Crimen Organizado

El combate al crimen, sin diagnóstico de especialistas: Claudio Lomnitz

El investigador Claudio Lomnitz, miembro de El Colegio Nacional, ofrece un ciclo de conferencias sobre Estado, canibalismo y crimen organizado.
miércoles, 8 de junio de 2022 · 20:37

CIUDAD DE MÉXICO (apro).– A partir del estudio del sacrificio humano como parte de las acciones del crimen organizado –particularmente del famoso caso de los “narcosatánicos” de los años 80– el escritor y antropólogo social Claudio Lomnitz analiza también al Estado mexicano, que no considera fallido, si bien ha abdicado de varias de sus funciones.

El investigador chileno-mexicano, nacido en Santiago de Chile en 1957, participa en el ciclo “Nuevo Estado, nuevas soberanías”, organizado por El Colegio Nacional –institución de la cual es miembro desde el 5 de marzo de 2021–, con dos conferencias. La primera, “El canibalismo, hoy”, dictada el pasado martes 31 de mayo; la segunda “La invisibilidad”, la impartirá el próximo 14 de junio; y la ultima el 28 de junio, la segunda parte de “El canibalismo, hoy”.

En entrevista telefónica con Apro, el también historiador y ensayista, autor entre otros libros de “Las salidas del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano (1992) e “Idea de la muerte en México” (2005), explica que en este segundo libro abordó un poco el tema del canibalismo y el sacrificio humano. Sin embargo, lo hizo con un enfoque histórico, remontándose al siglo XVI porque esas prácticas se utilizaron para legitimar el cristianismo y la conquista.

Ahora, han reaparecido casos de canibalismo y sacrificio humano, y como antropólogo le interesa estudiar “ese tipo de transgresión”, porque aunque es muy rara y minoritaria, le parece significativa. Menciona que a través de la llamada prensa amarilla o nota roja como el “Alerta”, incluso el propio grabador José Guadalupe Posada lo testimonió en su obra, se ha conocido siempre de personas que, por determinadas circunstancias, cometen estos hechos.

Recientemente (2018) se conoció el caso de los llamados “carniceros de Ecatepec”. Hubo uno más en la colonia Guerrero de la Ciudad de México, conocido posteriormente como “El poeta caníbal”, porque escribía poesía. Y el investigador cita también a una mujer de los años 70, “una esposa golpeada que al final mata a su marido y le tenía tanta rabia que se lo come en tamales, no son casos frecuentes, por eso aparecen en la prensa”.

De los anales de la historia rememora a los jóvenes futbolistas uruguayos, cuyo avión se desplomó en la cordillera de Los Andes, y para sobrevivir se comen a quienes van muriendo. Un caso similar se dio en Inglaterra, entre un grupo de marinos varados en la mar que acabaron comiéndose a un compañero, son casos que siempre han existido, subraya.

Pero los que le interesan ahora y forman parte de su ciclo de conferencias son los casos relacionados con el crimen organizado, porque es una novedad, no se había dado siempre.

Detalla que parte de 1989, cuando se da el primer caso sonado, de los conocidos como narcosatánicos hasta la actualidad:

“Trato lo que ha sucedido de entonces para acá, porque desgraciadamente ha cambiado. En el primer caso era un ritual secreto, ahora están filmándose en YouTube o subiendo en las redes que, si un miembro del Cártel (Jalisco) Nueva Generación mata a un sicario, le abre el pecho y le da un mordisco al corazón, ya no es un ritual secreto es un acto de terrorismo”.

– ¿Ese tipo de ritual forma parte de nuestra tradición?

– En mi opinión no. Es uno de los aspectos que abordo en la conferencia, en México no tiene continuidad, por ejemplo, con los aztecas. Éste es un nuevo canibalismo, se aparta, no tiene nada que ver con lo que podría haber sucedido en la época precristiana, por ejemplo, y muestro porqué”.

Agrega que, ante estos temas, existe en nuestro país el peligro de querer establecer una genealogía con los aztecas, “es una tentación querer remontar todo a tiempos precolombinos”. Y es verdad que en algunas sociedades precristianas como la romana, hebrea y griega hubo sacrificio animal, dedicado a los dioses, y quien sacrificaba comía del animal. Con los aztecas había sacrificio humano, y se comían o repartían partes del sacrificado, no se comía todo. Así sucedió, especifica, con los narcosatánicos.

Considera que en el canibalismo puede haber un elemento de comunión, que se expresa comiendo o ingiriendo algo. No fue así con los aztecas “donde había mucho sacrificio humano –a diferencia de la mayor parte de los pueblos mesoamericanos–, pero era una cultura imperialista, les gustaba sacrificar cautivos de guerra, o sea, estaba ligado al militarismo.

“Es totalmente diferente porque eran, en primer lugar, actos públicos, actos de Estado. Ahí está el Templo Mayor, junto a El Colegio Nacional donde doy la charla, espero que los espíritus no se me ofendan (ríe), pero ese era el lugar, no era el único, pero sí el más importante. Estamos hablando de una cosa que no sucede en los márgenes, sino en el corazón del centro político, entonces no, no tiene ninguna continuidad”.

Se le comenta que cuando se detuvo a los narcosatánicos a finales de los años 80 del siglo XX quedó flotando la idea de si la detención era por narcos o por satánicos, en un país donde se supone hay libertad de credo, o por los sacrificios.

Indica que también se ha hecho la pregunta y en su charla aborda ese aspecto. Y entonces detalla que la palabra narcosatánico no proviene de cómo se veían los integrantes a sí mismos, ni narcos ni satánicos. Recibieron el nombre porque su líder, Adolfo de Jesús Constanzo, realizaba la práctica “no sé si llamarla espiritual, espiritista, mágica, brujería”, pero no se dedicaba al narco. Sus rituales se van haciendo de reputación en la Ciudad de México y acuden a él diferentes clases de gente. Y va siendo más conocido.

Es entonces cuando comienzan a acudir con él gente vinculada al Cártel del Golfo, él cree que incluso Juan García Ábrego, y se va a Matamoros para trabajar con ellos. Cuando son detenidos y llevados a prisión, uno de los integrantes del grupo, conocido como “El Duby”, relata al periodista Jesús Lemus, originario de Michoacán y quien se encontraba con él preso en el penal de Puente Grande, que ellos ni siquiera sabían quién era el patrón, pero les pagaba muy bien. Y les pagó también con dos toneladas de mariguana.

“Por eso ellos empiezan a cruzar mariguana, aunque eran en primer lugar, no diría yo que satánicos, practicaban un tipo de santería, él mismo (Constanzo) se decía un brujo, y de manera derivada se vuelven narcos, no lo eran en primer lugar. Les pagaban con mariguana y ellos pues la vendían”.

Abdicación del Estado

–En la presentación de El Colegio de México sobre su conferencia se habla de “un Estado que no sabe o no quiere nombrarse a sí mismo”, si bien no dice fallido, ¿a qué se refiere?

–Éste es mi segundo ciclo de conferencias en El Colegio Nacional y es continuación de las del año pasado. Este año estoy abordando el lado cultural, religioso, la teología política del nuevo Estado y del crimen, estoy empezando por el lado del crimen, pero voy a terminar por el lado del Estado.

“El año pasado discutí un poco sobre Estado y la tesis que propuse y estoy tratando de sostener es que el Estado que tenemos no es exactamente fallido sino un Estado con nuevas características, diferentes de lo que nosotros, la mayoría, quisiéramos fuera el Estado”.

En seguida describe que las características actuales del Estado se comenzaron a desarrollar justo en la época de los narcosatánicos a finales de los años 80 y principios de los 90, y son: mucha soberanía y poca administración:

“Sobre todo poca administración de la justicia, es un Estado que ha concentrado mucho poder sobre todo en el gobierno federal y especialmente la presidencia, y se manifiesta por ejemplo en la militarización”.

Sin embargo, a decir suyo, este Estado ha perdido la capacidad de regular las economías, tanto informales como ilícitas. Antes, aunque se considerara que, de manera corrupta, estaba en la regulación de sus economías. Cita como ejemplo que las policías municipales se dedicaban a permitir ciertas cosas o poner límites a otras, pero todo ello se perdió en los 90, cuando el Estado abdica de esa función.

“Y en realidad, si lo pensamos, es una abdicación a la función de la seguridad. No en todos los rubros de la seguridad, pero sí muchos, sobre todo los que tienen que ver con la economía ilícita y también la informal, aunque sea lícita.

“Desde mi punto de vista es algo muy violento, tanto la violencia que proviene del Estado, como de las nuevas formas en que se regulan o autorregulan esas economías. Cuando se dice: ‘se están matando entre ellos’ –entre comillas–, como decía Felipe Calderón o como ha dicho Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo en la reciente matanza de San José de Gracia, en Michoacán, lo que en realidad se está diciendo es: ‘la economía informal, la economía ilícita está siendo regulada por actores que no son los del Estado, no está en manos de la ley, aun cuando hayan actores del Estado, entre paréntesis, por ejemplo las policías, que básicamente quedaron en medio de estos grupos, cosa que también se nota ya con el caso de los narcosatánicos, porque está metidísima la policía, la Judicial sobre todo”.

Se le pregunta si luego de las estrategias de los diferentes gobiernos: Calderón con la guerra, Enrique Peña Nieto, hasta López Obrador que a través de redes sociales se le muestra comiendo tacos con los grupos organizados, etcétera, hay manera de rescatar al Estado, quizá no de forma inmediata, pero a largo plazo:

“Espero que sí, finalmente estamos todos trabajando en ese sentido. Lo que sí creo es que es difícil rescatarlo si no hay antes un diagnóstico más o menos correcto de lo que está pasando. Y eso creo que no ha habido ni en la época de Calderón ni ahora, los gobiernos no se han sentado a ver seriamente los estudios de las personas, de los periodistas que han trabajado en esto, los antropólogos o sociólogos, los historiadores, son a mi modo de ver la gente que ha visto de manera más directa todo. Porque trabajar con las estadísticas también es importante, pero no da una idea tan clara de lo que está pasando como lo que se deriva de las cosas más cualitativas”.

Le parece importante el conocimiento de los periodistas y destaca también el de antropólogos como Salvador Maldonado, en Michoacán:

“No hay un número muy grande, pero tampoco nulo, y no veo que les hagan caso, que estén hablando con la gente que realmente ha estado metida en esto e incluso los mismos presos en las cárceles que tengan ganas de platicar o gente arrepentida, puede haber muchas fuentes, pero no veo eso, yo creo que los gobiernos mantienen sus diagnósticos que salen de las ideas de las cabecitas de los señores presidentes y que con eso se van.

“Para Calderón había una idea de los malos y que se podía erradicar una economía de ese tamaño sin ver realmente lo que significaba. López Obrador también tiene su diagnóstico que es la pobreza, que la raíz del problema es la pobreza, pero es una idea de él, no sale de los estudios”.

Las conferencias del doctor Claudio Lomnitz se pueden seguir en el canal de YouTube de El Colegio Nacional.

 

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