FIC de Guadalajara
“No nos moverán”, ganadora en el FICG, y el 68
Movido por la necesidad de que la tragedia de Tlatelolco del 2 de octubre se instale en el presente, el director Pierre Saint Martin retoma este tema que considera vital, y que obtuvo el Premio Mezcal en el recién efectuado Festival Internacional de Cine de Guadalajara.GUADALAJARA, Jal. (Proceso).- La película de ficción No nos moverán (México, 2024), ópera prima de Pierre Saint Martin que ganó en la 39 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) el Mezcal a Mejor Película Mexicana y el Premio del Público, versa sobre Socorro (Luisa Huertas), una abogada obsesionada en encontrar al soldado que mató a su hermano durante la masagre estudiantil de 1968 en Tlateloco.
Además, obtuvo menciones a Primera Actriz (Huertas) y en el galardón Premio Feisal que dan las escuelas de cine. La trama de cien minutos, esa necesidad de justicia enmascara una antigua culpa que ha enemistado a Socorro con su hijo Jorge y su hermana Esperanza:
Después de décadas de espera (la historia transcurre en la época actual), la abogada recibe la pista faltante para encontrar al soldado, por lo cual conjura un absurdo plan de venganza poniendo en riesgo su patrimonio, su familia e uncluso su vida.
Saint Martin cuenta en entrevista que “una de las cosas más importantes es hablar del 68”, y detalla:
“Siempre he sentido que esa herida es el inicio de muchas cosas. La división entre Estado y personas ocurrió a partir del 68 e igual a partir de ahí vemos que todo empieza a empeorar. Es como el inicio de muchas masacres e injusticias que sufrimos, y me parece que no se le da el peso correcto. No quiero decir que no se haya hecho antes en otras películas, pero sentía que le faltaba algo de que es un tema actual, no del pasado. Y vale la pena que retomemos esa plática ahora, porque es un proceso que no es nada más de ese ese momento en el que sucedió y ahora estamos en otra cosa, ya que hay un vaso comunicante muy claro.
“Desde mi punto de vista había que reactualizar el 68 y traerlo de una forma distinta, que no se abordara justo como una venganza, con un señalamiento, sino más bien desde una óptica de ¿quiénes éramos nosotros en ese entonces? y ¿quiénes somos nosotros ahora? y cómo nos repercutió ese evento en la actualidad. La misma actriz Luisa Huertas, quien personifica a una persona de esa época, también fue una militante en la vida real, y para ella esta película, me decía, le importa, porque trae eso al presente, y que no se haga de época la historia. Eso para mí era como una cosa muy clara”.
Completan el elenco Agustina Quinci, José Alberto Patiño, Pedro Hernández y Rebeca Martínez.
–Existe un personaje femenino que muestra lo sucedido durante la dictadura militar en Argentina, lo cual representa la situación de Latinoamérica, ¿verdad?
–Si. Es una mezcla de la realidad.
Y aclara que es parte de la historia de su mamá, quien es abogada:
“Coloqué a mi madre en un sitio digamos donde iba a haber crítica y humor. Nos iba a permitir, como ella me enseñó, a burlarse de sí misma. Yo me puse también, soy el personaje del hijo de Socorro. Yo tuve una pareja de Uruguay. Cuando vivi con ella en México, había una comunicación al respecto de ¿por qué ustedes no tuvieron un dictador?, y le respondí: Pero tuvimos al PRI durante siete décadas y una Guerra Sucia bastante agresiva, y para mi gusto nunca se acabó, se quedó. Eso era comunicante y siempre me llamó la atención. Entonces salió natural, no estaba pensado para abarcar más. No nos moverán posee unas serendipias, cosas que se alinean.
“La película no está limitada a México, ¡y qué bueno!. Cuando la presentamos en el festival Cinelatino Rencontres de Toulouse, Francia, también la entendieron porque tuvieron un 68, distinto al nuestro por supuesto, pero hubo como una sonoridad estudiantil del cambio, de querer cosas diferentes y fue siempre apagado con armas”.
Da las gracias a todo su equipo y colegas:
“Todos hicimos juntos la película. Aprendí a realizar películas en conjunto. Cuando escribí el guion mi mamá estaba muy enferma y pensé que iba a fallecer. Eso ijual me empujó mucho a crear el largometraje, no deseaba que mi máma se fuera con el dolor, con esa necesidad de sentir que quedó algo pendiente, lo de su hermano”.
Y platica que la cinta es en blanco y negro porque “pensaba que era un personaje que estaba atrapado en el pasado, y para mí la fotografía en blanco y negro es como un recuerdo que ya no existe. Y siempre quise hacer una película en blanco y negro, era un sueño”.
Luisa Huertas
Luisa Huertas le da vida a Socorro en por “la necesidad de hablar del tema, y no de una manera panfletaria, sino desde un punto de vista muy humano. No desde el odio, sino desde mostrar lo que somos los seres humanos, y todos los momentos por los que debemos pasar y todas las decisiones que tenemos que tomar”.
Dice esta primerísima actriz que le gustó mucho el guion:
“Había ciertas cosas que platiqué con Pierre, comprendiendo que no se trataba de realizar una crónica del 2 de octubre del 68, en todo caso, la crónica de la gente que vivió y padeció las consecuencias de eso. Pensé que era necesario hacer la película como un homenaje a todos los que cayeron, para empezar, y a todos nosotros, esa generación que dijimos: ‘vamos a luchar, vamos a cambiar el mundo’, etcétera, y que no lo hemos logrado y que puede ser muy frustrante. Contemplamos nuestra realidad y nos preguntamos: ¿Ha habido avances que tuvieron que ver con ese 2 de octubre? Marcó un inicio de algo, pero todavía nos falta muchísimo”.
–Y se vuelve a repetir con la desaparición de los 43 estudiantes e Ayotzinapa, ¿no?
–¡Exacto! Me dijeron, ¡claro¡, no hay perdón ni olvido. Yo dije: “No, nuestra consigna es: 2 de octubre no se olvida, hasta la victoria siempre”. El mundo que quise vivir no se lo pude entregar a mi hija y ya tuve la oportunidad de ser abuela. Y sigo teniendo la esperanza de que a lo mejor podemos crecer. Para mí fue muy desilusionante que después de acabada la pandemia ya Rusia y Ucrania se estaban agarrando del chongo. Entonces digo: ¿No aprendimos nada con tanta muerte y dolor que hubo con la enfermedad?
“Y deja Rusia y Ucrania. Aquí todos los días las noticias son pavorosas y no podemos seguir así”.
–Es muy significativo que en la película se hable de la dictadura militar en Argentina, ¿verdad?
–Eso fue muy importante para a mí. Me gustó mucho en el guion la importancia de volver a encontrar aquellos momentos en que recibimos aquí a los chilenos, los argentinos, los uruguayos, los salvadoreños, los nicaragüenses que venían huyendo, después del gran exilio de los españoles, pues gracias a eso estoy en este mundo porque mi papá era uno de ellos.
–Hoy son las caravanas que cruzan por México para Estados Unidos…
–Que huyen por hambre y por la violencia. Por eso digo que me aterra no poder entregarle buenas cuentas a mi nieta, pero al mismo tiempo con el quehacer como actriz, con mi compromiso, con este tipo de trabajo en cine, en teatro con la Compañía Nacional de Teatro, a través del arte, la cultura, del Centro de Estudios para el Uso de la Voz (Ceuvoz), la escuela que dirijo, podemos ofrecerle a los jóvenes lo que sabemos, decirles que nos gusta y qué no, y que ellos descubran por sí mismos qué quieren cambiar, pero lo principal es darles la oportunidad de escoger.
–¿Le gustó que su personaje fuera abogada?
–Fue impresionante.
–Esa abogada señala en la cinta que la justicia no es para los pobres…
–Eso me encantó del guion, esa autocrítica, porque la mamá del director del filme es abogada. Creo que la justicia verdadera no es aquella que se toma por propia mano, el ojo por ojo y diente por diente que Socorro está buscando al principio. No es a través de la venganza, ni del castigo. Lo que creo es en educar seres libres, a partir de que sean capaces de pensar, y por eso me interesa tanto alzar la voz, y que comprendamos la importancia de la palabra y del significado de las palabras para que la juventud por decisión propia escoga el camino y sepa desde dónde luchar.
Por último comenta qué le enseñó su personaje:
“Me gustó que es capaz. Creo que de alguna manera eso me identificó, porque creo que, y sin ningún rollo religioso ni psicologista, en la medida en que somos capaces de perdonarnos podemos perdonar a otros y lograr la paz interna. Si no poseemos la paz interna y el amor a nosotros mismos, no podemos transmitirla, ni lograr que otros lleguen ahí. Está muy difícil, pero Socorro de alguna manera lo logra.
Y alude a una escena:
“Por eso me encanta que se coma el pan tostado ya quemado”.