Cultura

ChatGPT: riesgos y nuevos horizontes

¿Cuáles son los límites y las posibles afectaciones que traerá consigo la Inteligencia Artificial? ¿La máquinas desplazarán al ser humano? ¿Hasta dónde nos ayudarán a construir un mundo más equilibrado? Este es el resumen de una investigación que el doctor en historia por la UNAM entregó a Proceso.
sábado, 4 de mayo de 2024 · 07:00

A Paola Berenzon, mi hija, con amor en la alegría de este su gran año.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– La revolución de la Inteligencia Artificial (IA) ha comenzado. Como una explosión en cadena, su fulgor se ha expandido en un instante. Sus ramificaciones se encuentran ya en muchas e importantes áreas del quehacer humano, modificando procesos y nociones que pensábamos estables. Una muestra importante de ello ha sido el revuelo causado por la popularización del ChatGPT.

¿Cuánto es cierto y cuánto de lo que pensamos son imaginarios?

El gran biólogo evolutivo e historiador de la ciencia Stephen Jay Gould (1941-2002) se plantea que “la evolución no es una marcha hacia el progreso”. Quizá ante la Inteligencia Artificial nos pasa como con la máxima de Sor Juana Inés de la Cruz y tengamos que fingir que somos felices ante el llamado “progreso” siempre establecido por los privilegiados económicamente.

ChatGPT

Lo que hoy conocemos como ChatGPT es la tercera versión de una tecnología desarrollada por la empresa de IA llamada OpenAI. Esta herramienta se dio a conocer en noviembre de 2022, y desde entonces este chatbot ha causado tanto interés como conmoción. Al grado tal que una serie de expertos y empresarios se unieron para extender una solicitud de que fuera investigada evaluando posibles riesgos.

¿A qué se debe el alboroto? Para el historiador Yuval Noah Harari, la respuesta es que esta tecnología hace un uso inteligente --independiente de nosotros, como especie-- de lo más valioso que tiene nuestra sociedad: las palabras. A partir de ellas formamos conversaciones que, como lo dice también Harari, son el fundamento de la democracia. ¿Estamos cediendo un terreno que seremos incapaces de recuperar?

Cambio inimaginable 

Como ya lo vimos, el ChatGPT es capaz de generar todo tipo de textos. Esto nos plantea una serie de preguntas éticas relacionadas con la originalidad y con la intertextualidad, pero también con problemas álgidos de la actualidad, como la inclusión y los derechos digitales en el gran marco de los Derechos Humanos. Pues la información que utiliza para generar estos textos es toda la disponible en internet, con el inconveniente de que no necesariamente hace referencia de dónde la ha obtenido. Es entonces una voz y un rumor de los miles de semblantes imaginarios y reales.

“Existencia Artificial”, de Alejandro Quijano (2023). Foto: Cortesía Boris Berenzon

Por otro lado, esto significa que reproduce los sesgos que se encuentran en la información utilizada. Ya Michel Foucault se preguntaba: ¿Qué es un Autor? Y nos dice: “La desaparición del autor se ha convertido, para la crítica, en un tema ya cotidiano.” Pues resulta que el ingenioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha, quien combatió molinos y compartió aventuras al lado de su querido amigo Sancho Panza por el amor de Dulcinea, no es ni de cerca el autor de sus propias hazañas; la mano que mueve los hilos, perdónese el feliz accidente, es la del famoso Manco de Lepanto, Miguel de Cervantes, quien dio vida a nuestro poco común Don Quijote, enloquecido por las novelas de caballería de sus estantes, para encauzar, quizá, la propia locura de su creador.

Desafortunadamente, las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el héroe del Cantar del Mio Cid, sólo podemos achacárselas a él mismo, pues no hay autor alguno reclamando como suyo el famoso poema medieval.

Siguiendo tal idea, podemos ver que el ChatGPT puede escribir, por ejemplo, notas periodísticas o cualquier contenido digital a partir de ser una herramienta eficaz. Ni más, ni menos.

La propia estructura de las redes sociales atraviesa cambios de raíz gracias al ChatGPT. Pues quienes se dedican al marketing y a la creación de contenidos para ellas --que son, finalmente, esenciales para estas plataformas-- empiezan a ver cómo el ChatGPT puede sustituir muchas de sus tareas. Sin embargo, esto no es percibido como una amenaza para todos, pues hay quienes consideran que el instrumento ha llegado a optimizar su trabajo, haciéndose cargo de las labores más repetitivas y dándoles más tiempo para aquellas que requieren mayor creatividad.

Pero una cosa es la estructura de las redes sociales y otra la conversación que se produce en ellas. Una conversación que no es exclusiva del espacio digital pero que recientemente ha mudado partes esenciales de ella a dichas plataformas. Es en esta conversación en la que Yuval Noah Harari piensa que la AI no debe entrometerse.

“La democracia es básicamente una conversación”, asegura el historiador, y deja así en claro que la base de nuestro sistema político es la discusión y el debate inclusivo y total para llegar a acuerdos en una cultura de y para la paz basado en un dialogo permanente y fructífero, aunque a veces parezca una utopía distante.

Es precisamente a través de la oposición de ideas distintas que el aparato se mueve, se perfecciona y genera nuevas formas de ir puliendo sus desperfectos, una dialéctica infinita y sistémica. A fin de cuentas, la lucha por el poder es la lucha por colocarse en la cima de esa conversación, es la lucha por dominar la narrativa e incluso por tener la pluma encargada de escribir la historia. Aunque todo ello parta de imaginarios ideológicos o culturales que buscan justificar el ascenso al poder.

Uno de los riesgos principales del ChatGPT es que le permitamos adueñarse de esta narrativa y dominar una conversación que debería correspondernos a nosotros, quienes debemos definirnos. Las consecuencias podrían incluir someternos al dominio cultural e ideológico de un arma tecnológica. A final de cuentas, vivimos siempre bajo el régimen de la ideología transmitida por la historia, la religión y, en general, la cultura, y sobre todo el poder del capital. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de que estos campos se escapen de nuestro control en un evento nunca antes visto para la humanidad?

Lo desconocemos, y puede que precisamente en esa falta de previsión recaiga nuestra principal debilidad frente a la IA...

Supercomputadora. Foto: Especial

El destino manifiesto del ChatGPT 

Desde que inició el 2023, las inteligencias artificiales han experimentado un boom nunca antes visto, no sólo por su proliferación en distintos tipos de tareas, sino por su eficacia como modelos de lenguaje, en especial ChatGPT 4, que es la más famosa y que está despertando numerosas interrogantes sobre las capacidades de los seres humanos y sus perspectivas futuras. En los medios de comunicación y círculos académicos se ha hecho presente cada vez más el debate en torno al futuro de los profesionistas de todas las áreas de conocimiento ¿Los científicos sociales y humanistas podrían ser pronto reemplazados por las inteligencias artificiales?  No lo creo. Quizá se trate de hacer a un lado nuestros narcisismos intelectuales y de rebasar la necesidad yoica e infantil de la posesión total o el vacío y evitar decir: Tengo una vida de 'curriculum'.

Debemos aclarar que predecir el futuro está lejos de nuestras posibilidades, pero lo que sí podemos es plantear algunas consideraciones para guiarnos en la comprensión de la discusión y la aparente transformación del discurso, la retórica y la poética, aquellas que como decía mi maestra Helena Beristain (1927-2013), que incluso incluyendo la imagen se trataba del “arte de elaborar discursos gramaticalmente correctos, elegantes y, sobre todo, persuasivos”. Lo que sólo podemos producir loa seres humanos de manera legitima, creativa y emocionalmente los seres humanos.

En primer lugar, cabe aclarar que las inteligencias artificiales son sistemas informáticos que reemplazan acciones habitualmente humanas, pues utilizan algoritmos de aprendizaje automático para responder a las problemáticas que se les presentan, por lo que van mejorando a medida que comprenden y repiten las tareas. Llevan a cabo tareas complejas como el reconocimiento de patrones, el procesamiento del lenguaje, la toma de decisiones, la comprensión de imágenes y videos, el control de procesos automatizados, así como de oponentes en videojuegos y la creación de modelos.

Se llaman artificiales porque su objetivo es desarrollar las mismas capacidades que el ser humano presenta de manera natural, es decir, piensan o actúan como seres humanos.

Con el avance de las inteligencias artificiales sin duda se renuevan los temores apocalípticos planteados por la ciencia ficción sobre el paulatino reemplazamiento y final eliminación de los seres humanos, y aunque no es posible descartar del todo estos escenarios en un futuro muy lejano, al menos es muy poco probable que a corto plazo puedan volverse realidad.

Debemos contemplar que los datos que procesan las inteligencias artificiales fueron creados por seres humanos, y aunque nos son ofrecidos gracias a una enorme capacidad de síntesis, reconocimiento de patrones y selección de información por un alguien que no conocemos, ello no significa que cuenten con las capacidades para definir críticamente los modelos interpretativos que define un ser humano. Todavía no cuentan con la capacidad de comprender la complejidad de los temas sociales desde la perspectiva crítica, desde la subjetividad y desde la experiencia vivida que da la creatividad.

Es decir, si bien una IA puede explicarnos un modelo epistemológico, ontológico y estético con precisión integral, al menos por ahora no tiene la capacidad de crearlo por sí misma. Y como toda creación humana queda amarrada a la existencia vital e histórica que produce el acontecer de la existencia y con ello la existencia de los patrimonios tangibles e intangibles que cruzan a la palabra. El proceso queda atado a un tiempo y un espacio.

Lo más cercano al ser humano.Foto: Especial

Huyamos de la “datofenia”, el pensamiento humano es mucho más complejo que la reunión y sistematización de datos: Consiste también en formular las grandes preguntas de la preexistencia que, en mayor o menor medida, guían nuestra forma de experimentar el mundo.

Interpretar y crear es mucho más que procesar información.

Desde esta perspectiva, ejercer el pensamiento crítico sigue siendo terreno humano… al menos, hasta ahora. Debemos abandonar las perspectivas neoludistas y aprender a usar las inteligencias artificiales para mejorar y perfeccionar nuestro trabajo; contemplar sus limitaciones y utilizarlas a nuestro favor. Temer ser reemplazados por una tecnología parece un miedo histórico que se ha repetido en numerosas ocasiones, pero, en definitiva, la experiencia nos ha demostrado que siempre podemos obtener el mayor beneficio de la ciencia y la tecnología cuando actuamos de manera responsable y consciente.

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