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Lenny Wilkens, entrenador con más partidos dirigidos en la historia de la NBA, fallece a los 88 años

Dirigió 2487 partidos en la NBA. Ingresó al Salón de la Fama como jugador, entrenador y nuevamente como parte del equipo olímpico estadunidense de 1992, donde fue asistente.
lunes, 10 de noviembre de 2025 · 11:03

SEATTLE (AP).- Lenny Wilkens, tres veces miembro del Salón de la Fama de la NBA, donde fue homenajeado como jugador y entrenador, falleció, según informó su familia el domingo. Tenía 88 años.

La familia dijo que Wilkens estaba rodeado de sus seres queridos cuando falleció y no reveló de inmediato la causa de la muerte.

Wilkens fue uno de los mejores bases de su época, quien posteriormente trasladó su estilo tranquilo y astuto a la banca, primero como jugador-entrenador y luego evolucionando hasta convertirse en uno de los grandes entrenadores del deporte.

Dirigió 2487 partidos en la NBA, un récord que aún se mantiene. Ingresó al Salón de la Fama como jugador, entrenador y nuevamente como parte del equipo olímpico estadunidense de 1992, donde fue asistente. Wilkens también dirigió a los estadunidenses a la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

“Lenny Wilkens representó lo mejor de la NBA: como jugador y entrenador del Salón de la Fama, y ??uno de los embajadores más respetados del deporte”, declaró el domingo el comisionado de la NBA, Adam Silver. “Tanto es así que, hace cuatro años, Lenny recibió la distinción única de ser nombrado uno de los 75 mejores jugadores y 15 mejores entrenadores de todos los tiempos de la liga”.

Wilkens fue nueve veces All-Star como jugador, el primero en alcanzar las mil victorias como entrenador de la NBA y el segundo en ser incluido en el Salón de la Fama del Baloncesto como jugador y entrenador. Llevó a los Seattle SuperSonics al título de la NBA en 1979 y se convirtió en un ícono de la ciudad durante el resto de su vida, siendo considerado una especie de padrino del baloncesto en Seattle, ciudad que perdió a los Sonics ante Oklahoma City en 2008 y desde entonces ha intentado recuperar un equipo.

Wilkens fue nueve veces All-Star como jugador, el primero en alcanzar las 1000 victorias como entrenador de la NBA y el segundo en ser incluido en el Salón de la Fama del Baloncesto como jugador y entrenador. Llevó a los Seattle SuperSonics al título de la NBA en 1979 y se convirtió en un ícono de la ciudad durante el resto de su vida, siendo considerado una especie de padrino del baloncesto en Seattle, ciudad que perdió a los Sonics ante Oklahoma City en 2008 y desde entonces ha intentado recuperar un equipo.

Y lo hizo todo con elegancia, algo de lo que se sentía orgulloso.

“Los líderes no gritan ni vociferan”, dijo Wilkens a la cadena KOMO News de Seattle a principios de este año.

Wilkens, entrenador del año de la NBA en 1994 con Atlanta, se retiró con mil 332 victorias como entrenador, un récord de la liga que luego fue superado por Don Nelson (quien se retiró con mil 335) y luego por Gregg Popovich (quien se retiró con mil 390).

Wilkens jugó 15 temporadas con los St. Louis Hawks, SuperSonics, Cleveland Cavaliers y Portland Trail Blazers. Fue All-Star cinco veces con St. Louis, tres veces con Seattle y una vez con Cleveland en 1973, a los 35 años. En junio se instaló una estatua que conmemora su etapa con los SuperSonics frente al Climate Pledge Arena .

“Más impresionante aún que los logros de Lenny en el baloncesto, que incluyeron dos medallas de oro olímpicas y un campeonato de la NBA, fue su compromiso con el servicio, especialmente en su querida comunidad de Seattle, donde una estatua se erige en su honor”, ??dijo Silver. “Influyó en la vida de innumerables jóvenes, así como en generaciones de jugadores y entrenadores que consideraban a Lenny no solo un gran compañero de equipo o entrenador, sino también un mentor extraordinario que lideró con integridad y verdadera clase”.

Leonard Wilkens nació el 28 de octubre de 1937 en Nueva York. Se formó como jugador de baloncesto en las canchas de Brooklyn y en una de las escuelas más importantes de la ciudad, la entonces Boys High School, donde uno de sus compañeros fue la estrella de las Grandes Ligas de Béisbol, Tommy Davis. Posteriormente, brilló en el Providence College y fue seleccionado por los Hawks en la sexta posición del draft de 1960.

Su trayectoria como jugador habría bastado para que Wilkens fuera considerado para el Salón de la Fama. Lo que logró como entrenador —tanto por sus éxitos como por su larga trayectoria— consolidó su legado.

También recibió innumerables otros honores, incluyendo su elección al Salón de la Fama de la FIBA, al Salón de la Fama Olímpico de Estados Unidos, al Salón de la Fama del Baloncesto Universitario, al Salón de la Fama de Providence y al Muro de Honor de los Cleveland Cavaliers.

Sus etapas como entrenador incluyeron dos períodos en Seattle que sumaron 11 temporadas, dos temporadas en Portland —durante una de las cuales todavía jugó y promedió 18 minutos por partido—, siete temporadas tanto en Cleveland como en Atlanta, tres temporadas en Toronto y parte de dos años con los Knicks.

El entrenador de los Warriors, Steve Kerr, quien jugó para Wilkens de 1989 a 1993, lo recuerda sobre todo por la dignidad con la que se desenvolvió en la vida.

“Era un ser humano tan digno y un gran líder con una confianza serena”, dijo Kerr. “Había pasado por mucho en su vida, en su infancia, en Estados Unidos, lidiando con ser un hombre negro en Estados Unidos. Y compartió algo de eso con nosotros, y que lograra forjar la carrera que forjó en este deporte y tener el impacto que tuvo en tantas personas es realmente impresionante”.

Wilkens ascendió al primer puesto de la lista de victorias el 6 de enero de 1995, mientras dirigía a los Hawks. Su victoria número 939 superó el récord de Red Auerbach. A partir de entonces, se convirtió en el primer entrenador en alcanzar las 1000 victorias en su carrera, una marca que desde entonces solo han igualado nueve entrenadores.

La posibilidad de jugar y entrenar al mismo tiempo se planteó antes de la temporada de 1969, cuando Wilkens se encontraba en casa del gerente general de los SuperSonics, Dick Vertlieb, jugando una partida de billar tranquilamente.

“Pensé que estaba loco”, recordó Wilkens. “Intenté disuadirlo una y otra vez, pero él fue persistente. Finalmente, estábamos tan cerca del campamento de entrenamiento que dije: '¿Qué demonios?, lo intentaré'”.

A partir de ahí, se fue enamorando cada vez más del entrenamiento.

Seattle perdía por cuatro puntos contra los Cincinnati Royals a pocos segundos del final cuando Wilkens preparó una jugada que culminó en una volcada. Acto seguido, ordenó a sus jugadores presionar, ya que los Royals no tenían tiempos muertos disponibles. Los Sonics robaron el saque de banda, anotaron de nuevo para empatar el partido y ganaron en la prórroga.

“Me quedé asombrado”, dijo Wilkens. “Acababa de hacer algo como entrenador que nos ayudó a ganar, no como jugador”.

Tras finalizar su carrera como entrenador en 2005, Wilkens regresó a la zona de Seattle, donde residía durante cada temporada baja. Durante décadas, Wilkens dirigió su fundación, cuyo principal beneficiario fue la Clínica Infantil Odessa Brown en el Distrito Central de Seattle.

A Wilkens le sobreviven su esposa, Marilyn; sus hijos, Leesha, Randy y Jamee; y siete nietos.

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