Teatro

Teatro/De este lado: Otras obras teatrales del Cervantino

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
jueves, 31 de octubre de 2024 · 15:17

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Brasil, con la fuerza que tiene en su país el teatro de calle, nos alegró en el Festival Internacional Cervantino (FIC) con una obra de payasos contemporáneos que revisitan el clásico de Alfred Jarry, Ubú Rey.

La compañía de las Islas Canarias, por otro lado, trajo un espectáculo que decepcionó a la concurrencia, abandonando la sala muchos de los asistentes que fueron a ver Protocolo del quebranto.

De teatro mexicano, también estuvieron los entremeses cervantinos, el Proyecto Ruelas y los cirqueros de Oaxaca, entre otros.

La obra Ubú: ¡lo que es bueno debe continuar!, tiene un espíritu de teatro popular, callejero y con crítica social, creada por tres grupos de teatro del noreste de Brasil, de la ciudad de Natal: Clowns de Shakespeare, Facetas y Asavessa. La dramaturgia y la dirección de Fernando Yamamoto ubica la historia en el pueblo de Embustolia, dando continuidad a la obra de Jarry y contextualizándola en cualquier país de Latinoamérica.

La organización política y el manejo de la información son dos de los ejes principales de esta sátira que nos hace reír de principio a fin. Al inicio de la obra saludan a la gente y piden su comprensión por no hablar un perfecto español.

Con agudeza, ponen en evidencia los mecanismos del poder para llegar a la cima y por mantenerse en pie. El nuevo rey, producto de haber envenenado al anterior y prometerles riqueza a sus cómplices, se convierte en un alcohólico, y la reina Ubú en una mujer ambiciosa que quiere más y más, aunque se asusta del comportamiento del rey cuando el pueblo se subleva y él no cede.

Los personajes bufonescos cantan y bailan; ella toca el acordeón y ellos distintos instrumentos musicales. En el transcurso de la obra, hacen visible la manipulación, la explotación y la injusticia social. Con escenas directas y provocadoras muestran cómo un rey controla a la prensa, y después de una golpiza difunde las ideas que el poder quiere; o cuando crece la oposición sugieren un plebiscito para obtener consenso donde te aplauden si votas por el sí, y si lo haces por el no, te piden tus datos personales, llenes un formulario y te la pienses dos veces.

Con argucias conducen al espectador, pero también nos hacen reflexionar ante lo evidente, y si en un principio tenían el apoyo de la concurrencia, todos terminamos oponiéndonos, chiflándoles y queriendo echar abajo sus planes. Muy eficaz la forma de llevar la historia, que provoca la evolución del pensamiento a través del descubrimiento de lo que hay detrás del discurso del poder. Hasta un cineasta aparece y nos dirige para lograr un documental alabatorio de los reyes y su reinado. Con el nombre irónico de Ubú: ¡lo que es bueno debe continuar!, los actores muestran sus cualidades histriónicas, encantan a los asistentes e invitan a ver el video que estará en un QR al día siguiente.

Protocolo del quebranto - coproducción de una hora menos y Teatro Pérez Galdós de Canarias- trata del espanto de la guerra, y somos nosotros los que nos espantamos de tanto grito a media oscuridad. Con la dramaturgia y dirección de Mario Vega, los actores se vuelven caricaturescos sin ser esa la intención. Es una tragedia con un hombre explotador y violento, una jovencita deforme de la cara y dominada por él y un fotoperiodista que irrumpe en el lugar que pareciera un espacio circundado de guerra y destrucción. Los actores interpretan a sus personajes de manera exagerada, y el hombre malo ríe y ríe sin que entendamos por qué; como una muletilla actoral.

Ese espacio reproduce las atrocidades del poder y él mantiene esclava a la que se autonombra como monstruo y que en su interpretación no deja de gemir, lamentarse y despreciarse a sí misma. El fotoperiodista, que llega herido, se mantiene en el suelo pidiendo ayuda y piedad para que lo acepten en el lugar, pero después él también se convierte en un monstruo que abusa de la joven cuando intentan escapar. Los recursos escénicos que utilizan parecen impresionar; como el agua que fluye de una manguera para bañar al fotoperiodista desnudo y que la chica mantiene chorreando casi diez minutos, mientras dice su discurso, y uno no sabe si es intencional o una falla técnica (pues han dicho que escasea el agua en el lugar); la lluvia, el humo o los colores en el ciclorama. La escenografía es versátil, y una cabaña se pliega y repliega, gira y se transforma según las necesidades del espectáculo.

El teatro en el Festival Cervantino no es una de las prioridades, aunque éste fuera el que le dio origen. Mucha música con grandes y pequeños grupos. De teatro, además de los espectáculos internacionales, año con año por México se mantienen un par de funciones de los entremeses cervantinos -del Teatro Universitario de la Universidad de Guanajuato- bajo la dirección de Hugo Gamboa, los cuales requerirían de una actualización y una revisión con perspectiva de género.

Y la obra ya clásica de Dos hombres en la mina, que realizan en el interior de la mina del Nopal.

Continúa también en las plazas el Proyecto Ruelas, ahora con tres obras, como una importante labor social y artística. Zzzz, onomatopeya del buen dormir, del Grupo comunitario de San Ignacio -municipio de San Luis de la Paz-, es una obra actuada por niños y niñas dirigidos por Lorena Kasper, con vistosas y atractivas máscaras, aunque haya sido como un teatro de fin de curso.

Otros grupos mexicanos se presentaron en la 52 emisión del FIC, como Cronopios Teatro, la obra Xhunca con Karen Daneida y los cirqueros de Oaxaca: Comuneros de Viento de Santa María Tlahuitoltepec, Maroma de San Miguel Amatitlán y Circo Plantae. Falta teatro, mucho más teatro, para que el festival sea un escaparate del arte escénico internacional y nacional. 

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