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Zel Cabrera y el silencio de los muertos

Entre diciembre de 2006 y enero de 2012 murieron alrededor de 121 mil personas mediante ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales y enfrentamientos contra el gobierno. En la novela, la escritora trata de entender la complejidad de la ausencia, de aquello que no ellos pueden contar más.
jueves, 11 de abril de 2024 · 14:22

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A veces pesa mucho el silencio de los cipreses y los muertos escribió el poeta peruano José Watanabe, con esa frase abismal en la mente, la poeta y escritora Zel Cabrera recorre los laberintos de los desaparecidos y la ola de violencia en México en los tiempos de la guerra contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón en su novela Como pesa el silencio de los muertos.

"En este verso de Watanabe de los cipreses y los muertos. Te invita a reflexionar sobre las cosas que no podemos y que se quedan ahí, y las cosa que un periodista no logra saber y no por falta de pericia, si no porque ya no hay manera de entrevistar a esa persona y no contar la verdad", dice la autora en entrevista con Proceso

Cabrera reflexiona: "Elaborar a través de un verso, un mundo de sentimientos. Un solo verso". Pero vuelve al origen de sus personajes: "Los periodistas siempre tenemos que intentar entender todas las aristas posibles, pero el periodista tiene que ser objetivo, pero hay cosas que no te dejan quieto y entender lo que está sucediendo e ir por siempre detrás de la verdad que sea posible".

La trama situada en Cuernavaca da pie de las andanzas de una reportera cultura que orillada por la violencia empieza a indagar sobre la muerte y sus repercusiones. Basta recordar que fue en Morelos, donde se libró uno de los episodios más álgidos de la disputa entre el Estado y el crimen organizado, cuando la Marina abatió a Arturo Beltrán Leyva, en el conjunto residencial Altitude, en el fraccionamiento Punta Vista Hermosa. 

Entre diciembre de 2006 y enero de 2012 murieron alrededor de 121 mil personas mediante ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales y enfrentamientos contra el gobierno. Cada número es una historia que continúa trastocando la vida de aquellas que perdieron a una madre, a un padre, a un hermano o un primo. Más allá de lo que representa la violencia, Cabrera intenta representar la cotidianidad de convivir con la muerte, pero sobre todo con el silencio y lo que pesa su ausencia. 

"La historia de amor entre Viri, reportera del diario Hora21, y Horacio, director de inteligencia del Departamento de Policía de Cuernavaca, se entrelaza con el asesinato del primo de Rebeca, mejor amiga de Viri, quien cubre la nota roja. Esta historia es un respiro en el mundo de la novela negra, su trama no apuesta por presentarnos a policías corruptos, sino personas quienes nos devuelven la esperanza en la impartición de justicia en un país donde el silencio de los muertos es ensordecedor".

Cabrera busca darle la vuelta a la novela negra, pues asegura que el tema principal es la amistad y el amor, un sentimiento que llama "fuerza volcánica". "El amor lo detona todo", además señala busca deconstruir estos modelos del detective todopoderoso, del que tiene la pericia absoluta y todas las herramientas para resolver el misterio del caso, por eso los periodistas de su novela salen a buscar la verdad, encontrando más pistas que los propios detectives. 

Se trata también de quitar ese nudo de la fórmula "un tanto machista que ha permeado la novela negra".

Al ser cuestionada sobre el silencio como concepto de su novela Cabrera es lapidaria:

"El silencio es, la muerte, el silencio es definitivo. Como el punto de donde parte de la trama y las secciones de los personajes en torno a lo que les preocupa. Al terror que están viviendo y una de las maneras para combatir es hacer algo, no quedarse sentados. A Rebecca con esta pérdida terrible. A Viridiana al final de la historia. Que es lo que más lamenta, el no poder preguntarle a un muerto tantas cosas. Asesinadas en México. Seguimos viviendo en un clima de violencia sostenida que casi no nos ha dejado saber qué hacer con este tiempo de pérdidas".

El libro lanzado por la Editorial Gato Blanco pertenece a la Colección Onda Nueve y cuenta con ilustraciones de Joel Ossorio.

Proceso pone a dispoción de sus lectores un fragmento de la novela:

Lo que no imaginé es que fuera tan peligroso. No lo teníamos en el mapa como un foco rojo o un sitio que pudiera

estar sitiado como sí pasa ya con otras ciudades. Vaya, no

es Iguala, Acapulco, Tijuana, Matamoros, o Ciudad Juárez

que sabemos que son barriles de pólvora…

—Ya sabes lo que dicen, pueblo chico, infierno grande.

Y eso que no estuviste el 14 aquí. Infierno es poco.

—Pero vi las grabaciones, oí los mensajes que de la Torre

quiso esconder, Viri. La lista de los desaparecidos duplica la

de los muertos y muchos son chavitos que no llegaban ni a

los dieciocho años.

—¿Desaparecidos? —fruncí el entrecejo —no ha habido

denuncias o al menos no que yo sepa —continué diciendo

en tono de sorpresa, pensando que no me respondería, que

le sacaría la vuelta a mi pregunta. A fin de cuentas estábamos del lado contrario del escritorio, por decirlo de alguna

manera. Seguía siendo una reportera y él un funcionario

público. Yo podía tomar sus palabras y deformarlas si quisiera, grabarlo en secreto para filtrar información de primera en el Hora21, pero a Horacio parecía no importarle

poder quedar vulnerado por mi trabajo.

—No hay denuncias, es cierto. O al menos no formalmente, pero tenemos información de varias fuentes que

afirman que desde hace diez años niños y también niñas de

entre quince y veinte años están siendo levantadas de sus

casas o escuelas, aunque extrañamente los padres no hayan

denunciado nada. Al parecer son ausencias voluntarias, la

gente se va con su consentimiento —respondió sin miramientos.

—¿Y el jefe Alberto lo sabía?

—Claro que lo sabía, también supo a tiempo lo de los

atentados y no movió ni un dedo para evitarlo o agarrar a

los responsables en el momento, pero eso ya lo sabes. Mi jefe

estuvo monitoreando sus movimientos, sus llamadas, hasta

sus registros bancarios de un mes a la fecha. Descubrió depósitos de varios ceros que no encajaban con las entradas

que Alberto de la Torre tenía dadas de alta en Hacienda.

Al general Camarena se le hizo muy raro todo eso y le puso

unos rastreadores en sus carros.

—¿Qué eso no es ilegal? —respondí casi sin pensarlo.

—Claro que es ilegal, Viri —contestó sonriendo ligeramente—, pero necesitábamos más pistas y, si se podía, más

pruebas para poder girar la orden de aprehensión contra él,

sólo que se nos adelantó. A pesar de manejarlo con mucha

discreción y ser lo más cautelosos posible, alguien lo alertó,

escapó con todo y esposa e hijo

Cabrera es egresada de la maestría en periodismo político de la Escuela Carlos Septién García y becaria del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2017- 2018) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2014-2015). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2018 y el Estatal de Poesía Joven en el 2013, convocado por la Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero. Algunos de sus poemas aparecen en la Antología de Poesía para Niños Triángulo del sol (Praxis, 2015).

Cabrera.

 

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