CONTRAPLANO

“La zona de interés”: indiferencia al horror

La sordera es un precio mínimo que se debe pagar para vivir con comodidad y aislados de la tragedia de millones de víctimas inocentes de la Segunda Guerra Mundial.
jueves, 22 de febrero de 2024 · 11:59

MONTERREY, N. L. (apro).– El comandante Rudolf Höss habita con su familia una casa de ensueño, a un lado del campo de concentración de Auschwitz. Una alta barda divide el espacio verde y apacible donde vive con su esposa y sus niños, de las barracas, cámaras de gases y crematorios, donde, por orden suya, son asesinados miles de judíos.

Las señoras vecinas, esposas de otros militares, acuden a tomar el té y charlan, mientras sus hijos juegan en el jardín y se echan chapuzones en la alberca. A lo lejos se escuchan gritos, alaridos, órdenes y disparos, pero nadie repara en ello. La sordera es un precio mínimo que se debe pagar para vivir con comodidad y aislados de la tragedia de millones de víctimas inocentes de la Segunda Guerra Mundial. De temperamento frío, hacen un esfuerzo por sonreír. Se obligan a ser indiferentes al horror.

El director Jonathan Glazer adapta la novela de Martin Amis para hacer de “La zona de interés” (The Zone of Interest, 2023) una extraña y fascinante recreación de un episodio real, que ejemplifica cómo la clase gobernante, como una élite social, se obligó a normalizar el sometimiento de quienes no eran arios, para seguir el adoctrinamiento del partido Nazi y su líder supremo, Adolf Hitler.

Toda la película está hecha de sonidos, que aportan más información que las imágenes. Es perversa la intención explícita de mantener veladas las estampas de la masacre, mientras, como brutal contraste, se presentan escenas genuinamente tiernas de los chicos jugando en la recámara, vestidos como escolares, o la madre que lleva a la hija a oler las flores frescas del jardín.

A un nivel técnico, la preparación de las escenas fue minuciosa. Hay abundantes planos abiertos, para que pueda dimensionarse el confort de los privilegiados, ante la tragedia del otro lado del muro. El director de fotografía Lukasz Zal dispuso de 10 cámaras, que corrían simultáneamente, para capturar la escena en una sola primera toma. A los actores se les permitió la improvisación, para convertir la filmación en casi un estudio sociológico sobre la tolerancia al dolor ajeno.

Glazer es un cineasta de pocos filmes, pero de temáticas perturbadoras. Se remarca en su filmografía “Reencarnación” (Birth, 2004), en la que un niño se dice poseído por el espíritu del marido muerto de Nicole Kidman, y la extraña y magnética “Bajo la piel” (Under the skin, 2013), en la que borra dimensiones espaciales y temporales con Scarlett Johanson, una seductora extraterrestre, que consume humanos pero termina convirtiéndose en una.

Ahora crea una historia del holocausto donde la violencia es sugerida. Sin mostrar una sola imagen de las atrocidades, mueve a suponer lo que ocurre fuera de los muros. Las estampas que muestra son de una escalofriante cotidianidad, en la que, al parecer, no pasa nada. Dentro de la residencia hay una inocencia cruel de quienes suponen que el mundo está hecho así y que ellos simplemente deben gozar de la vida, por estar en el lado de los afortunados.

Höss (Christian Friedel) tiene un desdoblamiento de personalidad monstruoso, pues al estar con la familia es un hombre hogareño y cariñoso, que celebra cumpleaños, lleva a los chicos a pasear a caballo y les lee para dormirlos. Pero uniformado como jefe del temido escuadrón Shutzstafell, organiza el exterminio, planea una cámara de gases y forma parte de una maquinaria de aniquilación masiva inmisericorde.

La escasa música incidental de Mica Levi es crispante. Por momentos parece una serie de sonidos desorganizados que bien ambientan la atmósfera trastornada de una época convulsa de la humanidad.

Unas desconcertantes tomas térmicas, de blanco y negro alterado, que parecen sacadas de un sueño, son una intención del director por mostrar cómo, en medio de la tragedia, había voluntad para ayudar a los cautivos desde el exterior.

“La Zona de Interés” es una cinta perturbadora en la que, sin enseñar nada se dice todo.

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