mientras que otro sector importante considera que eso representaría el retorno a una época elitista, oscurantista y autoritaria”.

La Ciudad de México. Huella urbana. Colección Archivo Casasola /Fototeca Nacional

La renuncia

Pero todo el poder que alguna vez decantó, terminó difuminándose cuando se decidió la construcción del Estado Azteca; el gobierno capitalino ordenó el desalojo violento de colonos de las colonias Ajusto y Santa Úrsula. La acción que fue condenada por la Cámara de Diputados, derivó en una investigación que culminaría con la renuncia al cargo que ostentó durante 14 años.

Proceso reproduce a continuación un fragmento del Tomo 2 Auge, caída y exilio:

“El miércoles 14 de septiembre por la tarde, en vísperas de las fiestas patrias y cuando la ciudad lucía el decorado y el alumbrado alusivo a la conmemoración de la Independencia, el sonorense acudió a Los Pinos para entrevistarse con el presidente Díaz Ordaz. No disponemos de información ni testimonios sobre lo que se dijo en dicha reunión; sólo queda imaginarnos el formidable encuentro que deben haber protagonizado estos dos personajes políticos enfrentados. Uruchurtu era cinco años mayor que Díaz Ordaz, con orígenes regionales muy diferentes; ambos eran abogados de sólida formación, el primero por la UNAM y el segundo por la Universidad Autónoma de Puebla. El sonorense se inició en la vida política antes que el oriundo de Puebla, había tenido trato prácticamente con todos los presidentes de la República desde la época de Álvaro Obregón, con muy variadas generaciones de políticos, en su trayectoria inicial experimentó serios reveses y virajes en su vida política. Los dos eran anticomunistas, aunque de distintas épocas, y ambos de mano dura, maestros consumados de la intriga y la maniobra política. Díaz Ordaz había ocupado cargos de elección popular, lo que nunca sucedió con Uruchurtu. Los dos tenían un estilo enérgico, se entregaban apasionadamente al trabajo y estaban acostumbrados a mandar, dar resultados y ser eficientes.

“Obviamente, surgen las preguntas: ¿Qué razones habrán intercambiado? ¿Habrá sido la renuncia un hecho irremediable o hubo algún tipo de negociación? ¿Se habrá quejado el sonorense por el escarnio recibido en la sesión de la Cámara? ¿Habrá lanzado Díaz Ordaz un llamado al orden y la disciplina del bronco norteño? ¿Habrán cruzado advertencias?

El único testimonio que está disponible es la publicación de una escueta carta de renuncia difundida en un boletín de prensa emitida por la Dirección General de Difusión y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República, la cual se reprodujo en todos los principales rotativos de la capital el 15 de septiembre:

“El C. Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, recibió esta noche al C. Lic. Ernesto P. Uruchurtu, quien en una cordial entrevista le presentó su renuncia al cargo del Jefe del Departamento del Distrito Federal en los siguientes términos:

“‘Respetado señor Presidente y distinguido amigo:

“Tuve el honor de ser designado por usted, el primero de diciembre de 1964, Jefe del Departamento del Distrito Federal, honor con que también me distinguieron los señores Presidentes de la República don Adolfo Ruiz Cortines y don Adolfo López Mateos, en sus respectivos periodos de gobierno.

He puesto siempre, en el desempeño de este honroso e importante cargo, toda mi capacidad de trabajo, mi buena fe y un sostenido empeño de servir a mi país, a mis conciudadanos y al Gobierno de la República.

Sin embargo, por las razones que me permití expresar a usted verbalmente, he decidido presentar, como lo hago por medio de este pliego, mi renuncia al referido cargo de jefe del Departamento del Distrito Federal.

Al hacerlo, me es grato reiterar a usted mis agradecimientos por la confianza que me ha demostrado y el decidido apoyo que me ha dado en el desempeño de mis tareas, así como el testimonio de mi personal amistad y de mi respetuosa estimación.

“‘De usted, muy atentamente, Licenciado Ernesto P. Uruchurtu’”.

“Afuera, la vida continuaba insensible a la espectacular noticia de quien ocupó la jefatura del DDF por más de 13 años. En el Zócalo, ‘decenas de trabajadores estaban dedicados a colocar los focos que alumbrarían esa noche del 15 de septiembre la Plaza de la Constitución. Se tocaba música mexicana y se probaban las bocinas’”.

Díaz Ordaz. Encuentro en Los Pinos. Foto: Archivo Proceso

 

El 2 de octubre

Dos años después, cuando el movimiento estudiantil de 1968, el encargado del Departamento del Distrito Federal fue el general Alfonso Corna del Rosal. De aquel hecho diría: “Yo hice mi labor cumpliendo con mis deberes como jefe del Departamento, cuidando la tranquilidad de sus habitantes".

Movimiento estudiantil del 68. Uruchurtu "no se identificaba". Foto: Archivo Proceso

Uruchurtu no habría permitido el desorden estudiantil, solía decirse sobre las protestas que derivarían en la masacre del 2 de octubre en la Plaza de Tlatelolco. Ante ese cuestionamiento instaurado en el colectivo imaginario, Perló Cohen aborda:

“No veo a Uruchurtu apoyando a un movimiento con el cual no se identificaba política ni ideológicamente. Ya en el pasado había mostrado posiciones muy duras frente a los estudiantes del movimiento de 1958 y también frente al movimiento médico de 1965. Otra cuestión muy distinta es la que tiene que ver con la pregunta de si la presencia de Uruchurtu como jefe del DDF en lugar de Corona del Rosal hubiera arrojado un desarrollo y un desenlace diferentes a los que tuvieron lugar con los resultados trágicos y represivos que conocemos. Gonzalo Martínez Corbalá, ante la pregunta de qué hubiera pasado si Uruchurtu hubiera estado al frente del DDF aún en 1968, respondió que “seguramente no hubiera dejado que las manifestaciones se llevaran a cabo. A lo mejor no hubiera ocurrido el 68”. Pienso que la presentación de un presidenciable en el DDF, Corona del Rosal, complicó aún más las cosas, por la intervención de un mayor número de interés e interlocutores, pero no creo que una supuesta participación de Uruchurtu hubiera suavizado la respuesta de la autoridad, y pienso que el sonorense hubiera trabajado desde el comienzo en la línea dura del presidente. Además, hay que recordar que el control de la policía no lo ejercía el jefe del DDF, sino el Ejecutivo Federal a través de la Secretaría de Gobernación. Con o sin Uruchurtu, surgió el movimiento de 1968 y tuvo su desenlace el 2 de octubre”.

 

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