Narcotráfico

Ejecutivos, pandillas y prisiones, el narco “made in USA”

Con permiso de la editorial Grijalbo, Proceso presenta como adelanto un capítulo del libro "Los cárteles gringos: la crisis del fentanilo en Estados Unidos y el fracaso de la DEA para combatirla", escrito por Jesús Esquivel, corresponsal de esta casa editorial en Washington, DC.
domingo, 13 de julio de 2025 · 07:00

La mayoría de los narcos en Estados Unidos son hombres blancos

 

“La última vez que lo revisé, alrededor del 95% de los narcotraficantes en Estados Unidos eran hombres blancos”. Así, enfático, sin titubeos ni rodeos respondió John Callery, exagente especial, exSAC y exjefe de la ICD a la pregunta sobre el género y origen de los encargados de transportar, distribuir y vender estupefacientes en su país.

“La vasta mayoría de los traficantes de drogas en Estados Unidos son estadounidenses. Es el tipo que maneja las drogas cuando cruzan la frontera (norte de México) y el que las vende en California. La proporción de narcotraficantes que operan en nuestra frontera sur puede ser 70% estadounidenses y 30% mexicanos, guatemaltecos o de donde quieras. Pero una vez que los narcóticos cruzan nuestra frontera, la vasta mayoría de quienes los venden son ciudadanos de Estados Unidos, no importa que su herencia (étnica) sea mexicana, son estadounidenses aunque sean negros. La burla más grande es que los vendedores más importantes de drogas en la historia de Estados Unidos son los directores ejecutivos de las compañías farmacéuticas. Hombres blancos. Míralos, están en McKinsey, Perdue y en Myers Squibb.

“Observa lo que ocurre con el fentanilo que está matando a tanta gente, más que la que mató la cocaína; ni se puede comparar.

“¿Quiénes son los responsables?

“El origen de eso está en las compañías farmacéuticas de Estados Unidos. Los cárteles internacionales se han metido porque se les dificulta conseguir opioides reales, pero el origen de todo eso se encuentra en las compañías farmacéuticas de Estados Unidos, y nadie ha ido a la cárcel, ninguno de los auténticos responsables”, insiste Callery, a quien, al subrayar esto, se le percibe en la voz un resabio de ironía aderezado con impotencia y cierta desesperación. En la segunda sesión de entrevistas con Callery empezaron a surgir los trazos que dibujan perfectamente el rostro de los cárteles gringos, los matices que los diferencian de los mexicanos o los colombianos.

En las palabras del exjefe de la ICD se palpa la franqueza de la denuncia de lo que en Estados Unidos se oculta y no se dice para culpar a otros de una realidad que hasta en esto, en la pandemia de drogadicción, el racismo, el clasismo y la arrogancia están presentes.

Callery se sincera. No deja de llamarme la atención esta peculiaridad.

En Estados Unidos los agentes de cualquier dependencia federal o funcionarios de nivel medio para arriba, sobre todo si ya se encuentran en la etapa de la jubilación, no tienen empacho en soltar lo que saben cuando aceptan entrevistas para la elaboración de un trabajo editorial. Esa no es su actitud cuando se trata de un reportaje para la radio, la televisión o los medios escritos. La inmediatez no va con ellos.

–La gente se confunde –apunta Callery. Hace una breve pausa y enseguida agrega–: Teníamos dudas al usar la palabra cártel para hablar del tráfico de drogas en Estados Unidos, pero nunca cuestionamos el que usáramos correctamente la palabra. Ya en el Congreso y en el Departamento de Justicia lo habían aceptado y entendido.

“La palabra cártel puede provocar una idea equivocada en su intención. En lugar de haber sido la ICD pudo haber sido Iniciativa contra la Violencia Doméstica. Despegó la ICD porque Riley se lo explicó correctamente al Congreso.

“En algún momento con Tony Williams y Paul Knierim hablamos sobre reemplazar la palabra cártel en la iniciativa. Decidimos que no, que nuestro trabajo y responsabilidad era explicar con hechos y acciones lo que significa, más que rendir cuentas por hablar de un simple título”.

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Fragmento del texto publicado en la edición 0024 de la revista Proceso, correspondiente a junio de 2025, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.

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