Cine

“Autos, mota y rocanrol”, cinta sobre cómo surgió el concierto de Avándaro

El director José Manuel Cravioto estrena su décima película, cuyo tema le parecía difícil de abordar cuando se lo propusieron, pero que finalmente lo convenció debido a su filiación roquera. Han transcurrido 54 años desde aquel festival que al gobierno en turno le interesaba descalificar.
domingo, 13 de julio de 2025 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El cineasta José Manuel Cravioto está por estrenar su largometraje número diez. Es un falso documental (mezcla de hechos reales con ficción) titulado Autos, mota y rocanrol (2025), en torno a cómo surgió el conocido festival de rock de Avándaro, tras lo que le contó Justino Compeán, uno de los organizadores del evento masivo llamado “El Woodstock mexicano”.

En entrevista, Cravioto (Ciudad de México, 1981) resalta por Zoom desde Madrid, España, su contento de que la historia sea su décima película y se entrene el 11 de septiembre próximo en México, bajo Cinépolis Distribución, justo el día en que Avándaro cumple 54 años:

“Me gustaría decir que fue planeado, pero no, porque ese día cae en jueves, y los jueves son los estrenos, y septiembre es un mes generoso o amable con el cine mexicano. Coincidió el 11 de septiembre y es una muy, muy linda eventualidad de la vida que cayera en ese día.

“Y el diez es un número siempre cabalístico, un número cerrado que habla de una etapa, y creo que cierra una etapa muy linda de mi vida haciendo cine. Tengo otras dos películas que están en postproducción. Un documental que se halla en un cerco, y no sé qué sucederá con él, y la otra cinta llamada ‘Ciudad de muertos’, que sería mi doceava película”.

Speitzer y Zurita, como los organizadores. Foto: Cortesía de la producción.

En Autos, mota y rocanrol Justino y El Negro querían organizar unas carreras de coches con un poco de música, pero todo salió mal y terminaron haciendo el concierto más grande de la historia de México: el festival de Avándaro, descrito por la prensa como una asquerosa orgía jipi de encueramiento, mariguaniza, degenere sexual, mugre, pelos, sangre y muerte suficientes para hundir el negocio y Justino saliera huyendo del país.

Actúan Emiliano Zurita (ganador por Mejor Interpretación en esta trama en la 40 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara), Alejandro Speitzer, Ianis Guerrero, Juan Pablo de Santiago, Enrique Arrizon, Luis Curiel, Ruy Senderos, Carlo Basabe, Iván Lipkies Barro y Mikel Mateos, entre otros. Los guionistas son Christian Cueva, Ricardo Farías y Cravioto, quien platica:

“La idea es de uno de los productores de la película, Javier Nuño, quien por cierto, junto con el otro productor Joe Rodríguez, son un par de colegas de la industria cinematográfica que se dedican a la supervisión musical de películas y de series. Te diría que hoy por hoy son los más importantes con su compañía que se llama Índice TV. Javier me expresó: ‘Tú que has hecho Mexican gángster, Olimpia y El Chapo, en fin, varias cosas de recreación histórica de unos algunos temas que poseen como un lado B de la cultura nacional, deberías realizar la película de Avándaro’.

“Y yo que soy un superroquero, de hueso colorado, le comenté: ‘La verdad no sé por qué se te ocurre, pero no es algo que me interesaría hacer’. Me señaló: ‘¿Por qué?”, y le expliqué: “Porque es un tópico, desde mi punto de vista, muy complicado de abordar’”.

Sigue:

“Yo desde que era niño escuchaba Avándaro por aquí, Avándaro por allá, en alguna sobremesa mi papá me contaba algo, leía cosas al respecto, en fin, siempre estuvo presente que si la encuerada, que si el material de Televisa no existe. Los roqueros que participaron tenían sus versiones, etcétera, y por eso pensaba: ‘Yo no me meto ahí. Sería muy riesgoso, pero no como en otros temas que he abordado, sino riesgoso de cómo se podría abordar”.

En la misma charla, Javier Nuño le manifestó que iban a presentar un libro de la fotógrafa de Graciela Iturbide por los cincuenta años del concierto, titulado Yo estuve en Avándaro, y estaría Justino Compeán, y deseaba que lo conociera. Cravioto relata al respecto:

“Era una nueva edición del volumen, ya había existido una publicación de ese tomo. Después otro fotógrafo, Pablo Ortiz Monasterio, me narró que poseía el libro anterior. Y se me hizo muy interesante el trabajo de Graciela Iturbide como lo de Justino Compeán, quien es alguien que viene del deporte, del futbol. Y Javier quedó en preséntame a Justino para que me contara todo lo de Avándaro, y acepté, porque me llamaba mucho la atención el porqué se organizó ese festival de rock”.

Cravioto. Historia fascinante. Foto: Cortesía de la producción.

Cuando Compeán le explicó todo, Cravioto quedó fascinado:

“Justino, por ayudar a su mejor amigo, Eduardo López Negrete Herrera, El Negro, compañero de generación de la administración de la Universidad Iberoamericana, terminan organizando accidentalmente el concierto de contracultura más radical y masivo que haya existido en la historia de México, y el más desmadroso, cuando lo central iba a ser una carrera de autos. Eso me interesó mucho: Desde la óptica de los chicos, que ya era una película en sí. Sin pensarlo bien organizaron este asunto, y además con el contraste de que se trataba de unos chicos popis, hoy diríamos fresas”.

Argumenta:

“Que hayan sido unos jóvenes popis me dice que al final México es tantas cosas, tantas clases sociales y grupos. De pronto ante tanta polarización, ahí está el ejemplo de lo que para mí es un México posible, en el que convergieron todos, simplemente por escuchar, convivir y echar desmadre. Para mí eso es México”.

 

Los guionistas

-¿Cómo comenzó el guion? -se le pregunta.

-Invité a dos guionistas con quienes ya tenía una relación, porque habían estado desarrollando un proyecto igual, ubicado en los años setenta. Me habían buscado, era otra idea con otra temática, y se me hizo interesante cómo escribían, son Christian Cueva y Ricardo Farías, y vi que tenían un trabajo de investigación importante. Para mí siempre que escribo es muy primordial la investigación. Entonces dije: “Bueno, además de que me gusta cómo escriben, son cuates clavados en la investigación, los voy a invitar”. Y eso hice, y con ellos creamos el guion.

“Un primer guion, no era falso documental, era una ficción totalmente. Era un filme muy ambicioso. Quería que fuera mi película más ambiciosa a nivel de ambientación, reconstrucción de la época, incluso la fotografía, el formato, en fin. Deseaba recrear esas fotografías de Graciela Iturbide en movimiento. Incluso habría que hacerlo en IMAX, en 65 milímetros. Y obtuvimos el apoyo de Eficine. Y hoy en día la mayoría de los proyectos incluidos en Eficine se complementan con la financiación, por ejemplo, de plataformas. Las películas grandes básicamente, si no tienen plataforma, es muy raro que lleguen a un buen puerto, son quienes están dictando el dinero”.

Recuerda el realizador también de Malvada, Entra en mi vida, Invitación a un asesino y Corazonada que el largometraje tuvo una buena aceptación con las plataformas, pero una de ellas al final ya no entró porque no encajaba con su estrategia. Sigue.

“Luego otra plataforma con la que también ya estábamos a punto de obtener financiamiento cerró operaciones en Latinoamérica con las películas originales. La pregunta era: ¿cómo hacemos que se respete el guion que presentamos? Pero lo debía ya filmar. Por otro lado pensaba: ‘¿Cómo voy a lograr tener la fuerza que existe en las fotografías reales como el material de archivo, el poco que existe filmado? ¿Cómo voy a recuperar ese material con esa energía?

“Llegó la solución: Vamos a meter a los personajes ahí, haciendo un falso documental y mezclando esos universos, los archivos reales que existen con la ficción. Así llegamos a la solución y nos acercamos a la Filmoteca de la UNAM, con la que ya habíamos colaborado con Olimpia, y nos dejaron entrar y escarbar en los materiales que tenían”.

Subraya:

“Por cierto, esos documentos de la Filmoteca de la UNAM por primera vez se ven en básicamente alta definición. Lo intercambiamos a 6K y el formato de proyección que estará en cines es de 2.5K. Y se verá en general en 4K. Es un material que además aprovechamos para poder hacer un nuevo tratamiento de esa imagen, porque no hay que rescatarlo ya que está en la Filmoteca de la UNAM en muy buenas manos, simplemente fue el poderlo presentar de otra manera”.

Los jóvenes fresas. Contraste contracultura. Foto: Cortesía de la producción.

Se le señala que Autos, mota y rocanrol posee humor, y específica que es algo muy importante en su vida:

“El humor es algo que ya es inherente al mexicano en cualquier estado de la República. Tú puedes caminar por una calle y de verdad que si no te topas con una situación cómica, es que no sabemos dónde se está viviendo. Desafortunadamente es un país hoy en día bastante complejo en cuanto a seguridad. Pero hay humor que se desborda en nuestras familias y con nuestras amistades. En cuanto al cine, se ha satanizado un poco el humor, el drama o el cine del autor.

“Si el tema es divertido, no puedo resistirme a ese jolgorio que hay. Y es que cuando Justino Compeán me comienza a contar las cosas que le sucedían día a día con El Negro organizando el evento, era muy gracioso, era muy chistoso. Entonces fue algo natural. Claro, él dice que en ese momento, hace cincuenta años, lo estaba pasando muy mal. Al final tuvo que irse exiliado a Brasil, y eso está en la película. Mas a la distancia, cuando vez a una persona que se la está pasando mal, pero posee cierta filosofía, el tono es humor”.

-Hay en la trama denuncia, aunque velada, con el papel del Ejército Mexicano y la Secretaría de Gobernación, ¿verdad?

-Ese 1971 estaba muy convulso en realidad. Acababa de suceder el Halconazo, la represión a una manifestación estudiantil, y tres años atrás pasó lo de la matanza en Tlatelolco. En Avándaro existió la tensión con los militares, pero dicho por Justino, no hubo ningún problema mayor. Entonces yo también quería hacer justicia con eso. Los militares o los policías se comportaron bien.

Realza:

“No es una película de denuncia. Hace cincuenta años era satanizada la droga y ahora seguimos con la marihuana ilegal, la cual desde mi punto de vista es una planta medicinal, y no es el mal que hace hoy en día el narcotráfico. El papel del Ejército en muchas situaciones ha sido un mal ejemplo. Es como si no hubieran pasado cincuenta y cuatro años en este país. El hecho de que Televisa tuviera que mandar a esconder el material por petición de Gobernación, es claro que había una relación entre ellos, la televisora y el gobierno.

“También imágenes del movimiento estudiantil de 1968 las extraviaron. Se mandó a desaparecer los materiales. Y con Avándaro, los medios informativos publicaron historias para que los padres y la juventud se asustaran un poco con lo que había sucedido. Los periódicos sacaron encabezados muy exagerados y no hablaron de lo bueno que sucedió. Mi película se queda en un punto moderado y no por eso es que esté mal. Fue un evento caótico, al borde del desborde. La película habla del desmadre que fue, y el desmadre es divertido y provoca tensiones”.

-¿Hay un antes y un después en México con Avándaro?

-Si. Yo tengo una teoría, y esto no lo he hablado con nadie, pero el gobierno atacó por tres vías. Una, las de las drogas, porque los jóvenes se estaban drogando. Dos, la vía de la ética, sobre todo con la encuerada. Por eso en la película puse varios hombres desnudos. Es algo sutil que no tengo que explicar. Tuve los materiales reales y había más chicos desnudos que chicas, pero se satanizó a la mujer, no a los hombres. En esta película de alguna manera quiero reivindicar el desnudo masculino, que no causaba ningún tipo de problemas versus un desnudo femenino que se utilizó, aunque hubiera más, pero bueno, ése es el segundo elemento, el factor de la moralidad.

“Y el tercero es que argumentaron que la CIA estaba involucrada en muchos sentidos. Que las bandas iban a cantar música en inglés porque había una acción coordinada con la CIA para americanizar al país. Algo ridículo. Investigando esto, porque se me hace interesante y no está en la película, lo que sucede es que había grupos de Tijuana y Durango, que era como un hablar en inglés en esa zona del país, los cuales hacían rock en inglés porque el rock británico y el estadunidense eran los más famosos en el mundo. Nosotros veníamos de los sesenta con un rock tropicalizado en español por los popis y para los popis, Enrique Guzmán y Angélica María, en fin, el cual también me gusta mucho, pero esos jóvenes querían romper con eso”.

Al final recalca:

“No es una película clavada de expresión personal que complique llegar a muchas salas, y tampoco es con el comediante de moda que va a llegar a cada rincón del país. Mi cine siempre se ha movido en una zona media del espectro”.

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