Teatro
“Conejo rojo, conejo blanco”, ¿un fraude?
Un actor se entera en el escenario de lo que hará durante la función. Le entregan un sobre cerrado con el texto del autor iraní Nassim Soleimanpour, que abre y lee frente a los espectadores. Lo demás, dicen, no se puede contar.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición a partir de este mes se volvió mensual, publicarán en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Un actor se entera en el escenario de lo que hará durante la función. Le entregan un sobre cerrado con el texto del autor iraní Nassim Soleimanpour, que abre y lee frente a los espectadores. Lo demás, dicen, no se puede contar, pero pareciera una trampa para que la gente vaya curiosa a ver de qué se trata.
La presentación de “Conejo blanco, conejo rojo” es el principal atractivo: una obra “experimental” de un autor iraní a quien por orden judicial le han prohibido salir del país, y se inventa una manera de viajar por el mundo a través de sus palabras e indicaciones; puesto que la obra consiste principalmente en indicaciones para hacer, algunas reflexiones y una historia a escenificar con ayuda del público. Cada noche un actor diferente, una obra diferente, y sí, la responsabilidad recae en el intérprete, aunque el texto no sea de gran ayuda.
El principal reto es para el actor, que se lanza al vacío y se enfrenta a un público sin nada preconcebido ni trabajado. Sólo sabe lo que se dice de la obra, al igual que el público se mantiene atento viendo qué va a hacer el actor y como enfrentará el reto. Pero el contenido en sí, el espectáculo que se vive, es tan simple y precario que hay que esforzarse por encontrarle sentido, más allá del concepto que nos han vendido.
Ya son más de cinco temporadas producidas por José Manuel López Velarde y Óscar Carnicero de La Teatrería. La obra se estrenó en México en 2016 con Irene Azuela como protagonista y agotó localidades. Han estado actores de prestigio, factor importante para el éxito de sus temporadas.
Joaquín Bondoni fue el actor con el cual presenciamos, el pasado 18 de julio, la representación. Actor de tv conocido por su participación en “La Rosa de Guadalupe” y telenovelas como “Mi marido tiene más familia” y “Juntos, el corazón nunca se equivoca”. Actualmente protagonista en el teatro “Todo el mundo habla de Jaime”. El joven actor no proyectó gran interés por lo que sucedía en el escenario. Leía con desgano y ejecutaba las indicaciones del autor burdamente. Sin conexión con el autor del texto. Algunas personas del público son obligadas a subir al escenario y realizar lo que pide el autor. Unos con gusto y otros con vergüenza. Como si fuera un acto de magia que requiere de ayudantes para realizar el truco o representarlo. Un poco de risa y después el desencanto.
Una fábula, una historia personal y un juego es lo que pareciera contener el espectáculo, que en realidad resultó muy desconcertante al conocer, por ejemplo, otros testimonios como el de la actriz y cantante Cecilia Toussaint, quien compartió en entrevista con Ulises Castañeda para Gatopardo en 2016 la relación entre la actriz y el autor, de cómo era un diálogo a la distancia y cómo la iba guiando para llevar a cabo el espectáculo.
“Un acto amoroso muy profundo entre el autor y el actor, de confianza y entrega incondicional”, dijo la actriz al calibrar el reto de lanzarse al vacío, como otros actores también lo han comentado, y enfrentarte a tus propios miedos.
La experiencia vivida el pasado martes 18 nada tiene que ver con la experiencia que la actriz cuenta, aunque no se habla de los contenidos porque está prohibido. Efectivamente cada función es única y el peso del actor es la piedra de toque.
“Conejo blanco, conejo rojo” se estrenó por primera vez en el 2011 en Edimburgo, y el Festival Summerworks se ha presentado en más de 20 países en distintos idiomas. Justo en el tiempo en que Irán dejó de ser aliado de Estados Unidos de Norteamérica y se convirtió en su enemigo. No es casual que la obra corriera por el mundo alertando de “la jaula en que vivía el autor”, que sin duda es para él y sobre todo para las mujeres, pero que hay intereses mundiales que sobrepasan lo “escénico”. El teatro es político.
Los siguientes actores que representarán la obra en La Teatrería son Pedro Kóminik, Susana Moscatel y Dalilah Polanco. Ojalá tengan mejor suerte.