Teatro/De este lado
Las científicas en el teatro con “La garganta del cielo”
Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Un acercamiento a seis científicas conocidas en su medio pero poco conocidas en nuestro contexto, hacen presencia en el unipersonal protagonizado por Belén Aguilar La garganta del cielo, que también dirige junto con Diego Álvarez Robledo, el autor, iluminador, responsable del diseño sonoro y cocreador del dispositivo escénico.
Álvarez Robledo elige un personaje guía; una joven que después de un intento de suicidio está en una cama de hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. En ese trance, visualiza sus conflictos y sus relaciones intentando entender, reconciliarse o romper definitivamente. Viaja en el tiempo y el espacio para encontrarse con mujeres de ciencia que la van iluminando, o confundiendo al igual, sobre el sentido de la vida y la importancia del estar, el no estar, o encontrar tu lugar.
Los recursos escénicos que utilizan, después de un periodo de investigación tanto de contenidos como de imágenes, son múltiples. Trabajan sobre un dispositivo modular partiendo de una mesa iluminada que se despliega, que abre y cierra compartimentos y un espacio amplio con un fondo de pantalla para proyecciones. Abordan diversos objetos como muñecos, muebles y más, a escala miniatura que la actriz manipula y juega con ellos, asesorada por la experta contemporánea en uso de los objetos, Shaday Larios.
Así, la joven viajera en el tiempo y el espacio entra y sale de espacios grandes y pequeños, reales, oníricos o simbólicos. Ahí está el no lugar de la muerte que puede ser un lugar en el espacio, en el fondo del mar, en una cueva o en un pequeño cuarto de hospital. Con gran creatividad sucede este juego de espacios y tiempos para hablar de ciencia y búsqueda personal.
El principal soporte de La garganta del cielo es la contundencia actoral de Belén Aguilar. Su capacidad de transformarse en muchos personajes, por lo pronto en seis científicas y Julia, el hilo conductor. Sus matices, sus cambios emotivos y una energía constante que recorre toda la obra. Transita de la mano de Emmy Noether (1882-1935), matemática alemana cuya aportación fue el teorema que lleva su apellido, formulado en 1916. Ella es la guía que acompaña a Julia en su viaje para descubrir recuerdos reprimidos, dolores acumulados e intentos para encontrar salidas.
En su travesía se encuentran con más científicas como Chien-Shuing Wu (1912-1997), física estadunidense nacida en China, y Jeanne Villepreux-Power, bióloga marina francesa (1794-1871), entre otras. Hubiera sido interesante incluir a alguna mexicana que, aunque sin tanto reconocimiento internacional, ha sido importantes para el desarrollo de la ciencia en nuestro país.
La actriz hace una caracterización estupenda sin forzar su actuación; enfatizando la lengua materna, las obsesiones o tic personales. Ahora que los unipersonales prevalecen en los teatros -cuya causa tiene que ver con la carestía en la producción-, se podría reflexionar acerca del reto que hubiera sido la convivencia entre mujeres científicas de diferentes tiempos y lugares, en una constante conversación a través del diálogo, generando otras dinámicas.
La garganta del cielo, que se presenta en la Sala Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, tiene una calidad escénica fabulosa, partiendo del dispositivo creado por Diego Álvarez Robledo, Daniel Primo -creador del video y la multimedia- y Toztli Abril de Dios, diseñador de arte y de los objetos. La obra es muy disfrutable aunque sus contenidos son difíciles de aprender. Una obra compleja llena de imágenes atractivas y fuerza actoral que nos deja admirados y con ganas de saber más.