Narcotráfico
Obispo de Chilpancingo, quien promovía el diálogo con narcos, es sustituido por González Hernández
En el cargo de Salvador Rangel estará otro franciscano con la misma línea pastoral, José de Jesús González, obispo de Jesús María, Nayarit, pero aún está pendiente si tendrá comunicación con grupos delincuenciales de GuerreroCIUDAD DE MÉXICO (apro).- El controvertido obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, el religioso franciscano Salvador Rangel Mendoza, quien ha venido promoviendo el diálogo con los narcotraficantes que operan en Guerrero, será sustituido en el cargo por otro franciscano que comparte su misma línea pastoral, José de Jesús González Hernández, actual obispo de Jesús María, Nayarit.
Aún está por verse si el nuevo obispo continuará con el diálogo entablado desde hace seis años entre el obispo saliente y los grupos delincuenciales de Guerrero.
El obispo Rangel Mendoza presentó su renuncia al cargo desde abril del año pasado, al cumplir 75 años, edad estipulada por la legislación eclesiástica para dejar los cargos pastorales. La renuncia le fue aceptada hasta ahora por el Papa Francisco.
El pasado viernes 11 de febrero, el Vaticano anunció el relevo en su órgano oficial, L´Osservatore Romano. Y al día siguiente, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dio a conocer en México la noticia a través de un comunicado de prensa.
El Santo Padre aceptó la renuncia a la pastoral de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, presentada por monseñor Salvador Rangel Mendoza. El Santo Padre ha nombrado obispo de Chilpancingo-Chilapa a monseñor José de Jesús González Hernández, actualmente obispo prelado de Jesús María”, informó la CEM en su comunicado.
Con la intención de pacificar la región, Rangel Mendoza empezó a dialogar con los narcotraficantes desde 2016, puesto que –según declaró a la revista Proceso—“la inseguridad y la violencia son el problema número uno en México, de modo que debemos poner todo lo que está de nuestra parte para alcanzar la paz”. También sostenía que “el diálogo puede más que las balas”.
Rangel llegó a interceder para que se liberara a personas secuestradas, se desbloquearan carreteras tomadas por la delincuencia organizada, o bien, para que el gobierno no tomara represalias contra comunidades campesinas que por necesidad trabajan en el cultivo de la amapola.
El obispo saliente también llegó a denunciar a funcionarios públicos coludidos con los carteles de la droga. Todo esto le valió fuertes críticas por parte del gobierno estatal y federal (Proceso 2150).
Rangel se hizo cargo de la convulsa diócesis de Chilpancingo-Chilapa desde 2015, debido a su experiencia en zonas de conflicto, sobre todo a su labor de pacificación en Tierra Santa, concretamente en los territorios palestinos ocupados por Israel y donde –de 1993 a 1999— le tocó trabajar entre “muertes, bombardeos, explosiones de minas personales, ataques aéreos”, según relató a Proceso.
Al igual que él, su sucesor, González Hernández, de 57 años de edad, también estuvo en Tierra Santa --a principios de los noventas--, donde los franciscanos tienen una fuerte presencia. También trabajó en Mozambique, África.
Y ya como obispo de la prelatura nayarita de Jesús María, el franciscano González Hernández ha desempeñado –de 2010 a la fecha—su labor pastoral entre indígenas huicholes, coras y tepehuanos.
Debido a su trabajo en comunidades marginadas, se le designó presidente de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos, de 2015 a 2021.
Ahora, la nueva encomienda que le encarga el Papa Francisco es tomar el timón de la diócesis guerrerense, una de las zonas más peligrosas para ejercer el sacerdocio, según el Centro Católico Multimedial (CCM), organismo eclesiástico que lleva el conteo de los sacerdotes asesinados por el crimen organizado.
En lo círculos eclesiales hay expectativa por saber si González Hernández continuará con la política de diálogo con el narcotráfico, instaurada por el obispo Rangel. Está por verse.