Teatro

El teatro y sus políticas públicas

Sobre el teatro financiado o apoyado económicamente por los recursos públicos nacionales y estatales, no es  muy alentador el panorama. Aunque parezca que vamos mejorando, la realidad es que los trabajadores, creadores del teatro y la producción teatral, ha tenido un gran retroceso.
miércoles, 7 de febrero de 2024 · 14:17

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Los recuentos alrededor del teatro mexicano del 2023, es amplísimo y requiere varias entregas para abordar solo algunos puntos importantes de su hacer cotidiano.

Sobre el teatro financiado o apoyado económicamente por los recursos públicos nacionales y estatales, no es  muy alentador el panorama. Aunque parezca que vamos mejorando, la realidad es que los trabajadores, creadores del teatro y la producción teatral con apoyos públicos, ha tenido un gran retroceso, debido a los constantes recortes presupuestales al sector. Los apasionados del teatro y la sociedad en general vive la  disminución de oportunidades y financiamiento para que el teatro mexicano se exprese y el alma y el espíritu y la economía se enriquezca. Menos convocatorias y menos beneficiados para programación, coproducción y becas tanto federales como estatales. Es grave, porque la población teatral ha crecido significativamente y no se han multiplicado la cantidad de apoyos. Diferentes sectores del gremio se han expresado y organizado para denunciar esta reducciones.

La obligación del estado para cubrir el desarrollo de la cultura en un país, según la ONU, es de un 2%  y México nada más dedica el 0.5% (fuente GRECU). El derecho a la cultura está establecido en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 4 de nuestra Constitución y es obligatorio su cumplimento (Observatorio Público Cinematográfico).

Los Teatros del Estado desde hace años han dejado de producir obras de teatro. A veces, otorgan una pequeña nómina para el equipo, las menos; algo de producción, pocas veces y en general se les ofrece la taquilla o un porcentaje de ella. Se han convertido en programadores, exhibidores y distribuidores de productos teatrales. Que los teatristas se las arreglen como puedan para producir su obra y concursar en las convocatorias de las que muy pocos serán programados o apoyados. Pero, después, las condiciones laborales de los seleccionados son precarias. Tomemos de ejemplo la Convocatoria del Sistema de Teatros de la CDMX, que sí contemplan un pago. El año pasado se le pagaba al grupo seleccionado alrededor de $6,000 por función y daban 8 funciones. Este año el pago será de $4,000 o $5,000 y unos grupos darán solo 4 funciones y otros 8. Hay que considerar que las presentaciones requieren de ensayos, gastos de producción, traslados y muchas cosas más, por lo que el pago se va reduciendo quedando muy poco para los que hacen el teatro. 

También está el  ejemplo de la convocatoria para la programación de los teatros del Centro Cultural del Bosque para el 2024, donde vemos cuántos grupos quieren presentar sus obras de teatro; de cuánta oferta hay. Ahí se lanzaron 5 categorías para programación. En cada categoría concursaron más de mil grupos en promedio, y solo fueron seleccionados 57 grupos de esas  categorías, para dar temporadas en los teatros. Es una cantidad alarmante, porque se observa una gran oferta de productos culturales que la gente podría disfrutar y vivir la experiencia del teatro que educa, sana el alma y nos hace reflexionar.

Las Convocatorias Nacionales están desarticuladas y eso genera una gran discriminación de los grupos y artistas que concursan. De Centros Culturales y Universitarios, del INBAL y la Secretaría de Cultura, de Institutos y Jefaturas, no hay un programa teatral integral que tenga una visión completa con articuladas directrices. Cada quien jala de manera independiente aunque en ocasiones hagan sinergia para las coproducciones y giras. En estas convocatorias observamos esta dificultad programática cuando los resultados de las convocatorias coinciden con los beneficiarios, por lo que unos cuantos grupos son los que circulan de teatro en teatro o de convocatoria en convocatoria dejando fuera a muchos que diversificarían el reparto de presupuestos y espacios de representación.

Aunque se ha demandado una mayor organicidad en los programas que lanza el gobierno, los programas del FONCA eran una alternativa para conseguir financiamiento para proyectos artísticos. Antes eran dos emisiones al año y ahora se ha reducido a una. Son pocos los beneficiados y  ahora que se ha cambiado el nombre por Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, las solicitudes se duplican o triplican y los beneficiaros siguen siendo los mismos y a veces menos.

En un momento dado se propuso que los montos para los becarios disminuyeran para que aumentaran los beneficiados, pero los mismos beneficiados de ese momento se opusieron y se perdió una oportunidad para distribuir a más lo poco.

EFIARTES y las políticas públicas. Febrero del 2022

https://www.proceso.com.mx/cultura/2022/2/8/la-desgracia-del-teatro-efiartes-280520.html

El neoliberalismo nos ha hecho creer que para contar con un teatro fuerte tiene que ser autosuficiente y no necesitar financiamiento del Estado, y con eso se ha liberado de una responsabilidad social, que no es ningún regalo, sino una obligación constitucional de los derechos humanos pagada con nuestros impuestos. Ha dado la espalda al arte y la cultura. Un bien intangible en esta sociedad mercantil, fundamental para la consolidación de la identidad de un país. 

Desgraciadamente el gobierno actual ha seguido esa política pero bajo el concepto de la cultura popular, masiva, artesanal, comunitaria. Cultura fundamental, e importantísimo el realce que ha tenido este sector. Pero los creadores escénicos, que no somos fifís ni de la clase alta y media, han visto cerrados sus lugares de trabajo, han dejado de ser contratados por las instituciones públicas en programas o Festivales que antes existían; han visto cerrarse muchas puertas.  Antes había más oportunidades de participación, ahora un puñado tienen la oportunidad de formar parte de la programación. Los grupos, se han pronunciado cada vez que se cierra una feria o se elimina o posterga un programa, con pocos resultados.

El presupuesto que ha tenido el Proyecto del Bosque de Chapultepec, es gigante (25% del presupuesto de Cultura), pero se ha convertido en una cortina de humo para no ver, las precarias condiciones de trabajo y las escasas oportunidades de llevar a escena y compartir con el público, sentido final del teatro, sus creaciones. La inversión de Chapultepec no es nacional; se concentra en la Ciudad de México y  sería genial si no fuera en perjuicio de los artistas que sustentan el sistema cultural, de los que realmente hacen la cultura, el teatro, la danza, la música y el cine. Ellos debían ser el centro del desarrollo cultural en nuestro país en beneficio de millones de mexicanos que tienen derecho a la cultura. Los teatristas quieren vivir de su profesión, de su pasión, y que sea su medio de subsistencia. 

Sobre la Red de Teatros del IMSS, escribiré en la siguiente entrega. Aquí algunos artículos al respecto.

Abril 2017

https://www.proceso.com.mx/cultura/2017/4/10/la-reactivacion-de-los-teatros-del-imss-182161.html

Junio 2017

 https://www.proceso.com.mx/cultura/2017/6/13/demagogia-en-los-teatros-del-imss-186028.html

La voluntad de los funcionarios culturales de exigir, negociar y obtener más presupuestos para la instancia que comandan, se ha visto mermada. Se cuestiona si los dirigentes inamovibles pueden servirse con la cuchara (grande) del organismo al que sirven y también, el que sea una práctica común el intercambio de favores con el que se benefician personal y profesionalmente por ocupar un puesto. En el 2024 inicia el juego de las sillas, en donde los funcionarios se mueven de lugar y solo cambian de puesto sin haber renovación de cuadros.

Los trabajadores y creadores de teatro desean que se les retribuya su trabajo y le permita vivir de eso, que las instituciones públicas multipliquen su oferta, abran el espacio para la convivencia de generaciones teatrales, propuestas diversas y actividades fructíferas para la formación, otorguen financiamiento y condiciones justas para la expresión artística.

Ahora es el momento de romper con esa inercia y que las nuevas generaciones tomen las riendas de los organismos públicos teatrales de México y ya no sea más de lo mismo. Que vengan nuevas ideas, nuevas perspectivas y tal vez, el arriesgarlo todo por el teatro mexicano de hoy.

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